miércoles, 24 de octubre de 2012
Cartas de María Callas a Pier Paolo Pasolini
Con Pier Paolo Pasolini, quien convirtió a Maria en la protagonista de su película Medea, la cantante tuvo un vínculo de gran amistad. Desde la primera clase de los aviones de Olympic Airways se confiesa con el cineasta en la primera carta. En la segunda, le da unos consejos
"Te escribo desde las nubes. Esto parece, de verdad, un hermoso tapiz, tan suave que se podría caminar sobre él. [...] El espíritu vuela donde quiere. Nadie le da órdenes al espíritu. Por lo menos no al mío, ni al tuyo. Es una gran fuerza, Pier Paolo, ¿no lo crees? [...] Cuídate. Intenta tener paciencia con los débiles como Alberto. Sabes, querido amigo, verdaderos amigos no he encontrado muchos, por no decir ninguno. Tú, en cambio, piensas que sí –lo siento—, pero ya verás con el tiempo... Respeto tu verdad y tu sinceridad. Estamos muy ligados espiritualmente, hasta diría como rara vez uno puedo estarlo con alguien. Es algo raro y hermoso. Es preciso que dure. ¿Y qué significa que dure? [...] De hecho, Alberto no me convenció nunca –perdóname— estoy triste por ti porque sufres, él era uno de tus amigos. Pero como dice Dante: “Mira y continúa tu camino”. Tú eres mejor que ellos. Sé que todo lo que te digo no son sino palabras y las palabras no son más que palabras. Pero pienso en ti y en tu salud."
5 de septiembre de 1971
"La calma que me atribuyes la tengo de verdad. Me la he impuesto. (...) Me hice a mí misma y me construí, sola, el lugar que tengo en la sociedad, el respeto. Por supuesto, como tú dices, estoy sana, y eso es verdad, pero sé también que el orgullo me salva de muchas cosas. Hoy es la ruta más difícil por seguir, pero, a la larga, la única. No espero nada de nadie o sólo raramente un poco de amistad, lo que es mucho, pero puedo también quedarme muy a menudo sola. Me siento bien conmigo misma, sólo me traiciono pocas veces. Me dirás que sermoneo. No, P.P.P. Me da pena verte sufrir. Dependías por entero de Ninetto y no era justo. Ninetto tiene derecho a vivir su propia vida. Déjalo hacer, trata de ser fuerte. Debes serlo. Todos hemos pasado de un modo u otro por lo mismo. Sé el dolor inmenso que eso representa, quizá estoy más desilusionada que otros. Ciertas palabras no pueden consolar. Lo sé. Me hubiera gustado que sintieras la necesidad de venir a verme, pasar esos cinco minutos difíciles, pues sólo se trata de 5-10 minutos de dolor atroz, después el dolor se mitiga, pero no has sentido la necesidad de mi amistad y eso me apena. Pero comprendo también tu reacción. (...) Te abrazo fuertemente, con todo mi afecto y soy siempre, créeme, tu mejor amiga (quizá es una presunción de mi parte).
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