lunes, 3 de diciembre de 2012
Vicente Blasco Ibáñez.- Prefacio de "Los cuatro jinetes del Apocalipsis"
AL LECTOR
En julio de 1914 noté los primeros indicios de la próxima guerra europea, viniendo de Buenos Aires a las costas de Francia en el vapor alemán König Friedrich August. Era el mismo buque que figura en los primeros capítulos de esta obra. No quise cambiar ni desfigurar su nombre. Copias exactas del natural son también los personajes alemanes que aparecen en el principio de la novela.
Los oí hablar con entusiasmo de la guerra preventiva y celebrar, con una copa de champaña en la mano, la posibilidad, cada vez más cierta, de que Alemania declarase la guerra, sin reparar en pretextos. ¡Y esto en medio del Océano, lejos de las grandes agrupaciones humanas, sin otra relación con el resto del planeta que las noticias intermitentes y confusas que podía recoger la telegrafía sin hilos del buque en aquel ambiente agitado por los mensajes ansiosos que cruzaban todos los pueblos!... Por eso sonrío con desprecio o me indigno siempre que oigo decir que Alemania no quiso la guerra y que los alemanes no estaban deseosos de llegar a ella cuanto antes.
El primer capítulo de Los cuatro jinetes del Apocalipsis me lo proporcionó un viaje casual a bordo del último transatlántico germánico que tocó Francia.
Viviendo semanas después en el París solitario de principios de septiembre de 1914, cuando se desarrolló la primera batalla del Marne y el Gobierno francés tuvo que trasladarse a Burdeos por medida de prudencia, al ambiente extraordinario de la gran ciudad me sugirió todo el resto de la presente novela. Marchando por las Avenidas afluentes al Arco del Triunfo, que en aquellos días parecían de una ciudad muerta y contrastaban, por su fúnebre soledad, con los esplendores y riquezas de los tiempos pacíficos, tuve la visión de los cuatro jinetes, azotes de la Historia, que iban a trastornar por muchos años el ritmo de nuestra existencia. (...)
Esta novela la escribí en París cuando los alemanes estaban a unas docenas de kilómetros de la capital, y bastaba tomar un automóvil de alquiler en la plaza de la Ópera para hallarse en menos de una hora a pocos metros de sus trincheras, oyendo sus conversaciones a través del suelo siempre que cesaba el traquetear de fusiles y ametralladoras, restableciéndose el silencio sobre los desolados campos de muerte.
La falta de medios de comunicación dentro de París y la escasez de dinero que trajo para muchos la guerra, me obligaron a abandonar la elegante casita con jardín que ocupaba en las inmediaciones del Bosque de Bolonia, instalándome en un barrio vulgarísimo del centro, en una casa de numerosos habitantes, cuyas paredes y tabiques dejaban pasar los sonidos como si fuesen de cartón.
La guerra parecía atraernos y aglomerarnos a los habitantes de la ciudad. Nuestra vida tenía algo de campamento. Los niños jugaban en la calle lo mismo que en un villorrio: toda clase de ruidos e incomodidades eran tolerados. ¡Quién iba a quejarse, como en los tiempos normales, cuando la única preocupación era saber si el enemigo había avanzado o retrocedido, y al cerrar la noche todos mirábamos inquietos la negrura del cielo cortada por las mangas luminosas de los reflectores, preguntándonos si dormiríamos en paz o si las escuadrillas aéreas, con sus proyectiles, vendrían a interrumpir nuestro sueño!...
En los diversos pisos de mi casa existían cuatro pianos, y todos ellos sonaban desde las primeras horas de la mañana hasta después de medianoche. Las vecinas distraían su aburrimiento o su inquietud con un pianoteo torpe y monótono, pensando en el marido, en el padre o en el novio que estaban en el frente. Además, había que preocuparse del carbón, que era puro barro y no calentaba; del pan de guerra, nocivo para el estómago; de la mala calidad de los víveres, de todas las penalidades de una vida triste, mezquina y sin gloria a espaldas de un ejército que se bate.
Nunca trabajé en peores condiciones. Tuve las manos y el rostro agrietados por el frío; usé zapatos y calcetines de combatiente, para sufrir menos los rigores del invierno.
Así escribí Los cuatro jinetes del Apocalipsis.
Reconozco que hoy no podría terminar una novela en aquella menguada habitación, con tres pianos sobre la cabeza, otro piano bajo los pies, y una ventana al lado dando sobre una calle maloliente, por la carencia de limpieza pública, donde jugaban a gritos docenas de chiquillos faltos de padres, pues éstos sólo de tarde en tarde podían alcanzar un permiso para volver del frente. Además, transitaban por ella sin descanso cantores populares y toda clase de estrépitos, excepcionalmente tolerados.
Pero el ambiente heroico de la guerra influía en nosotros, y durante cuatro años vivimos todos en Paría de un modo que nos asombra ahora al recordarlo.
La novela imaginada y escrita en un piso de la rue Rennequin ha dado después la vuelta a la Tierra, siendo traducida a los idiomas de todos los pueblos civilizados y obteniendo en algunos de éstos -los más importantes y poderosos- un éxito que nunca llegué a sospechar.
V. B. I. 1923.
Imagen: Arnold Böcklin - War, 1896.
Muertes absurdas de grandes personajes históricos
En la historia se han dado casos de muertes inverosímiles que han perdurado en el recuerdo. Muchos personajes famosos e importantes perecieron de la manera más tonta. Aquí recogemos una pequeña lista.
- ESQUILO (535 a.C - 456 a.C) Filósofo y Dramaturgo griego, considerado el primer gran representante de la tragedia Griega. Murió golpeado por una tortuga que cayó de las garras de un águila sobre su cabeza. Según cuenta la historia, los buitres cogían las tortugas y las abrían tirándolas contra las rocas. Un buitre confundió la cabeza de Esquilo con una piedra (era calvo) y le lanzó una tortuga, dejándolo seco en el acto.
-ATILA EL HUNO: Uno de los villanos más notorios de la historia, su ejército había conquistado toda Asia en 450 a.C., desde Mongolia hasta el borde del Imperio Ruso, destruyendo y saqueando todo a su paso.
Murió de una hemorragia nasal en su noche de bodas.
En el 453 a.C., Atila se casó con una joven llamada Ildico. A pesar de su reputación en el campo de batalla, Atila solía comer y beber poco en los grandes banquetes. En su noche de bodas, sin embargo, decidió soltarse, engullendo comida y bebida. En algún momento durante la noche sufrió una hemorragia en la nariz pero estaba demasiado borracho para darse cuenta. Se ahogó en su propia sangre y fue encontrado muerto la mañana siguiente.
-TYCHO BRAHE: Un importante astrónomo danés del S. XVI. Su trabajo permitió a Sir Isaac Newton llegar a formular la teoría de la gravedad. Murió por no llegar a tiempo al baño.
En el S. XVI, se consideraba un insulto el levantarse de la mesa antes de que la comida hubiese terminado. Brahe, conocido por beber en exceso, tenía problemas de vejiga pero olvidó aliviarse antes de que empezase el banquete. Además, empeoró el problema por beber demasiado en la cena y era demasiado educado para pedir que le excusaran. Su vejiga finalmente explotó, matándolo lenta y dolorosamente durante los siguientes 11 días.
- AGATOCLES (361 a.C - 289 a.C). Tirano de Siracusa. La historia recogió que fue asesinado pero en realidad se atragantó con un palillo.
- ARQUÍMEDES (287 a.C - 212 a.C). Después del asedio de los romanos a Siracusa durante la Segunda Guerra Púnica, los romanos entraron en su casa y allí encontraron a un sabio griego que recriminaba insistentemente que no pisaran sus dibujos. Pese a que a Arquímedes se le consideraba un gran activo científico más allá de Grecia, el soldado romano no tuvo deferencias y lo mató. Las últimas palabras recogidas por la historia de Arquímedes fueron "no molestes a mis círculos".
- ENRIQUE I DE CASTILLA (1204-1217). El que fuera rey de castilla con solamente 10 años, murió de una pedrada en la cabeza jugando con sus amigos.
- MAXIMILIANO DE AUSTRIA (1459 - 1519). Emperador del imperio Romano Germánico. Una indigestión de melones le quitó la vida.
- FRANCIS BACON (1561 - 1828). Una de las mentes más influyentes de finales del S. XVI. Un estadista, un filósofo, un escritor y un científico, que incluso se rumoreó que había escrito algunas de las obras de Shakespeare. Murió rellenando un pollo de nieve
Una tarde, en 1625, Bacon estaba mirando una tormenta de nieve y llamó la atención la idea maravillosa que tal vez la nieve podría ser utilizado para conservar la carne de la misma manera que la sal Decidido a probarlo (por algo era empirista), compró un pollo en una aldea cercana, lo mató, y luego, de pie en la nieve, intentó rellenar el pollo con nieve para ver si, cubierto de nieve, se congelaba. El pollo nunca se congeló, pero Bacon sí
-HORACE WELLS: Pionero en el uso de la anestesia en la década de 1840
Utilizó anestésicos para suicidarse.
Mientras experimentaba con varios gases para su investigación anestésica, Wells se convirtió en adicto al cloroformo. En 1848 fue arrestado por rociar a dos mujeres con ácido sulfúrico. En una carta que escribió desde la cárcel, culpó al cloroformo de sus problemas, afirmando que se había colocado antes del ataque. Cuatro días después fue encontrado muerto en su celda. Se había anestesiado a sí mismo con cloroformo y se había abierto la arteria del muslo con una navaja.
- JEAN BAPTISTE LULLY (1632 -1687). Compositor francés y creador de la ópera francesa. Falleció por una gangrena al clavarse la batuta en el pie. En aquella época (1687) la batuta del director de orquesta era un pesado bastón con el que se golpeaba el suelo. En un fragmento difícil, Lully se enfadó tanto con sus músicos y golpeó el suelo con tanta furia que en su arrebato de cólera se golpeó el pie con el bastón, se le infectó, se le gangrenó y la broma lo llevó a la tumba.
- ALLAN PINKERTON (1819 -1884), Fundador de la primera agencia de detectives del mundo. Murió por una gangrena tras morderse la lengua.
- ALEJANDRO I DE GRECIA (1893 - 1920). Rey desde 1917, tuvo la mala suerte de sufrir un mordisco de su mono y contagiarse de la rabia.
- ISADORA DUNCAN (1877 - 1927). Bailarina estadounidense y una de las madres de la danza moderna. Murió estrangulada por la larga chalina que llevaba alrededor de su cuello, cuando ésta se enredó en la llanta del automóvil en el que viajaba.
-JEROME IRVING RODALE: Padre fundador del movimiento a favor de alimentos ecológicos, creador de la revista “Agricultura Ecológica y Jardinería”, y fundador de Rodale Press, una empresa editorial muy importante.
Cómo murió: En el show de Dick Cavett, mientras discutía los beneficios de los alimentos ecológicos.
Rodale, que se jactaba: “Voy a vivir hasta los 100 si no me atropellado un taxista enloquecido de azúcar,” tenía solamente 72 años cuando apareció en el show de Dick Cavett en enero de 1971. A mitad de la entrevista, cayó muerto en su silla. Causa de la muerte: ataque al corazón. El programa nunca se emitió
-PLINIO EL VIEJO, naturalista demasiado concienzudo. Vio el Vesubio en actividad durante la erupción que arrasó Pompeya (en el 79 d.C.) y queriendo estudiar el fenómeno de cerca, no se conformó con huir y ponerse a salvo sino que se acercó y entre temblores de tierra, gases, humaredas y el pánico, murió de una crisis cardiaca
-TENNESSE WILLIAMS, dramaturgo norteamericano, muerto en 1983 al tragarse el tapón de un tubo de medicamentos que intentaba abrir.
-LA ESPOSA DE WILLIAM BURROUGHS. Una noche de alcohol, en México el año 1951, el escritor americano William Burroughs y su mujer estaban jugando a ser Guillermo Tell. Jugaban en serio: con una manzana en la cabeza de la esposa, Joan, con la excepción de que Burroughs prefería un Colt 45 al arco y la flecha porque era un excelente tirador. Bueno... al menos lo solía ser. Las consecuencias: para uno prisión por homicidio involuntario, para la otra muerte por hemorragia cerebral.
Imagen: Albrecht Kauw.- Danza Macabra, 1649 —
Jimmy Dorsey
Los hermanos Dorsey formaron una de las mejores alianzas del jazz. Ambos llegaron a lideran big bands por separado, aunque hoy día la más recordada es la de Tommy Dorsey, una big band realmente portentosa y en la que dio sus primeros pasos hasta llegar a la fama el por entonces muy melodioso Frank Sinatra. Arriba podemos ver a la izquierda a Tommy Dorsey con su trombón, y a su lado, con su saxofón, vemos a su hermano Jimmy Dorsey; y es de este último del que queríamos contar una anécdota:
Al parecer Jimmy tenía una forma un tanto singular de decir las cosas y de conseguir que su orquesta sonara conforme a sus deseos. En cierta ocasión que la banda no daba con el sonido esperado y tras detectar él músico que no seguía las directrices marcadas se dirigió a el y le dijo:
- "Se que tiene usted un oído perfecto…., tan perfecto que lo tiene usted sin agujero"
Sirva la anécdota para poder escuchar a Jimmy Dorsey en los videos que siguen
La foto es de 1947.-
Jimmy Dorsey y su orquesta en 1940
Jimmy Dorsey y Helen O'Connell - Embraceable You, 1941
Jimmy Dorsey y Bunny Berigan
Suscribirse a:
Entradas (Atom)