viernes, 2 de noviembre de 2012

Anacleto, agente secreto (Vázquez)



"Anacleto, agente secreto" es una serie de historietas creada por Manuel Vázquez Gallego en 1964 para las revistas de la Editorial Bruguera, y protagonizada por el personaje homónimo. Es una de las tres obras más célebres de su autor, junto a las anteriores Las hermanas Gilda (1949) y La familia Cebolleta (1951).

La serie es una parodia de las novelas, películas y series de espías, entonces tan en boga, igual que otras historietas contemporáneas (El agente 0077 de Torá y 7-7, cero a la izquierda de Rojas de la Cámara).

Según algunos, el modelo de Anacleto sería James Bond; el propio Vázquez, sin embargo, aseguró en una ocasión que se había basado en Maxwell Smart, el protagonista de la serie televisiva Superagente 86. En Anacleto se hace uso continuado de todos los gags relacionados con el género: mensajes secretos, microfilms, agentes dobles, etc.
El protagonista es un hombre joven, de pelo negro, con un característico mechón en el flequillo y nariz alargada. Viste traje negro con camisa blanca y pajarita. En la boca tiene permanentemente un cigarrillo.

El otro personaje de la serie es el jefe de Anacleto, gordo, con la cabeza absolutamente calva y gafas. Para marcar iconográficamente la diferencia de status, el jefe fuma gruesos cigarros puros. Uno de los temas recurrentes de la serie es la relación de Anacleto con su jefe. Éste manda a Anacleto a las misiones más difíciles, de las que sale frecuentemente mal parado, y le niega sistemáticamente los anticipos que su subordinado le solicita una y otra vez ; por su parte, Anacleto procura engañar a su jefe siempre que puede. Este es el aspecto en que la serie toma un sesgo más costumbrista, e incluso de leve crítica social.

En varias ocasiones el villano de la historieta es el propio autor, bajo el nombre de el malvado Vázquez. Ocasionalmente aparece el Profesor Boro.

Los decorados, mayoritariamente urbanos, son minimalistas y esquemáticos, como es frecuente en la Escuela Bruguera. Otros escenarios frecuentes son los siguientes:

El desierto, en especial el de Gobi: Acudir allí para realizar alguna misión es la fobia principal del protagonista, quien asediado por la sed solo ve espejismos en los que cae y desprecia el chiringuito real ; en el caso de poder usarlo solo consigue dos bocadillos de anchoas y en último lugar al pedir la ansiada cerveza, el chiringuito cierra por cualquier motivo y se queda tirado aún más sediento.

En segundo lugar las misiones en montañas altísimas que al final están dotadas de ascensor.

También característico es el tiburón que persigue siempre a Anacleto en las misiones que tengan como escenario el mar (sea yendo a una isla, o cruzándolo con barco), este animal (a veces varios), pretende zamparse a Anacleto (aunque nunca lo consigue), pero mantiene una especie de amistad por oficio.

El Gran Dictador (Charles Chaplin, 1940).- El gran discurso final




"Lo siento, pero no quiero ser emperador. No es lo mío. No quiero gobernar o conquistar a nadie. Me gustaría ayudar a todo el mundo -si fuera posible-: a judíos, gentiles, negros, blancos. Todos nosotros queremos ayudarnos mutuamente. Los seres humanos son así. Queremos vivir para la felicidad y no para la miseria ajenas. No queremos odiarnos y despreciarnos mutuamente. En este mundo hay sitio para todos. Y la buena tierra es rica y puede proveer a todos.

El camino de la vida puede ser libre y bello; pero hemos perdido el camino. La avaricia ha envenenado las almas de los hombres, ha levantado en el mundo barricadas de odio, nos ha llevado al paso de la oca a la miseria y a la matanza. Hemos aumentado la velocidad. Pero nos hemos encerrado nosotros mismos dentro de ella. La maquinaria, que proporciona abundancia, nos ha dejado en la indigencia. Nuestra ciencia nos ha hecho cínicos; nuestra inteligencia, duros y faltos de sentimientos. Pensamos demasiado y sentimos demasiado poco. Más que maquinaria, necesitamos humanidad. Más que inteligencia, necesitamos amabilidad y cortesía. Sin estas cualidades, la vida será violenta y todo se perderá.

El avión y la radio nos han aproximado más. La verdadera naturaleza de estos adelantos clama por la bondad en el hombre, clama por la fraternidad universal, por la unidad de todos nosotros. Incluso ahora, mi voz está llegando a millones de seres de todo el mundo, a millones de hombres, mujeres y niños desesperados, víctimas de un sistema que tortura a los hombres y encarcela a las personas inocentes. A aquellos que puedan oírme, les digo: “No desesperéis”.

La desgracia que nos ha caído encima no es más que el paso de la avaricia, la amargura de los hombres, que temen el camino del progreso humano. El odio de los hombres pasará, y los dictadores morirán, y el poder que arrebataron al pueblo volverá al pueblo. Y mientras los hombres mueren, la libertad no perecerá jamás.


¡Soldados! ¡No os entreguéis a esos bestias, que os desprecian, que os esclavizan, que gobiernan vuestras vidas; decidles lo que hay que hacer, lo que hay que pensar y lo que hay que sentir! Que os obligan a hacer la instrucción, que os tienen a media ración, que os tratan como a ganado y os utilizan como carne de cañón. ¡No os entreguéis a esos hombres desnaturalizados, a esos hombres-máquina con inteligencia y corazones de máquina! ¡Vosotros no sois máquinas! ¡Sois hombres! ¡Con el amor de la humanidad en vuestros corazones! ¡No odiéis! ¡Sólo aquellos que no son amados odian, los que no son amados y los desnaturalizados!

¡Soldados! ¡No luchéis por la esclavitud! ¡Luchad por la libertad!

En el capítulo diecisiete de san Lucas está escrito que el reino de Dios se halla dentro del hombre, ¡no de un hombre o de un grupo de hombres, sino de todos los hombres! ¡En vosotros! Vosotros, el pueblo, tenéis el poder, el poder de crear máquinas. ¡El poder de crear felicidad! Vosotros, el pueblo, tenéis el poder de hacer que esta vida sea libre y bella, de hacer de esta vida una maravillosa aventura. Por tanto, en nombre de la democracia, empleemos ese poder, unámonos todos. Lucharemos por un mundo nuevo, por un mundo digno, que dará a los hombres la posibilidad de trabajar, que dará a la juventud un futuro y a los ancianos seguridad.

Prometiéndoos todo esto, las bestias han subido al poder. ¡Pero mienten! No han cumplido esa promesa. ¡No la cumplirán! Los dictadores se dan libertad a sí mismos, pero esclavizan al pueblo. Ahora, unámonos para liberar el mundo, para terminar con las barreras nacionales, para terminar con la codicia, con el odio y con la intolerancia. Luchemos por un mundo de la razón, un mundo en el que la ciencia y el progreso lleven la felicidad a todos nosotros. ¡Soldados, en nombre de la democracia, unámonos!

(...) ¡Las nubes están desapareciendo! ¡El sol se está abriendo paso a través de ellas! ¡Estamos saliendo de la oscuridad y penetrando en la luz! ¡Estamos entrando en un mundo nuevo, un mundo más amable, donde los hombres se elevarán sobre su avaricia, su odio y su brutalidad! (...) ¡Han dado alas al alma del hombre y, por fin, empieza a volar! ¡Vuela hacia el arco iris, hacia la luz de la esperanza! (...) ¡Alza los ojos!"





Creí que mi padre era Dios (Relatos compilados por Paul Auster)





 MESA PARA DOS (Lori Peikoff)

En 1947 mi madre, que se llama Deborah, tenía veintiún años y estudiaba literatura inglesa en la Universidad de Nueva York. Era una chica preciosa, vehemente aunque introvertida, y sentía una gran pasión por los libros y las ideas. Leía de una forma voraz y quería ser escritora algún día.


Mi padre, que se llama Joseph, era entonces un pintor en ciernes, que vivía de dar clases de arte en un instituto del West Side. Los sábados pintaba durante todo el día en su casa o en Central Park y después solía permitirse un pequeño lujo. La noche del sábado en cuestión decidió ir a un restaurante de barrio llamado La Vía Láctea.
La vía Láctea resultó ser el restaurante preferido de mi madre, y aquel sábado, después de estudiar toda la mañana y parte de la tarde, se fue allí a cenar llevando consigo un viejo ejemplar de Grandes Esperanzas de Dickens. El restaurante estaba abarrotado y mi madre ocupó la última mesa que quedaba. Se preparó para toda una velada de goulash, vino tinto y Dickens, y rápidamente perdió contacto con la realidad que la rodeaba.
Media hora después el restaurante estaba tan lleno que sólo se podía comer de pie en la barra. La agotada camarera se acercó a mi madre y le preguntó si podía compartir la mesa con otra persona. Mi madre dio su consentimiento casi sin apartar los ojos del libro.
"Una vida trágica la del pobre Pip" dijo mi padre al ver la gastada cubierta de Grandes Esperanzas. Mi madre levantó la mirada y en ese momento, según ella, vio algo extrañamente familiar en los ojos de aquel hombre. Muchos años después, cuando yo le suplicaba que me contara la historia una vez más, suspiraba y decía "Me vi a mi misma en sus ojos".
Mi padre totalmente cautivado por la persona que tenía delante,  jura hasta el día de hoy que oyó una voz dentro de él: "Esta mujer es tu destino", e inmediatamente sintió un cosquilleo que le recorría el cuerpo de la cabeza a los pies. Sea lo que fuere lo que mis padres vieron, oyeron o sintieron aquella noche, ambos se dieron cuenta de que había sucedido algo casi milagroso.
Hablaron durante horas, como dos viejos amigos que se encuentran después de mucho tiempo. Más tarde cuando se despidieron, mi madre escribió su número de teléfono en el interior de la tapa de Grandes Esperanzas y le regaló el libro a mi padre. Él le dijo adiós, besándola dulcemente en la frente,  después se alejaron, en direcciones opuestas, y se perdieron en la noche.
Ninguno de los dos pudo dormir, incluso después de cerrar los ojos, mi madre sólo veía una cosa: el rostro de mi padre. Y él, que no podía dejar de pensar en ella, se quedó toda la noche levantado, pintando el rostro de mi madre.
Al día siguiente, que era domingo, fue a Brooklyn a visitar a sus padres. Se llevó el libro para leerlo en el metro, pero estaba tan exhausto después de pasar la noche en vela que, tras leer algunos párrafos, le entró sueño. Así que metió el libro en uno de los bolsillos de su abrigo- que había dejado en el asiento junto a él- y cerró los ojos. No se despertó hasta que el tren se detuvo en Brighton Beach, en el extremo opuesto de Brooklyn.
Para entonces el tren estaba desierto y, cuando abrió los ojos y fue a coger sus cosas, el abrigo había desaparecido. Alguien lo había robado, y dado que el libro estaba en uno de sus bolsillos, también se había quedado sin él, lo que significaba que también se había quedado sin el número de teléfono de mi madre. Desesperado, empezó a buscar por todo el tren, mirando debajo de los asientos, no sólo de su vagón sino de los vagones anterior y posterior al suyo. Joseph se había sentido tan feliz de haber conocido a Deborah que no se había preocupado de saber cuál era el apellido. La única referencia que tenía de ella era su número de teléfono.
Mi madre nunca recibió la llamada que esperaba. Mi padre la buscó en varias ocasiones en el Departamento de Inglés de la Universidad de Nueva York, pero nunca la encontró. El destino les había traicionado a los dos. Lo que aquella primera noche en el restaurante había parecido inevitable pasó a ser algo claramente imposible.
Aquel verano los dos se fueron a Europa. Mi madre fue a Inglaterra a hacer un curso de literatura en Oxford y mi padre se fue a pintar a París. A finales de julio, mi madre tenía un descanso de tres días en sus estudios y voló a París, decidida a absorber toda la cultura que pudiese durante aquellas setenta y dos horas. En el viaje se llevó un nuevo ejemplar de Grandes Esperanzas. Después de la triste historia con mi padre, no había tenido la fuerza de volver a leerlo, pero una vez en París y sentada en un restaurante abarrotado, después de un largo día de visitas turísticas, lo abrió por la  primera página y empezó otra vez a pensar en él.
Al acabar de leer unas pocas frases, el mâitre interrumpió su lectura para preguntarle, primero en francés y después en un inglés macarrónico, si le importaría compartir su mesa. Mi madre dio su consentimiento y volvió a la lectura: enseguida oyó una voz conocida, que decía:
"Una vida trágica la del pobre Pip", ella levantó la mirada y allí estaba él otra vez."


  Los Ángeles, California


Imagen: Matisse

Alejandra Pizarnik.- La Carencia





Yo no sé de pájaros,
no conozco la historia del fuego.
Pero creo que mi soledad debería tener alas.

"Mirror of Venus" - Wingate Paine



La fotografía pertenece al álbum "Mirror of Venus" de Wingate Paine, un capitán de la Marina que además de aficionado al Yoga y degustador experto de vinos franceses, resultó un exquisito erotómano según se desprende de sus series de fotografías de desnudos femeninos. A raíz de estos trabajos sus fotografías llegaron a las galerías y al campo de la publicidad. En 1967 publico el citado libro " Mirror of Venus" que es reconocido además de como una joya de la fotografía como una de las obras fetiche entro del campo del fino erotismo que además contiene textos de Federico Fellini y Françoise Sagan. El libro sería su obra más importante como fotógrafo, dedicándose posteriormente a la escultura y como profesor espiritual. Un fotógrafo singular sin duda.
 
Os dejamos un video con un repaso a su obra:
 

 

Josh Adamski.- fotografiando la calma


Copyright © 2012 (Josh Adamski). Todos los derechos reservados. 

Josh Adamski (1948) es un fotógrafo que nació y se crió en el Reino Unido aunque en la actualidad vive y trabaja en Israel. Tiene su residencia cerca de la playa y dice que esto le sirve para encontrar la inspiración en el mar. La mayoría de sus fotografías están manipuladas digitalmente para conseguir ese nivel de abstracción tan característico en su obra. Adamski utiliza siluetas para representar a las personas que aparecen en sus fotografías y conseguir, de esta manera, agregar un elemento de cierta intriga a su trabajo.  Aún así, las líneas suaves y borrosas hacen que su trabajo parezca estar a medio camino entre la fotografía y la pintura y después de todo, transmitir sensación de relativa calma.


Álbum con imágenes de Josh Adamski

W. Eugene Smith.- Paseo por el jardín del paraiso




"La fotografía es solamente una débil voz, pero a veces, tan sólo a veces, una o varias fotos pueden llevar a nuestros sentidos hacia la conciencia; las fotografías provocan en ocasiones emociones tan intensas que llegan a actuar como catalizadores del pensamiento.....
La fotografia es una débil voz. Una voz importante en mi vida, aunque no la única, una voz en la que tengo fe "
(W. Eugene Smith)

Tras ser herido en la Segunda Guerra Mundial, Eugene Smith pasó dos años sin tomar fotografías. La primera foto que tomó tras ese periodo fue la de sus hijos paseando por el jardín, la tituló: The walk to paradise garden (Paseo por el jardín del paraiso).
Smith había sufrido heridas, por el estallido de una granada, en las manos y la cara. Es así como él mismo relata su reencuentro con la cámara, al hacer la foto de sus hijos:
"El día que intenté hacer de nuevo, por primera vez, una fotografía, apenas podía poner el carrete en la cámara. Pero tenía la determinación de que la primera fotografía supondría un contraste con las fotografías de guerra y hablaría de la afirmación de la vida".
"Estaba obsesionado por la obstinada decisión de que, por algún motivo, esta primera foto tuviera un carácter singular. Nunca he entendido bien por qué debía de suceder así, por qué tenía que ser la primera y no la segunda, por qué si no la hubiese realizado aquel día no podría haberla conseguido la semana siguiente. De cualquier modo, me desafié a mí mismo, a mis nervios y a mi propia razón para obtenerla.
¿Quería probarme a mí mismo que estaba en condiciones de autodisciplinarme? ¿ Se trataba de orgullo o, tal vez, de una desmesurada valoración de mi habilidad? ¿O era simplemente el miedo de no poder reencontrar la fuerza de la imaginación, la agilidad física necesaria para mi trabajo o, aún peor, el pánico a convertirme en un peso muerto para mi familia y para el resto del mundo?
De una forma difícil de definir con claridad y cualquiera que fuese la razón o conjunto de razones, sentía que aquel sería el día de una importante decisión espiritual."

La definió como: "Un delicado momento de expresiva pureza que contrastase con la horrenda barbarie a la que me había enfrentado en mis fotografías de guerra, las últimas que había tomado". Y logró plasmar la esperanza de un camino hacia la luz para la inocencia de aquellos niños. Pero, fijaos bien, él permanecía en la sombra. Veía el camino hacia algo más hermoso y justo, lo suficiente para tomar nuevas fuerzas, pero debía volver al Purgatorio de la realidad: "Médico rural", "Aldea española", "Enfermera comadrona", "Un hombre de caridad", "Pittsburg", "Haití", "Minamata"... La "isla" existía... pero no para él


Edward Steichen eligió esta foto de Eugene Smith para cerrar la exhibición sobre el fotógrafo"The Family of Man". Esta exposición se inauguró en el Museum of Modern Art, de Nueva York, en 1955 y después circuló por 37 países durante ocho años. En buena medida la fotografía pasó a ser conocida por este hecho.
Ha sido una de las fotografías más conocidas del siglo XX.

(Para conocer mejor la obra de Smith, podéis ver el álbum sobre el fotógrafo en esta misma página) —

Álbum de Eugene Smith

Schopenhauer.- Reglas para ser feliz (según un pesimista)




"Eudemonología" o "el arte de ser feliz", explicado en 50 reglas para la vida es el título de una serie de artículos que escribió el filósofo alemán Arthur Schopenhauer (1788-1860), recopilados y posteriormente publicados. A diferencia de "El arte de tener razón", que ya en forma manuscrita aparece como una pequeña obra acabada, El arte de ser feliz nunca fue terminada y quedó en su forma más básica: las 50 reglas para la vida de las que se compone se redactaron en diversos momentos y se encuentran dispersas en los distintos volúmenes y carpetas del filósofo alemán. Veamos las 5 primeras .

REGLA Nº1: “Todos hemos nacido en Arcadia, es decir, entramos en el mundo llenos de aspiraciones a la felicidad y al goce y conservamos la insensata esperanza de realizarlas, hasta que el destino nos atrapa rudamente y nos muestra que nada es nuestro, sino que todo es suyo”… (“El prudente no aspira al placer, sino a la ausencia de dolor”, Aristóteles)…

REGLA Nº 2: "Evitar la envidia"

"Nunca serás feliz si te atormenta que algún otro sea más feliz que tú"; "Cuando piensas cuántos se te adelantan, ten en cuenta cuántos te siguen" ambas frases de Séneca

REGLA Nº3: …” Por eso el mero querer, y también poder, por sí mismos aún no bastan, sino que un hombre debe saber lo que quiere, y debe saber lo que puede hacer. Sólo así dará pruebas de su carácter, y sólo entonces podrá realizar algo con logro…pues tal como el pez es feliz en el agua, el pájaro en el aire y el topo debajo de la tierra, así todo ser humano sólo se siente bien en su ambiente…Debemos aprender a través de la Experiencia qué es lo que queremos y de qué somos capaces… Una vez que hemos averiguado dónde están nuestras capacidades e insuficiencias, cultivaremos nuestras disposiciones naturales sobresalientes para usarlas y aprovecharlas de todas las maneras posibles, y nos encaminaremos siempre en aquella dirección donde son útiles y válidas, mientras que evitaremos por completo, venciendo nuestros impulsos, los propósitos para los que por naturaleza tenemos poco talento”…

“Los capítulos amargos de la recomendación del conocimiento de sí mismo se puede ilustrar excelentemente con este verso de Ovidio: “El mejor libertador de aquel espíritu fue quien rompió las ligaduras que le ataban el pecho y dejó de sufrir de una vez por todas”.

REGLA Nª4: “Los bienes que a alguien nunca se le había pasado por la cabeza pretender, no los echa en absoluto de menos, sino que está plenamente satisfecho sin ellos…La riqueza es cómo el agua de mar: cuanto más se beba, más sed se tendrá. Lo mismo vale para la fama…”

REGLA Nº5: " … Por añadidura, los motivos que llevan al suicidio son muy diversos, de manera que no podemos indicar una desgracia lo bastante grande para que induzca con gran probabilidad a cualquier carácter al suicidio, y hay pocos males que, por insignificantes que parezcan, no hayan provocado también suicidios…Pero, dado que el dolor es esencial a la vida y también en cuanto a su grado sólo determinado por la naturaleza del sujeto…"

Horacio: “Recuerda que en tiempos arduos hay que conservar la ecuanimidad, lo mismo que en los buenos un ánimo que domine prudentemente la alegría excesiva”… Lucrecio: “Pues mientras nos falta lo que deseamos, nos parece que supera a todo en valor; pero cuando fue alcanzado, se presenta otra cosa, y así siempre estamos presos de la misma sed, nosotros que anhelamos la vida”.

Del libro “El arte de ser feliz”, recopilación de los apuntes de A. Schopenhauer, de la editorial Herder

Agustín García Calvo.- Libre te quiero




Libre te quiero,
como arroyo que brinca
de peña en peña.
Pero no mía.
Grande te quiero,
como monte preñado
de primavera.
Pero no mía.
Buena te quiero,
como pan que no sabe
su masa buena.
Pero no mía.
Alta te quiero,
como chopo que en el cielo
se despereza.
Pero no mía.
Blanca te quiero,
como flor de azahares
sobre la tierra.
Pero no mía.
Pero no mía
ni de Dios ni de nadie
ni tuya siquiera.

Imagen: J. Sorolla.- María en la playa  de Biarritz

Los versos, cantados por Amancio Prada:


Bertrand Russell.- Cartas a dos admiradores



1ª CARTA.- Oxford,  10 de noviembre de 1961

“Gracias de todo corazón por todas las cosas que usted ha hecho. Me gusta usted. Si viene alguna vez a Oxford venga a casa a tomar té conmigo. Con mucho afecto, Paul Altmann. Tengo seis años.”

RESPUESTA DE RUSSELL.- 24 de noviembre de 1961

“Querido Paul Altmann, te agradezco tu linda carta, que sobre todo me pone contento porque encuentro en ella un aliento para seguir con mi tarea. Me encantaría tomar el té contigo en tu casa, pero creo que por el momento no iré a Oxford. Pero cuando vaya te lo haré saber. Con mucho afecto y los mejores deseos de Bertrand Russell.”


2ª CARTA.-6 de enero de 1968

“Le agradezco mucho su autógrafo. Muchas gracias. También le he dado gracias a Dios.”

RESPUESTA DE RUSSELL.-

 “Estimada señorita Bush, me complace que le haya gustado mi autógrafo, pero siento que se lo haya agradecido a Dios, porque eso significa que él está perjudicando mis derechos de autor. Con los mejores deseos y cordiales saludos, Bertrand Russell.”




John Kenneth Galbraith por él mismo


 
Habrá que empezar a interesarse por saber como pensaban todos los que fraguaron en mayor o en menor medida todo este caos..... asi que a ver que pensaba, Galbraith... el afamado economista

"En cualquier organización es mucho, mucho más seguro estar equivocado con la mayoríaque tener razón solo"

"El estudio del tema del dinero, por encima de otros campos económicos, es el tema en el cual la complejidad se utiliza para disfrazar la verdad o para evadirla, en vez de revelarla"

"El proceso mediante el cual los bancos crean dinero, es tan simple, que la mente lo rechaza"

"Si no piensas en tu porvenir, no lo tendrás."

"Aunque todo lo demás falle, siempre podemos asegurarnos la inmortalidad cometiendo algún error espectacular."

"Para manipular eficazmente a la gente, es necesario hacer creer a todos que nadie les manipula."

"Bajo el capitalismo, el hombre explota al hombre. Bajo el comunismo, es justo al contrario."

"El dinero es algo muy singular. Le da al hombre tanta alegría como el amor y tanta angustia como la muerte."

"Cuanto mayor la riqueza, más espesa la suciedad."


John Kenneth Galbraith (1908-2006) Economista - EEUU