lunes, 5 de noviembre de 2012
Una cita y una fotografía
“No debemos temerle a la luz del día solo porque casi siempre tiende a iluminar a un mundo miserable” . Bill Thomas.
La fotografía, verdadero motivo de esta entrada, tiene por título "Flirting with the sun" (2007) y es obra de Gratziela Gal, de quien siento no poder aportar más datos
El joven Beethoven, los duelos musicales y la Sonata "Tempestad"
Un retrato de un joven Beethoven, obra de Isidor Neugass - 1806 |
Beethoven fue uno de los grandes pianistas de su tiempo y su primera fama llegó a través de esta faceta más que por la de compositor. El mismo, contaba a su hermano Johann, t...
ras cuatro años en Viena:
"Me encuentro muy bien. Mi arte me gana amigos y estima. ¿Qué más puedo desear? Encima gano bastante dinero..."
En estos años Beethoven se granjeo la amistad y mecenazgo del príncipe Lichnowsky, en cuyo palacio se estrenaban muchas de sus primeras obras en un ambiente cordial y de camaradería que se aparta mucho del carácter huraño del Beethoven que todos tenemos en mente. Nos lo cuenta Wegeler:
"Carlos, príncipe de Lichnowsky, conde de Werdenberg, etc... era un gran patrono, si, y muy amigo de Beethoven, a quien tuvo invitado como huésped permanente en su casa varios años. El príncipe era un gran amante y conocedor de la música. Tocaba el pianoforte, y estudiando a Beethoven e interpretando sus piezas mejor o peor, intentaba convencerle de que no cambiase nada de su estilo de composición. En su palacio había todos los viernes sesiones musicales y además del príncipe intervenían cuatro solistas contratados y un amigo amateur par interpretar por primera vez la música recién compuesta por Beethoven, quien generalmente escuchaba complacido las opiniones de estos caballeros. Solían asistir grandes músicos y amantes de la música"
Además de permitirse el lujazo de tener a un genio en su casa y de disfrutar en la intimidad de su palacio de la música recién compuesta por este, tenían la costumbre por aquella época de someter a duelo musical a sus protegidos y Beethoven no era menos, resultando Hummel uno de sus más duros competidores, tanto que Viena se dividió en seguidores de uno u otro, debido a sus formas totalmente opuestas de entender el piano. En estos verdaderos "mano a mano" que dirían los flamencos, se palpaba la cultura musical vienesa y se vivían como si fueran encuentros deportivos entre dos grandes rivales. El fabuloso Carl Czerny (alumno de Beethoven y profesor de Liszt) contaba en uno de sus escritos:
"Encontramos a Gelinek en la calle, y nos dijo que esa tarde tendría que romper una lanza con un pianista desconocido, "le daré un buen baño", añadió. Al día siguiente le tropezamos de nuevo y le preguntamos qué tal había salido la justa musical de la víspera. "Oh -dijo Gelinek-, recordaré mucho tiempo esa velada, ese jovencito tiene el demonio dentro. Nunca he oído interpretar así. Le di un tema muy difícil para que probase su capacidad de improvisación y lo hizo como no lo he escuchado ni al mismísimo Mozart. Luego tocó composiciones suyas, que son grandiosas en el máximo grado, y desplegó dificultades y efectos en el piano por encima de todos los que hubiésemos podido imaginar." "Cómo se llama", preguntó mi padre. "Es un jovenzuelo, bajo, moreno, pueblerino y de aspecto obstinado. Ha venido desde Alemania a estudiar composición con Haydn, con Albrechtsberger y con Salieri, vive en casa del príncipe Lichnowsky, y se llama Beethoven"
Estos eran los inicios del fabuloso Beethoven, una personalidad fantástica que a causa de su sordera y de su orgullo se iría retirando de una sociedad que no le era esquiva en principio, cambiando radicalmente su carácter al no poder tocar en público o mantener simplemente una conversación, él, que era un dios de la música. A esa época de rebeldía a su mal, en el que escribe su revelador "Testamento de Heiligenstadt", (1802) pertenece la Sonata en re menor nº 17 conocida como "Tempestad", una obra que supone la aparición de un espíritu radicalmente nuevo en la forma de la sonata clásica. Tras un primer movimiento "Largo-Allegro" que ha sido tomado como muestra de la serenidad ante la tempestad y un "Adagio" que puede que sea la parte más endeble de la sonata, llega un verdaderamente luminoso "Allegretto" final, en el que genialmente se repite un ritmo de semicorcheas rígidamente mantenido que describe un clima de intima tensión y que según contaba Czerny, le había sido inspirado a Beethoven por la contemplación de galope de un caballo desde las ventanas de su residencia de Heiligenstadt. La sencillez y reiteración implacable del motivo musical son vehículos de la inquietud y del anhelo que vivía su propia persona. El movimiento y con el la sonata, concluyen sin laboriosas apoteosis de notas que anuncien al espectador el final de la obra, sino que, como un reloj al que se le acaba la cuerda, simplemente se detiene. Es una obra poco difundida en la actualidad, pero que el mismo Beethoven consideraba una de sus obras preferidas. Os dejo la sonata completa, pero para los que quieran ir a lo esencial os recomiendo no perderse el movimiento final. La obra es interpretada por el gran Daniel Barenboim.
Fuentes:
Perfiles humanos: Juan Antonio Vallejo-Nágera (Ed. Planeta)
Beethoven: Obra completa comentada - Arturo Reverter (Ed. Península)
"Me encuentro muy bien. Mi arte me gana amigos y estima. ¿Qué más puedo desear? Encima gano bastante dinero..."
En estos años Beethoven se granjeo la amistad y mecenazgo del príncipe Lichnowsky, en cuyo palacio se estrenaban muchas de sus primeras obras en un ambiente cordial y de camaradería que se aparta mucho del carácter huraño del Beethoven que todos tenemos en mente. Nos lo cuenta Wegeler:
"Carlos, príncipe de Lichnowsky, conde de Werdenberg, etc... era un gran patrono, si, y muy amigo de Beethoven, a quien tuvo invitado como huésped permanente en su casa varios años. El príncipe era un gran amante y conocedor de la música. Tocaba el pianoforte, y estudiando a Beethoven e interpretando sus piezas mejor o peor, intentaba convencerle de que no cambiase nada de su estilo de composición. En su palacio había todos los viernes sesiones musicales y además del príncipe intervenían cuatro solistas contratados y un amigo amateur par interpretar por primera vez la música recién compuesta por Beethoven, quien generalmente escuchaba complacido las opiniones de estos caballeros. Solían asistir grandes músicos y amantes de la música"
Además de permitirse el lujazo de tener a un genio en su casa y de disfrutar en la intimidad de su palacio de la música recién compuesta por este, tenían la costumbre por aquella época de someter a duelo musical a sus protegidos y Beethoven no era menos, resultando Hummel uno de sus más duros competidores, tanto que Viena se dividió en seguidores de uno u otro, debido a sus formas totalmente opuestas de entender el piano. En estos verdaderos "mano a mano" que dirían los flamencos, se palpaba la cultura musical vienesa y se vivían como si fueran encuentros deportivos entre dos grandes rivales. El fabuloso Carl Czerny (alumno de Beethoven y profesor de Liszt) contaba en uno de sus escritos:
"Encontramos a Gelinek en la calle, y nos dijo que esa tarde tendría que romper una lanza con un pianista desconocido, "le daré un buen baño", añadió. Al día siguiente le tropezamos de nuevo y le preguntamos qué tal había salido la justa musical de la víspera. "Oh -dijo Gelinek-, recordaré mucho tiempo esa velada, ese jovencito tiene el demonio dentro. Nunca he oído interpretar así. Le di un tema muy difícil para que probase su capacidad de improvisación y lo hizo como no lo he escuchado ni al mismísimo Mozart. Luego tocó composiciones suyas, que son grandiosas en el máximo grado, y desplegó dificultades y efectos en el piano por encima de todos los que hubiésemos podido imaginar." "Cómo se llama", preguntó mi padre. "Es un jovenzuelo, bajo, moreno, pueblerino y de aspecto obstinado. Ha venido desde Alemania a estudiar composición con Haydn, con Albrechtsberger y con Salieri, vive en casa del príncipe Lichnowsky, y se llama Beethoven"
Estos eran los inicios del fabuloso Beethoven, una personalidad fantástica que a causa de su sordera y de su orgullo se iría retirando de una sociedad que no le era esquiva en principio, cambiando radicalmente su carácter al no poder tocar en público o mantener simplemente una conversación, él, que era un dios de la música. A esa época de rebeldía a su mal, en el que escribe su revelador "Testamento de Heiligenstadt", (1802) pertenece la Sonata en re menor nº 17 conocida como "Tempestad", una obra que supone la aparición de un espíritu radicalmente nuevo en la forma de la sonata clásica. Tras un primer movimiento "Largo-Allegro" que ha sido tomado como muestra de la serenidad ante la tempestad y un "Adagio" que puede que sea la parte más endeble de la sonata, llega un verdaderamente luminoso "Allegretto" final, en el que genialmente se repite un ritmo de semicorcheas rígidamente mantenido que describe un clima de intima tensión y que según contaba Czerny, le había sido inspirado a Beethoven por la contemplación de galope de un caballo desde las ventanas de su residencia de Heiligenstadt. La sencillez y reiteración implacable del motivo musical son vehículos de la inquietud y del anhelo que vivía su propia persona. El movimiento y con el la sonata, concluyen sin laboriosas apoteosis de notas que anuncien al espectador el final de la obra, sino que, como un reloj al que se le acaba la cuerda, simplemente se detiene. Es una obra poco difundida en la actualidad, pero que el mismo Beethoven consideraba una de sus obras preferidas. Os dejo la sonata completa, pero para los que quieran ir a lo esencial os recomiendo no perderse el movimiento final. La obra es interpretada por el gran Daniel Barenboim.
Fuentes:
Perfiles humanos: Juan Antonio Vallejo-Nágera (Ed. Planeta)
Beethoven: Obra completa comentada - Arturo Reverter (Ed. Península)
Primer movimiento: "Andante Allegreto"
Segundo movimiento: "Adagio"
Tercer movimiento: "Allegretto"
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