jueves, 27 de marzo de 2014

Philomena (Stephen Frears, 2013).- Frases de la película


Philomena: ¿Cree en Dios, Martin?
Martin: ¿Por dónde empezar? Es una pregunta complicada para una respuesta simple. ¿Usted cree?
Philomena: Sí.


Jane: Conozco a una mujer que dio a luz de adolescente, y lo mantuvo en secreto durante 50 años. Me enteré hoy. Disculpe. Unas monjas le quitaron el bebé. La obligaron a darlo en adopción. Lo mantuvo en secreto todo este tiempo.
Martin: Estoy trabajando en un libro sobre historia rusa. Lo que me cuenta entre dentro de notas de interés humano. No es lo mío.
Jane: ¿Por qué no?
Martin: Porque “notas de interés humano” es un eufemismo para hablar de gente vulnerable e ignorante. Y quienes lo leer en el periódico son los vulnerables e ignorantes. No digo que usted lo sea. Espero que encuentre a alguien. -


Philomena: El miedo aumenta ahora que nos acercamos. Era más fácil preguntarme si estaba en problemas, en prisión… o quien sabe dónde. Me reconfortaba imaginarlo feliz y exitoso. ¿Pero si murió en Vietnam o regresó sin piernas, o vive en la calle?
Martin: No se altere por algo que aún no sabemos.
Philomena: ¿Y si es drogadicto? ¿Y si es obeso?
Martin: ¿Obeso?
Philomena: Vi un documental, muchos estadounidenses son enormes. ¿Y si le ocurrió eso?
Martin: ¿Por qué sería obeso?
Philomena: ¡Por el tamaño de las raciones! -


Martin: ¿Por qué lo ocultó durante 50 años?
Philomena: Lo que hice fue pecado. Reprimí todo recuerdo. Luego pensé que mantenerlo oculto también era pecado, porque mentía a todos. Y me hallé sin saber cuál pecado era peor, tener el bebé o mentir. Al final no pude decidirme.


Philomena: Quisiera confesarme. Al venir pasamos por una iglesia.
Martin: ¿Qué desea confesar?
Philomena: Mis pecados, por supuesto.
Martin: ¿Qué pecados? La iglesia católica debe confesarse, no usted. “Perdón, Padre, he pecado. Encarcelé jóvenes contra su voluntad. Las usé como mano de obra y vendí sus hijos al mejor postor”.
Philomena: Espero que Dios no lo escuche.
Martin: ¡No creo en Dios! Mire, no me cayó ningún rayo.
Philomena: ¿Qué quiere demostrar?
Martin: No necesita la religión para llevar una vida feliz y equilibrada.
Philomena: ¿Cómo la suya?
Martin: Soy periodista, hago preguntas. No creer ayuda a la verdad. ¿Qué dice la Biblia? “Feliz el que no ve y aún cree” ¡Hurra por la fe ciega y la ignorancia!
Philomena: ¿En qué cree? ¿En provocar y ser arrogante?
Martin: El otro día leí un titular satírico acerca del sismo en Turquía. “Dios volvió a superar a los terroristas”. ¿Necesita arrasar cuentos de miles de personas? Pregúntele mientras está allí. Él dirá: “Actúo de forma misteriosa”.
Philomena: Creo que dirá que usted es un maldito idiota. -


Martin: Qué curioso. Los documentos que ayudarían a encontrarlo, se destruyeron. Pero el documento que evita que lo encuentre, está intacto. Dios en su sabiduría decidió salvarlo de las llamas.
Philomena: Creí que debía ser castigada por el terrible pecado cometido. Pero lo que empeoró todo fue que lo disfruté.
Martin: ¿Qué?
Philomena: El sexo. ¡Fue maravilloso! Sentí que flotaba en el aire. Él era tan apuesto. Me sostuvo en sus brazos. Ni siquiera sabía que tenía clítoris. Después creí que todo lo placentero estaba mal.
Martin: Malditos católicos.



Philomena: Completamos el círculo.
Martin: Sí. “El final de la búsqueda será llegar al comienzo y conocer el lugar por primera vez”.
Philomena: Eso es hermoso, Martin. ¿Se le ocurrió a usted?
Martin: No, cité a T.S. Eliot.
Philomena: No importa, aún así es bello. -



Hermana Hildegarde: No hay nada que hacer o decir.
Philomena: Hallé a mi hijo. A eso vine, Martin.
Martin: Un momento. Le diré qué hacer. ¿Qué le parece disculparse? Deje de tapar todo. Limpie las tumbas de las madres y bebés que murieron en el parto.
Hermana Hildegarde: El sufrimiento fue el tormento por sus pecados.
Martin: ¡Una de las madres tenía 14!
Philomena: ¡Martin, suficiente!
Hermana Hildegarde: Jesucristo será mi juez, no usted.
Martin: Fue Jesús quien la puso en esa maldita silla. Y ya no podrá pararse.
Philomena: ¡Basta! Lo siento. No quise provocar el incidente.
Martin: No se disculpe. Anthony agonizaba y no le contaron acerca de usted.
Philomena: Me ocurrió a mí, no a usted. Yo decidiré qué hacer.
Martin: ¿No hará nada?
Philomena: No… Hermana Hildegard. Sepa que la perdono.
Martin: ¿Así no más?
Philomena: No así no más. Es duro para mí. No quiero odiar a la gente. No quiero ser como usted. Mírese.
Martin: Estoy enfadado.
Philomena: Debe ser agotador.
Martin (dirigiéndose a la Hermana Hildegarde): (…) Yo no puedo perdonarla. -

Philomena: ¿Cree en Dios, Martin?
Martin: ¿Por dónde empezar? Es una pregunta complicada para una respuesta simple. ¿Usted cree?
Philomena: Sí.


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Philomena: ¿Cree en Dios, Martin?
Martin: ¿Por dónde empezar? Es una pregunta complicada para una respuesta simple. ¿Usted cree?
Philomena: Sí.


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Philomena: Sí.


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Philomena: Sí.


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