miércoles, 23 de noviembre de 2016

El suicida - Jorge Luis Borges




No quedará en la noche una estrella.
No quedará la noche.
Moriré y conmigo la suma
del intolerable universo.
Borraré las pirámides, las medallas,
los continentes y las caras.
Borraré la acumulación del pasado.
Haré polvo la historia, polvo el polvo.
Estoy mirando el último poniente.
Oigo el último pájaro.
Lego la nada a nadie.


Parece ser que recién cumplidos los 35 años Borges se encontraba totalmente decidido a suicidarse. Tras llevar padeciendo una grave crisis de insomnio que ya duraba años no podía sino considerar "la muerte como un largo sueño deseable". No eran buenos tiempos para el escritor y a ese agotamiento se le unió un intenso desengaño amoroso y el suicidio de un buen amigo. Decidido, compró un revolver en una armería de la avenida Entre Ríos, tomó un tren hacía la ciudad de Adrogué y se alojó en la habitación 48 del hotel "Las Delicias", uno de los lugares favoritos de los porteños de clase alta para pasar el verano y del cual Borges era asiduo. Vestido, se sentó en la cama, solo, como en un cuadro de Hopper, apuró unos largos tragos de la ginebra Bols que llevaba consigo y apuntó con el arma su sien. Disparó, pero quien sabe si el miedo, el alcohol o la indecisión hizo que la bala solo rozara su cabello. No le quedaron fuerzas para intentarlo una segunda vez. Cuando mucho tiempo después le preguntaron por la razón de no haber dado cima a su propósito suicida lo achacó a la pereza y a la cobardía. Recordando esta experiencia escribió el poema  titulado "El suicida" que apareció en su libro "La rosa profunda" (1975). La imagen es un detalle de un retrato de Borges obra de Grete Stern fechada en 1951.


La imagen ha sido tomada de la siguiente página:
http://www.companhiadasletras.com.br/autor.php?codigo=01268