Amadeo (Jose Isbert): Me hacen reír los que dicen que el garrote es inhumano. ¿Qué es mejor, la guillotina? ¿Usted cree que se puede enterrar a un hombre hecho pedazos?
José Luis (Nino Manfredi): No. Yo no entiendo de eso.
José Luis (Nino Manfredi): No. Yo no entiendo de eso.
Amadeo: Y que me dice de los americanos. La silla eléctrica son miles de voltios. Los deja negros, abrasados. ¡A ver dónde está la humanidad de la silla!
José Luis: Yo creo que la gente debe morir en su cama ¿no?
Amadeo: Naturalmente, pero si existe la pena de muerte, alguien tiene que aplicarla."
Es un diálogo de la película "El verdugo" (1963), un film por muchos considerado como el mejor de la historia del cine español. Obra del magistral Luis García Berlanga y con guión de Rafael Azcona, "El verdugo" resulta una comedia negra, negrísima diría yo. En ella sabemos de Amadeo (José Isbert), el verdugo de la Audiencia de Madrid, que conoce a José Luis (Nino Manfredi), un empleado de pompas fúnebres que va a recoger al preso que Amadeo acaba de ajusticiar. José Luis no encuentra novia, pues todas las chicas huyen de él cuando se enteran de que trabaja en una funeraria. La hija de Amadeo, Carmen (Emma Penella), tampoco encuentra novio, ya que todos sus pretendientes escapan al enterarse de que su padre es verdugo. Carmen "atrapa" a José Luis quedándose embarazada.
El patronato va a conceder a Amadeo un piso por su condición de funcionario, pero Amadeo sabe que eventualmente lo perderá, porque en el momento de la entrega ya estará jubilado. Carmen y su padre engatusan a José Luis para aceptar el cargo de verdugo y conservar la vivienda, asegurándole que no tendrá que matar a nadie. Cuando llega una orden de ejecución en Mallorca, José Luis, horrorizado, quiere dimitir, aunque eso signifique perder el piso y devolver las nóminas cobradas. Nuevamente Amadeo y Carmen lo lían para que espere al último momento, pues el reo está enfermo y se moriría solo. Finalmente, en una escena memorable, José Luis es llevado a rastras al garrote vil, como si fuese el condenado y no el verdugo.
La película tiene ciertos paralelismos con la realidad. Por ejemplo, recuerda la figura del verdugo José Moreno Moreno, conocido como "Pepe", en activo durante la etapa franquista. Ocupó la plaza que dejó vacante al morir Bernardo Sánchez Bascuñana de 1972 a 1977. Tenía además trabajo como representante de libros, una tapadera para ocultar su trabajo como verdugo, un puesto que ocupó durante cinco años sin tener que realizar ninguna ejecución. La intención de "Pepe" era no tener que cumplir nunca con su oficio pero tuvo la mala suerte de que le tocara la última pena de muerte realizada en España la de Heinz Ches por garrote vil. Al personarse el funcionario con la carta de citación para la ejecución de Ches, el verdugo la rechaza, hasta que se le convence amenazándole con sanciones. Con el fin de que sus familiares y amigos no supieran su oficio, les contó que partía en viaje de negocios. Al final ejecutó la condena.
La última escena de la película, que se puede ver más abajo, recuerda otro caso real, el del verdugo Antonio López Sierra, un verdugo experimentado pero que tras saber que se iba a ejecutar a una mujer, se negó a hacerlo. La ejecución, prevista para las seis de la mañana, se llevó a cabo más de dos horas después en espera de un indulto que no llegó. Al verdugo hubo que emborracharlo y llevarlo a rastras al patíbulo para que cumpliera su siniestra labor.
La última escena de "El verdugo"
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