jueves, 16 de agosto de 2018

Ha fallecido Aretha Franklin


Pienso (Think) que hoy es día de decir una pequeña oración (I Say a little prayer) por ella, por Aretha Franklin, de mostrarle nuestro respeto (Respect); de no hacerlo seríamos una interminable cadena de necios (Chain of fools) insensibles a la valía de una persona prácticamente insustituible en el mundo de la canción. Le debemos reconocer como nos ha hecho sentir que una mujer natural (You make me feel like a Natural Woman), sin artificios ni otras armas que sus canciones y la grandeza de su persona ayudaron más a los derechos de las personas de color y a la igualdad de la mujer, que otras batallas más sangrientas e inútiles. Hoy se marcha la que hasta hoy ha sido la indiscutible Reina del Soul, una cantante que con el timbre de su voz nos conquistó a todos y nos deja un 16 de agosto, la misma fecha en la que se fue Elvis Presley,  el rey del Rock, y aunque este fuera mucho más festivo, pienso que es más encomiable la labor como cantante desarrollada por Aretha Franklin, de hecho, el papel jugado por ella en la música norteamericana, desde el Gospel, pasando por el R&B, el jazz o el soul no tiene apenas parangón. A pocas cantantes las canciones parecían brotarle directamente de su alma como ocurría con Aretha.

"Ser cantante es un don natural. Significa que estoy utilizando en el mayor grado posible el don que Dios me dio para usar. Estoy feliz con eso." 

La humilde hija de un predicador (Son of a preacher man)  que llegó a ser reconocida por todos como Lady Soul, aprendió primero a llenar de luz las iglesias con sus canciones y luego el resto del mundo. No dudo que ahora tendrá la increíble gracia (Amazing Grace) de encontrarse al lado de su Precioso Señor pidiéndole que la tome de la mano (Precious Lord take me hand) para cantar en su coro, después de haber cruzando el puente sobre aguas turbulentas (Bridge over troubled waters) que separa esta vida de la inmortalidad. 

Think




I say a little prayer




Respect




Chain of fools





You make me feel like a natural woman





Son of a preacher man





Precious Lord






Bridge over troubled waters



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domingo, 12 de agosto de 2018

Drácula, Tod Browning y la muerte



Tod Browning es el genio que está detrás de títulos icónicos del primer cine, como el "Drácula" de 1931 con Bela Lugosi en el papel del vampiro, de "Garras humanas" (1927) con Alonzo (Lon Chaney) el lanzador de cuchillos sin brazos enamorado de una caprichosa chica del circo, de "Muñecos infernales" (1936) o de la sensacional y controvertida "La parada de los monstruos" (1932) con su circo de seres deformes que tanto revuelo formó, pero que solo mostraba en la pantalla unas personas que con sus singularidades físicas eran muy habituales en los espectáculos de aquellos años y que fueron la raíz del hasta hace poco más famoso de los circos mundiales, el Ringling Brothers and Barnum & Baily, circo en el que por cierto llegó a trabajar el propio Browning como payaso. En no pocas de sus películas el circo tiene un papel principal y a su alrededor creaba sus tramas llenas de fantasía, miedo y misterio. 

No son de extrañar estas influencias del circo en su obra, de hecho, a los diecieseis años, años antes de dedicarse al cine, un joven Tod Browning se enamoraría de la bailarina de un circo ambulante que estaba de paso por su Louisville natal -puede que el Manhattan Fair and Carnival Company- y ni corto ni perezoso decidió ir en contra de los consejos de su acomodada familia y abandonando sus estudios se fue con la exótica bailarina a beber los vientos de los caminos. En el circo comenzaría un rosario de pintorescos oficios y así trabajaría de contorsionista, mago, bailarín, de payaso, jockey y según se cuenta hasta de cadáver viviente, un número que después tendría un eco evidente en su Drácula. 

En el número en cuestión, el joven Browning era sometido a hipnosis y así se le inducida aparentemente la muerte, la cual era certificada por un supuesto doctor. Tras este artificio era enterrado vivo a la vista de todos durante 24 horas que Browning lograba salvar gracias a un camuflado sistema de ventilación en el ataúd que le procuraba oxigeno. Allí permanecía hasta el día siguiente, alimentándose con pequeñas bolitas de leche malteada y pensando o ideando quien sabe que historias futuras. No debía ser Browning nada claustrofóbico aunque en cierta ocasión comentó acerca de este numero: “La primera vez fue la peor. Cuando sentí la arena golpeando contra el ataúd empecé a sentir pánico. Pero horas después me invadió una profunda calma, como si realmente hubiera muerto”

Pasadas las 24 horas (a veces el doble), se procedía a desenterrar el ataúd y con poderes mágicos e hipnosis procedían a "resucitar" al muerto viviente ante los atónitos ojos de todos los espectadores. Por supuesto no tenía colmillos, pero del hambre bien le podría pegar un mordisco a cualquiera. Por aquella época se asoció con el mago Leon Herrmann que actuaba con un austero traje de etiqueta negro y una capa, algo que evidentemente pudimos disfrutar posteriormente en el "Drácula" de Lugosi, que con aquellos dedos en forma de garras inducía por hipnosis la dominación de sus víctimas, la misma hipnosis que supuestamente causaba la muerte y la resurreción de Browning en su macabro espectáculo  

Otro de los espectáculos que tenían mucha fama por entonces era el que ofrecían los denominados "Geek", una especie de experto en devorar cosas repugnantes para el común de los mortales. En algunas de estas actuaciones el "Geek" aparentaba ser "el eslabón perdido" y solía ser algún alcohólico en horas bajas el que se atrevía a comer ante el público pollos vivos u otras "delicatessen". Se cuenta que Tod Browning habría llegado a realizar este tipo de funciones con el sobrenombre de "Bosco, el devorador de serpientes".

Puede que sea todo una exageración, una leyenda más acerca de los comienzos del genial Tod Browning, pero ya saben lo que se decía en una de las grandes películas de John Ford, la sensacional "El hombre que mató a Liberty Valance"

"Cuando la leyenda se convierte en hecho, se imprime la leyenda"

Tod Browning en el centro, con algunos de los protagonistas de "Freaks" (La parada de los monstruos")
“No les hemos mentido, amigos. Les dijimos que teníamos monstruosidades vivientes. Se rieron de ellos, se estremecieron, incluso, por un accidente de nacimiento, podrían ser igual que ellos. No pidieron que les trajeran al mundo, pero al mundo vinieron. Tienen su propia ley. Si ofendes a uno, ofendes a todos. Ahora, amigos, si vienen por aquí, presenciarán la más asombrosa, la más increíble monstruosidad viviente de todos los tiempos…” (Así comienza "Freaks")


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viernes, 10 de agosto de 2018

"La Strada" de Federico Fellini



Fellini siempre me ha llamado mucho la atención en un sentido, este hombre, adorador de las carnosidades, de la abundancia en la mujer, de los grandes pechos y traseros que tan bien han quedado reflejados en películas como Amarcord, resulta que se casa y hace protagonista de algunas de sus mejores películas, a todo lo contrario de esas Venus que adoraba, a una muchachita pequeñísima, escurridísima de carnes, pero de cara simpática y gestos chaplinescos, a un duendecillo llamado Giulietta Masina. Curiosamente en “La Strada” (carretera en italiano), cuando Zampanó (Anthony Quinn) y Gelsomina (Giuletta Masina) ¿podrían encontrarse mejores nombres para unos personajes circenses? comen por primera vez juntos en una especie de venta, Zampanó no puede resistirse a la rotunda carnosidad de una morena, que no tiene mayores atributos que una obesidad contenida aun en los limites de las formas de una mujer, olvidándose por completo de Gelsomina ¿podría ser aquí Zampanó un alter ego de Fellini o al menos de sus sueños?. Recuerdo que en “Las noches de Cabiria” una de las prostitutas que acompañaban a Cabiria, era también una mujer de esta índole, de carnosidades fellinianas. Parece que de algún modo, indirecto, introducía estos guiños a sus obsesiones en estas películas, aún cuando la protagonista fuera su esposa, la discreta Giuletta.

Giulietta Masina es maravillosa, podría hacer la película entera sin hablar y decirlo todo con sus gestos, que si bien a veces son excesivos nunca pierden su encanto y seducción. Ya le dice en la película uno de los protagonistas, el loco al que da vida Richard Basehart: - ¿Pero tú que eres una mujer o un repollo?- No, Giulietta Masina no tiene atractivos de mujer si lo que buscamos es voluptuosidad, erotismo o carnosidad, pero tiene una mirada y unos ojos realmente fascinantes y expresivos como pocos, un alma que le rebosa por ellos y una gestualidad que crea complicidad y ternura. Es difícil no querer a Gelsomina o a Cabiria, con su ingenuidad, con su vitalidad, con sus historias tan desdichadas. Giulietta Masina dejó el cine pronto, aunque tuvo alguna reaparición. Cuando visitaba a su marido en los estudios de Cinecittá, los trabajadores rompían a aplaudir y el rodaje quedaba detenido hasta que por arte de magia aparecía un ramo de flores que le era entregado y ella tomaba asiento para ver el rodaje. Se ganó el cariño de todos. Cuando murió su marido, sólo le sobrevivió cuatro meses. Era tierna hasta para morir.

Anthony Quinn hace un papel apoteósico, brutal y en su deshumanización muy humano, pues es esta la naturaleza de muchos seres, refleja a la perfección a determinado tipo de personas, que en la necesidad, en la lucha por sobrevivir, no ven más allá de si mismos y ni tan siquiera atienden a sus sentimientos, sólo tienen una pulsión irrefrenable para subsistir en la cuasi-animalidad, para salir adelante como sea. Curiosamente Anthony Quinn contó en su autobiografía que el personaje de Zampanó se acercaba mucho a su propio carácter. En la película, termina por parecer Zampanó, con su número circense repetido hasta la saciedad en los más ínfimos detalles, un animal enjaulado que repite sistemáticamente el mismo movimiento una y otra vez en la jaula, teniendo una única meta, seguir adelante, aunque sea malviviendo. El final lo dotará de un atisbo de conciencia que humanizará definitivamente el personaje.

La fotografía en blanco y negro resulta maravillosa, y refleja de forma magistral un ambiente que recuerda terriblemente a nuestra España de  los cincuenta. ¡Son tan pocas y a la vez tantas las cosas que nos acercan y separan de Italia!

En definitiva ¿quién podrá olvidar el rostro pintado de Gelsomina o la brutalidad de Zampanó después de ver la película? Una delicia.

Ficha de la película

Título Original: La strada
Año: 1954
Duración: 103 min.
País: Italia

Director: Federico Fellini

Reparto: Giulietta Masina, Anthony Quinn, Richard Basehart, Aldo Silvani, Marcella Rovere

Productora: Ponti de Laurentiis

Premios:
1954: Venecia: León de Plata
1956: Oscar: Mejor película de habla no inglesa. 2 nominaciones

Guión: Tullio Pinelli & Federico Fellini
Música: Nino Rota

Fotografía: Otello Martelli (B&W)





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lunes, 6 de agosto de 2018

Monterroso, Hopper y los dinosaurios



No creo que abunden los escritores que con tan solo siete palabras hayan logrado llegar a tanta gente y que su nombre sea conocido entre una gran mayoría de los amantes de los libros como Augusto Monterroso. Con siete palabras creó uno de los microcuentos más famosos, ese que decía: "Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí". Una historia totalmente abierta que dejaba a la imaginación del lector el antes y el después y de la que el propio Augusto Monterroso comentaba:

"Pienso que, quizá, me ha traído suerte. "El dinosaurio" está rodeado de anécdotas. Una de ellas, narra la ocasión en que un amigo le presentó al autor a una señora: 
- ¿Conoce usted a Augusto Monterroso?
- Si, lo he leído -contestó ella-
- ¿Y qué le parece el cuento de "El dinosaurio"? -volvió a preguntar el amigo-.
Con gesto inteligente, la mujer respondió: 
- "Ese es uno de los que más me gustan..., pero apenas voy por la mitad".

Edward Hopper, por su parte, también era experto en cargar de misterio sus pinturas, en hacer participar a las personas que las contemplaban en la interpretación de las mismas. Hoy, con el cuadro de Hopper que abre la entrada, titulado: "Verano en la ciudad" (1950) buscamos una posible lectura del cuento de Monterroso. La edad de los protagonistas del cuadro la ponéis vosotros y como se conocieron y llegaron a esa habitación también.

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domingo, 5 de agosto de 2018

Eartha Kitt: La "Catwoman" que cantaba jazz



"Estoy aprendiendo todo el tiempo; la lapida va a ser mi diploma" (Eartha Kitt)

Puede que para muchos Eartha Kitt más que una maravillosa cantante de jazz solo sea aquella actriz que hizo de Catwoman -Gatúbela-  en 1964 sustituyendo a Julie Newmar en la tercera temporada de la serie televisiva Batman;  una catwoman que evidentemente era menos rotunda y curvilínea que la Newmar pero un poquito más seria y despiadada, lo que con tanto amorío previo de la Newmar era de agradecer. El hecho de que fuera negra la hizo durar solo tres capítulos, aunque dejó en la memoria de los aficionados a la serie su singular sonrisa y su áspero rugido. Ya vendría Halle Berry con el tiempo a reivindicar las uñas para las mujeres de color en una película ciertamente mala en la que solo se salvan los andares y las curvas de la Berry, la prescindible "Catwoman" de 2004. 

Pero esta gatita de Eartha Kitt era mucho más que eso y si de arañar se trataba ella lo hacía de verdad. Al parecer en 1968 fue invitada a la Casa Blanca por Lyndon B. Johnson y cuando la esposa del presidente le preguntó su opinión sobre la guerra del Vietnam Eartha decidió ser poco diplomática y decir lo que sentía: "Ustedes están enviando a los mejores de este país a que les maten de un tiro". La Primera dama se echó a llorar por el arañazo verbal recibido y Eartha fue vetada de inmediato en todos los espectáculos, tanto que tuvo que exiliarse durante unos años al extranjero. Solo diez años después Jimmy Carter le perdonaría que alguien dijera la verdad en la Casa Blanca.

Y si hasta ahora se ha hablado de Eartha Kitt en su faceta actoral y por mucho que llegara a actuar con actores de la talla de Orson Welles o Sidney Poitier y en decenas de montajes teatrales, a mi particularmente la que más me interesa es su faceta como maravillosa cantante de jazz. 

La madre de Eartha Kitt era negra con una parte de sangre cheroqui y quedó embarazada tras ser violada por un hombre de raza blanca, uno de los amos de la granja en la que trabajaba en Carolina del Sur. La infancia de nuestra futura gatúbela, como se puede imaginar no debió ser nada fácil, al parecer incluso ella fue entregada como esclava durante su niñez. No tengo claro como logró escapar a esta situación, pero con 16 años ya estaba en Nueva York y poco después cantando y bailando en París donde conocería a Orson Welles.

Todo este cúmulo de circunstancias no la amilanó, más bien forjaron un caracter indómito, una personalidad totalmente decidida a conseguir sus objetivos fuese como fuese. Consciente de su exótica belleza, sus actuaciones como cantante estaban cargadas de erotismo, sin un asomo de miedo al escándalo, de hecho explotaba al máximo la atracción que provocaba en los hombres: "Para mí los hombres son los animales de rapiña más bellos y peligrosos del mundo" decía y como en sus canciones sabía introducir pequeñas insinuaciones sexuales a modo de jadeos o gestos pronto empezó a ser conocida como la "jadeante gata montesa" algo que ella misma ayudó a popularizar. Por ese abuso de la sensualidad, de jugar con el deseo de los hombres para lograr el triunfo ella misma llegó a definirse como "la primera -material girl-" mucho antes de que a Madonna se le pasara por la cabeza la idea.

Su voz es inconfundible y siempre me alegra cuando aparecen sus canciones en las selecciones que me acompañan en el coche, sobre todo con temas como: "Let's do it", "C'est Si Bon", "Santa Baby", "My heart belongs to daddy" (ambas muy relacioandas con Marilyn Monroe), "Hesitating blues", la exótica "Uska dara" o las más moderna "This is my life" o "Where is my man". Incluso cantó muy bien en español aquel famoso "Angelitos negros" de Machín.

Eartha Kitt murió en 2008 a la edad de 81 años.

Let's do it


My heart belongs to daddy:



Ces`t si bon




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sábado, 4 de agosto de 2018

Monicelli: El rey de "La commedia all'italiana"



"La commedía all'italiana terminó cuando los directores dejaron de tomar el autobús"

Nombrar a Mario Monicelli es lo mismo que decir "Commedia all'italiana", evidentemente con mayúsculas; de hecho suyas son algunas de las más geniales creaciones dentro de este género del gran cine italiano de los años 50 y 60. No sé durante cuanto tiempo utilizaría Don Mario el transporte urbano, pero no debió ser poco. Era aquel un cine para el que resultaba esencial estar con la gente, en la calle, en el mercado, en la plazas, en los bares y empaparse de todo para después poder reírse con propiedad de aquella caótica realidad italiana. Monicelli empezó en el mundo del cine como guionista, llegando a estar nominado al Oscar en dos ocasiones en esta categoría, pero lo que de verdad lo elevó al altar cinematográfico fueron sus películas. 

Monicelli encontraba en la comedia la esencia de la realidad, de la propia vida diaria y era un gran admirador de Buster Keaton y de Charles Chaplin, cómicos a los que consideraba: "la voz de los perdedores que se eleva contra las normas sociales".   Con estas premisas, Monicelli necesitaba su propio personaje cómico para sus películas, y así surge Totó, con el que hizo ocho películas. Totó, tan poquita cosa físicamente y con ese nombre tan escueto ya llamaba a la risa, sobre todo cuando su nombre real era: Antonio Focas Flavio Angelo Ducas Comneno di Bisanzio De Curtis Gagliardi. De este cómico decía Monicelli: "Era muy particular. Un gran mimo, movía todo el cuerpo además de la cara. Los grandes actores recitan con el cuerpo, trabajan la entonación y el cuerpo..."

Monicelli empieza a dar muestras de su talento con obras como "Vida de perros" o "Guardias y ladrones" con ese policía gordinflón, el sargento Bottoni (Aldo Fabrizi) que persigue incansablemente al pobre y delgado Totó en una película que sería premiada en Cannes. Eran como ll gordo y el flaco pero a la italiana. Pero el verdadero boom llega con "Rufufú" en 1958, una verdadera delicia de película donde con un humor e imaginación increíbles, parodia casi paso por paso la película de Jules Dassin titulada "Rififi" una de las cumbres del cine a mi entender, donde se planea y lleva a cabo un robo totalmente milimetrado, pero que en Rufufú se desarrolla con las connotaciones propias de los italianos, falta de medios, muchas pretensiones, improvisación, y ese estilo chapuza puro y duro que a veces gastamos los latinos. La referencia española podría ser "Atraco a las tres" con Gracita Morales de Femme Fatale... con eso está dicho todo. 

El resultado es una película esplendorosa y tan buena como aquella sobre la que se quería ironizar. Si uno ha visto previamente Rififi, aún disfruta más de Rufufú. Es comparar a las claras como es la idiosincrasia de los franceses, ingleses o alemanes con la de los italianos y españoles -sí, tenemos mucho en común españoles e italianos, por eso nos reconocemos tan fácilmente en sus comedias-. Monicelli siempre se rodeó de buenos actores y en esta película por ejemplo se ayudó de talentos como: Vittorio Gassman al que con esta película invitó a mostrar su insospechada vis cómica, el omnipresente Marcello Mastroianni, Totò y la espectacular Claudia Cardinale

Sobre la película recordaba Monicelli: "Nuestra mirada era así. Sarcasmo, ironía. El humor es la forma más penetrante de mirar. Un bisturí que va al fondo de las cosas. La comedia a la italiana surgió al contar argumentos muy dramáticos con humor". 

Después vendría la que para muchos es su obra maestra "La gran guerra" (1959) donde muestra bien a las claras lo absurdo de la guerra, lo cobardicas que algunas veces pueden llegar a ser los italianos cuando no entienden el porqué de una guerra, pero también su capacidad para un último gesto honorable. Monicelli decía del film: "Pusimos un espejo delante de los italianos para reflejar su lado más innoble". Y es que los inmensos Alberto Sordi y Vittorio Gassman buscaban cualquier excusa para justificar su miedo:

-Esta no es mi guerra- dice Busacca (Gassman)- Mi guerra es contra los aprovechadores, los embaucadores, las malas bestias. Y a esos se les puede encontrar tanto en Alemania como en Austria, en todos sitios. 
-Es cierto, la patria necesita obreros, y no muertos. Y yo tengo grandes intenciones de hacer grandes cosas por la patria - afirma Jacovacci (Sordi). 
-¿Qué oficio tienes? - pregunta Busacca.
-Soy peluquero.

A continuación llegaría la que para mi es una de sus mejores películas "I compagni" (Los camaradas) que para nada es una comedia y retrata los inicios de los movimientos obreros de huelga y en la que se encierra una de las actuaciones más espectaculares de Marcello Mastroianni. Peliculón del quince este (quien no la haya visto está perdiendo el tiempo). La seguirían "La armada Brancalone" (1966) o "La chica con la pistola" (1968), donde Monica Vitti se despoja de toda aquella carga dramática de Antonioni y empieza a mostrarse como una gran actriz de comedia. Se podrían citar un buen puñado más de grandes películas pero mejor parar. 

La visión que Monicelli tenía del cine, de su cine, puede resumirse en sus propias palabras: 

"La comedia fue para nosotros la mirada natural. Sarcasmo, ironía. El humor es la forma más penetrante de mirar. Pero para bromear sobre algo hay que conocerlo muy bien. Y hay que meditar mucho para llegar al humor. La condición humana es de los que sufren, los que pierden, los que son explotados y tratan de liberarse de su amo. No hace falta adoptar un tono serio o grave para hablar de ello: a mí me gusta la gente que batalla con alegría, con ironía, en compañía"

"No éramos conscientes de la importancia de lo que estábamos haciendo. Era una vida dura. Los horarios no son como los de ahora. Te levantabas al alba y trabajabas de siete a siete. Llevábamos pan con salami y eso comíamos. Durante 15 años fuimos el centro de la creatividad, duró un par de generaciones"

"No teníamos pretensiones, aunque es cierto que sin quererlo, hacíamos política. Pero luego llegaron los críticos y organizaron teorías, buscaron significados, intelectualizaron la comedia, lo que en sí mismo es una contradicción" 

Hay quien dice que la peor herencia que puede dejar un padre a sus hijos es su propio suicidio, que estos terminarán por encontrar en él, como sus padres, la solución a los problemas, la salida a las encerronas de la vida que no supieron encontrar por otra vía. Y si bien es cierto que tardó lo suyo, Monicelli dio por terminada su vida a los 95 años, suicidándose como su padre. En 2010 se tiró de la quinta planta de un hospital en el que había sido ingresado por un cáncer de próstata en fase terminal. No es precisamente un buen final para una comedia. Y es que la vida más que una comedia, las más de las veces es todo un drama.

Un trocito de Rufufú:





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viernes, 3 de agosto de 2018

Las manías de Berlanga



"Yo, cuando me siento demagogo, digo que erotismo es cuando lo hacen los ricos y pornografía cuando lo hacen los pobres. El erotismo es la pornografía vestida de Dior"

De no ser por la genialidad de la frase, que me recuerda aquella otra de Woody Allen en la que afirmaba que "El sexo solo es sucio si se hace bien" no traería esta manía del director por aquí, pero, sí, esa era una de las aficiones, o fijaciones si ustedes quieren, del gran Luis García-Berlanga, su pasión por el erotismo, algo que prácticamente no aparece en su cine y si acaso en "Tamaño natural", aquella película en la que Michel Piccoli aparece enamorado de una muñeca hinchable de apariencia casi real y más sumisa y dócil que su esposa o su joven amante, o en "La escopeta nacional" con aquella colección de vellos púbicos que tenía el Marqués al que daba vida Luis Escobar. Berlanga era un ser singular, sufridor de los avatares de la Segunda Guerra Mundial en el frente ruso como miembro de la División Azul, una aventura en la que se metió voluntario para evitar represalias sobre su padre que había sido Gobernador Civil de Valencia con la República. Después de tanto frió y calamidades le quedó el suficiente buen humor y talento para entregarnos un buen ramillete de películas deliciosas como "Placido" (posiblemente la mejor película del cine español), o "Bienvenido Mister Marshall", "Calabuch", "Los jueves milagro", "El verdugo", "La escopeta nacional" o "La vaquilla"... obras en las que milagrosamente  lograba sortear la censura e  introducir una buena dosis de crítica al régimen.  De hecho la manía más reconocible de Berlanga era la de incluir en todas sus películas, sin venir a cuento, la palabra "austrohúngaro".... lo que provocaba que ante cualquier nuevo estreno de una película suya todo el mundo estuviera atento a ver en qué momento y de qué forma aparecía nuevamente la palabreja. 

Así podemos ver como en "El verdugo", durante la boda, el organista pregunta al cantante si esa noche estrenaban "El idilio austrohúngaro", o en "La vaquilla", al comienzo, se anuncia por el altavoz de las fiestas del pueblo que durante el baile se podría disfrutar del pasodoble “Suspiros austrohúngaros” en clara alusión a "Suspiros de España". En "La boutique" dos hombres se disponen a comprar un barco y uno le dice al otro “¡Éste cacharro está hecho un trasto, debió pertenecer al imperio austrohúngaro!”. En la deliciosa "Bienvenido Mister Marshall" se dice “Es un mapa tan antiguo que todavía existe el imperio austro-húngaro”... y así en todas ellas, de una manera u otra salía la palabrita.

Era una manía más, un fetiche que el pensaba que le traía suerte además de una manera de reírse de si mismo y de su arte. Recordemos que Berlanga, cuando le preguntaron si se reía de todo contestó que el solo se reía de lo importante, y evidentemente para él nada más importante que sus películas. Me gustaría saber como se ponía de acuerdo con Rafael Azcona, el genial guionista con el que tantas colaboraciones hizo, para incluir estos juegos en la trama.

El gran actor Luis Ciges, compañero en la División Azul de Berlanga comentaba así estas manías y su participación en "Plácido" (en la foto de la izquierda en su papel de pobre):

"Berlanga no va de director. Va de no decirte nunca que has estado bien. Te partes un pie, pasa a tu lado y ni te pregunta. Pero te deja improvisar. Siempre que sepas las palabras clave berlanguianas, astrolabio, austrohúngaro y rotoprint, puedes meter tu chorrada. Austrohúngaro la pone en todas. Hitchcock sale, Berlanga mete austrohúngaro”.”Para Plácido me dijo que no daba el tipo de pobre (en esa época me llamaban maricón de playa, era un hombre de gimnasio, me llevaba a las chicas de calle y daba unas hostias…). Yo le dije: “Lo daré”. Me fui al ilustre Iranzo, peluquero de Barcelona, y le pedí que me hiciera un corte bueno para pasear, pero que con un golpe se escoñara. Me compré una gabardina, la llevé un mes, me metí bocadillos de chorizo y de tortilla en los bolsillos para que chorrearan bien, y me presenté a él.

-¿Qué pobre hago? ¿El que engaña, el que se guarda la comida o el vago?

-No me des el coñazo, Luis, que tú eres el actor.

-Ah, bueno. Hacemos el pobre que salga, entonces."

Jugando con el misterio de la palabreja, en el siguiente vídeo se hace un simpático homenaje al cine de Berlanga:

En la foto pequeña de la derecha se puede ver a Berlanga junto a dos de los grandes actores  del cine español José Luis López Vázquez  disfrazado de Groucho y al piano Pepe Isbert.

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