jueves, 1 de agosto de 2013

Marguerite Durás.-La maladie de la mort (Fragmento)



Los llantos la despiertan. Ella
le mira. Mira la alcoba. Y de
nuevo le mira. Le acaricia la
mano. Pregunta: ¿Por qué llora?

Usted dice que ella es quien
debe decir por qué llora, que ella
es quien debiera saberlo.

Ella responde muy bajo, con
dulzura: Porque usted no ama.
Usted responde que así es.

Ella le pide que se lo diga clara-
mente. Usted se lo dice: No amo.

Ella dice: ¿Nunca?
Usted dice: Nunca.
Ella dice: El deseo de estar a
punto de matar a un amante, de
guardarlo para usted, para usted
solo, de poseerlo, de robarlo
contra todas las leyes, contra
todos los imperios de la moral, ¿no
lo conoce, no lo ha conocido
nunca?

Usted dice: Nunca.
Ella le mira, repite: Es raro un
muerto.

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Ella le pregunta si ha visto usted el mar,
le pregunta si ya es
de día, si el tiempo claro.

Usted dice que despunta el
día, pero que en esta época del
año es muy lento en invadir el
espacio que ilumina.

Ella le pregunta por el color
del mar.

Usted dice: Negro.
Ella responde que el mar nunca
 es negro, que usted debe de
confundirse.



Usted le pregunta si ella cree
que se le puede amar.

Ella dice que no se puede de
ninguna manera. Usted le pregunta:
¿Por culpa de la muerte?
Ella dice: Sí, por culpa de esa insipidez
de esa inmovilidad de su
sentimiento, por culpa de esa
mentira al decir que el mar es
negro.


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Y luego ella se calla.
Teme usted que ella vuelva a
dormirse, la despierta, le dice:
Hable más. Ella dice: Entonces,
hágame preguntas, por mí misma
no puedo. De nuevo le pregunta
 usted si se le puede amar.
Ella dice una vez más: No.

Ella dice que poco antes usted
tuvo ganas de matarla cuando
volvió de la terraza y entró por
segunda vez en la habitación,
que ella lo comprendió en su
sueño por su mirada sobre ella.
Ella le pide que le diga por qué.

Usted le dice que no puede saber
 por qué, que no tiene la inteligencia de su mal.

Ella sonríe, dice que es la primera vez,
 que no sabía antes de
conocerle que la muerte podía
vivirse.

Imagen: Man Ray

La cinta blanca (Michael Haneke, 2009)



"Cuando eran pequeños, a veces, su madre les ataba una cinta blanca en el cabello o en el brazo. El color blanco era para recordarles la inocencia y la pureza. Creía que ahora estaban lo suficientemente educados, como para necesitar más de ese tipo de cosas. Estaba equivocado. Mañana, purificados por el castigo, su madre volverá a atar una cinta blanca a cada uno y la usarán hasta que podamos confiar en ustedes nuevamente. "

"El niño había descubierto algo que dañó los sensibles nervios de su cuerpo, en el área donde Dios levantó barreras sagradas. El muchacho repetía ese gesto y no podía parar de hacerlo. Al final, destruyó todos sus nervios y murió por eso. "


"Pero no puedo permanecer en este lugar por más tiempo. No es nada personal, aunque la vida contigo no es emocionante para una mujer de mi edad. Me voy para que los niños no crezcan en ambientes dominados por la maldad, envidia, indiferencia y brutalidad. Lo de Sigi fue la gota que rebalsó el vaso. Me siento enferma y cansada de persecuciones, traiciones y actos perversos de venganza. "