miércoles, 25 de septiembre de 2013

Jean Genet.- Diario del ladrón






El traje de los presidiarios es de rayas, rosa y blanco. Si, conminado por un impulso del corazón, elegí yo el universo en que me complazco, al menos puedo descubrir en él los numerosos sentidos que deseo: existe, pues, una relación estrecha entre las flores y los presidiarios. La fragilidad, la delicadeza de aquellas son de la misma naturaleza que la brutal insensibilidad de éstos. Si tuviera que representar a un presidiario, o a un criminal, lo adornaría con tantas flores que él mismo, al desaparecer bajo ellas, se convertiría en otra, gigante, nueva.Hacia lo que se denomina el mal, por amor, corrí una aventura que me condujo a la cárcel. Si no siempre son bellos, los hombres consagrados al mal poseen virtudes viriles. Voluntariamente, o víctimas de una elección accidental, se hunden, con lucidez y sin quejas, en un elemento reprobador, ignominioso, semejante a aquel en que, si es profundo, precipita el amor a los seres. Los juegos eróticos descubren un mundo innominable que es revelado por el lenguaje nocturno de los amantes. Semejante lenguaje no se escribe. Se susurra, de noche, al oído, con voz ronca. Al amanecer se olvida. Negando las virtudes de vuestro mundo, los criminales aceptan, desesperadamente, organizar un universo prohibido. Aceptan vivir en él. Su atmósfera es nauseabunda: saben respirarla. Pero —los criminales están lejos de vosotros— como en el amor, se separan y me separan del mundo y de sus leyes.

Imagen.- Brassai

Muerte entre las flores (Miller's Crossing.- Joel y Ethan Coen, 1990)




"—Una vez tuve un sueño. Caminaba por el bosque, no sé porqué, se levantó viento y mi sombrero voló.
—Y lo perseguiste ¿no?, corrías y corrías y finalmente lo alcanzabas. Lo recogiste, pero ya no era un sombrero se había convertido en otra cosa, en algo maravilloso.
—No, seguía siendo un sombrero y no lo perseguí. No hay nada más ridículo que un hombre corriendo tras su sombrero."