miércoles, 13 de noviembre de 2013

José Saramago.- Ensayo sobre la ceguera




"Si antes de cada acción pudiésemos prever todas sus consecuencias, nos pusiésemos a pensar en ellas seriamente, primero en las consecuencias inmediatas, después, las probables, más tarde las posibles, luego la imaginables, no llegaríamos siquiera a movernos de donde el primer pensamiento nos hubiera hecho detenernos."



"Le dices a un ciego, Estás libre, le abres la puerta que lo separa del mundo, Vete, estás libre, volvemos a decirle, y no se va, se queda allí parado en medio de la calle, él y los otros, están asustados, no saben adónde ir, y es que no hay comparación entre vivir en un laberinto racional, como es, por definición, un manicomio, y aventurarse, sin mano de guía ni traílla de perro, en el laberinto enloquecido de la ciudad, donde de nada va a servir la memoria, pues sólo será capaz de mostrar la imagen de los lugares y no los caminos para llegar. Apostados ante el edificio, que arde de un extremo al otro, los ciegos sienten en la cara las olas vivas del calor del incendio, las reciben como algo que en cierto modo los resguarda, como antes habían sido las paredes, prisión y seguridad al mismo tiempo. Se mantienen juntos, apretados, como un rebaño, ninguno quiere ser la oveja perdida, porque de antemano saben que no habrá pastor para buscarlos."



"...Y tú, qué vas a hacer ahora, nada, me quedo aquí, esperando que vuelvan mis padres, Sola y ciega, A la ceguera me he habituado ya, Y a la soledad, Tendré que habituarme, también la vecina de abajo vive sola, Quieres convertirte en lo que ella es, alimentarte de coles y de carne cruda, mientras dure, en estas casas no parece quedar nadie, seréis dos a odiarnos con miedo de que se acabe la comida, cada troncho que una coja lo estará quitando de la boca de la otra, tú no has visto a esa pobre mujer, de su casa sólo sentiste el olor, te digo que ni allá donde vivíamos era tan repugnante, Tarde o temprano todos seremos como ella, y cuando acabemos y ano habrá más vida, Por ahora vivimos, Escúchame, tú sabes mucho más que yo, a tu lado soy sólo una ignorante, pero lo que pienso es que estamos ya muertos, estamos ciegos porque estamos muertos, o, si prefieres que te lo diga de otra manera, estamos muertos porque estamos ciegos, da lo mismo, Yo sigo viendo, Afortunadamente para ti, afortunadamente para tu marido, para mí, para los otros pero no sabes si vas a seguir viendo durante mucho tiempo más, en caso de que te quedes ciega te volverás igual que nosotros, acabaremos todos como la vecina de abajo, Hoy es hoy, mañana será mañana, y es hoy cuando tengo la responsabilidad, no mañana, si estoy ya ciega, Responsabilidad de qué, La responsabilidad de tener ojos cuando los otros los han perdido, No puedes guiar ni dar de comer a todos los ciegos del mundo, Debería, Pero no puedes, Ayudaré en todo lo que esté a mi alcance, Sé muy bien que lo harás, de no ser por ti quizá yo no estaría viva, Y ahora no quiero que mueras, Tengo que quedarme, es mi obligación, ésta es mi casa, quiero que mis padres, si vuelven, me encuentren aquí, Si vuelven, tú misma lo has dicho, y falta saber si entonces seguirán siendo tus padres, No comprendo, Has dicho que la vecina de abajo había sido una buena persona, Pobre mujer, Pobres tus padres, pobre tú, cuando os encontréis, ciegos de ojos, ciegos de sentimientos, porque los sentimiento s con que hemos vivido y que nos hicieron vivir como éramos, nacieron de los ojos que ten♂amos, sin ojos serán diferentes los sentimientos, no sabemos cómo, no sabemos cuáles, , tú dices que estamos muertos porque estamos ciegos, ahí está, Tú amas a tu marido, Sí, como a mí misma, pero si yo me quedo ciega, si después de perder la vista dejo de ser quien he sido, quién seré entonces para seguir armándolo, y con qué amor,.."


"De camino a la casa de la chica de las gafas oscuras atravesaron una gran plaza donde había grupos de ciegos escuchando los discursos de otros ciegos, a primer vista ni unos ni otros parecían ciegos, los que hablaban giraban la cara gesticulante hacia los que oían, los que oían dirigían la cara atenta a los que hablaban. Se proclamaba allí el fin del mundo, la salvación penitencial, la visión del séptimo día, el advenimiento del ángel, la colisión cósmica, la extinción del sol, el espíritu de la tribu, la savia de la mandrágora, el ungüento del tigre, la virtud del signo, la disciplina del viento, el perfume de la luna, la reivindicación de la tiniebla, el poder del conjuro, la marca del calcañar la crucifixión de la rosa, la pureza de la linfa, la sangre del gato negro, la dormición de la sombra, la revuelta de las mareas, la lógica de la antropofagia, la castración sin dolor, el tatuaje divino, la ceguera voluntaria, el pensamiento convexo, el cóncavo, el plano , el vertical, el inclinado, el concentrado, el disperso, el huido, la ablación de las cuerdas vocales, la muerte de la palabra, Aquí no hay nadie que hable de organización, dijo la mujer de médico a su marido, Quizá la organización esté en otra plaza, respondió él. Siguieron andando. Un poco más allá dijo la mujer del médico, En el camino hay más muertos que de costumbre, Es nuestra resistencia lo que está llegando al fin, se acaba el tiempo, se agota el agua, proliferan las enfermedades, la comida se convierte en veneno, lo dijiste tú antes, recordó el médico, Quién sabe si ente estos muertos no estarán mis padre, dijo la chica de las gafas oscuras, y yo aquí, pasando a su lado, y no los veo, Es una vieja costumbre de la humanidad ésa de pasar al lado de los muertos y no verlos, dijo la mujer del médico."

Marguerite Duras.- Hiroshima, Mon amour



ELLA (en voz baja). — Oye...

Igual que tú, yo conozco el olvido.

EL. — No, tú no conoces el olvido.

ELLA. — Igual que tú, estoy dotada de memoria. Y conozco el olvido.

EL. — No, tú no estás dotada de memoria.

ELLA. — Como tú, también yo intenté luchar con todas mis fuerzas contra el olvido. Y he olvidado, como tú. Como tú, deseé tener una memoria inconsolable, una memoria de sombras y de piedra.