viernes, 7 de junio de 2013

Francisco Umbral: la rosa y el látigo

 
 
Su vida como escritor avanzó con un pie en el periodismo y otro en la narrativa, alcanzando una producción muy rica y extensa. Comenzó su carrera periodística promocionado por Miguel Delibes, que ya detectó su gran talento, y más tarde, en Madrid, publicó sus primeros libros gracias a su amistad con Camilo José Cela.

Su estilo preciso y muy elaborado que al mismo tiempo adapta expresiones del habla popular resultó innovador en la literatura española. Sin embargo, debido a la especial dificultad de transmitir los matices de su prosa, apenas ha sido traducido a otras lenguas y es prácticamente desconocido en el extranjero.   Muchos le recordarán por su célebre anécdota televisiva en la que clamaba aquello de “yo he venido a hablar de mi libro”. Recibió numerosos premios, entre ellos el Premio Nacional de Cuentos (1964), el Premio Nadal (1975), el Príncipe de Asturias de las Letras (1996) y el Cervantes (2000)

Fragmento de “Mortal y Rosa”*
“Sólo encontré una verdad en la vida, hijo, y eras tú. Sólo encontré una verdad en la vida y la he perdido. Vivo de llorarte en la noche con lágrimas que queman la oscuridad. Soldadito rubio que mandaba en el mundo, te perdí para siempre. Tus ojos cuajaban el azul del cielo. Tu pelo doraba la calidad del día. Lo que queda después de ti, hijo, es un universo fluctuante, sin consistencia, como dicen que es Júpiter, una vaguedad nauseabunda de veranos e inviernos, una promiscuidad de sol y sexo, de tiempo y muerte, a través de todo lo cual vago solamente porque desconozco el gesto que hay que hacer para morirse. Si no, haría ese gesto y nada más.”
* su hijo falleció con tan sólo seis años, de leucemia.

Fragmento de “Las Ninfas”
“(…) en aquel momento me sentía como preso en las páginas de una novela densa y mala. Iba por calles llovidas hacia el café cantante y todavía el hecho de salir de noche era una aventura y las viejas casas eran masas oscuras que se dulcificaban con la luz de los hogares, de las ventanas, a veces sólo una rendija, y las últimas noticias de la radio, que llegaban de los interiores cálidos, o el llanto de un niño.”

Fragmento de “Los metales nocturnos”
“La actriz bella y profunda ha llegado a ese momento de la hermosura femenina en que la perfección se vuelve patética, con el patetismo que puede tener la nieve impoluta, el mar en calma, ese instante en que el universo parece detenerse en su belleza eterna conseguida, como si ya no pudiéramos respirar nunca más, como si fuéramos a morir asfixiados por lo conseguido.”

Esta entrada está tomada de la página del escritor José Manuel Pérez Padilla, que os recomendamos sin reservas que visitéis. Os dejo el enlace: http://www.facebook.com/PerezPadilla.Novelas?ref=ts&fref=ts

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