Puede que por la falta de cariño y abandono que siempre sufrió Marilyn, a los veinticinco años, cuando todavía no era famosa y solo podía ganarse unos dolares como modelo pin-up, seguía preguntándose quien podría quererla como esposa. Es cierto que a esa edad Marilyn ya había estado casada durante unos años con Jim Dougherty, pero la relación terminó fracasando y de nuevo se vio sola, un nuevo revés en su vida, que pudo ser la razón que la llevara a decir:
"No sé hacer la compra, ni la comida. Soy incapaz de coger los puntos saltados de una media. Lo único que sé es actuar ante las cámaras y no creo que eso influya mucho en el espíritu de un hombre que aspira a tener a una buena y eficiente esposa"
No era una idea nueva; recordaba que ya a los catorce años, después de una cita con un chico bastante mayor tuvo la misma sensación:
"Durante toda la velada me esforcé en obrar como una chica mayor, y solo logré poner de manifiesto mi corta edad. Fue después de aquel incidente cuando me pregunté por primera vez: ¿Quién querrá casarse conmigo?"
No todo eran dudas, y a pesar de los reveses era capaz también de sentenciar: "Prefiero la tranquilidad de la soledad que la decepción de una mala compañía" y a aconsejar:
"Cásate con el que sepa lo ridícula que puedes llegar a ser y aún así te ame"
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