domingo, 14 de julio de 2013
Cantos de los Vedas (Fragmentos)
También Dios está escondido en el océano de una gota de agua.
I
Nada más grande que yo.
De mí pendientes están
Los seres, como las perlas
Suspendidas del collar,
Soy aroma en las flores,
En el sol la luz vital,
En los labios la plegaria
Y en los pechos la bondad.
Yo soy la simiente eterna,
Quien la vida a todo da,
Principio y fin de las cosas
Y espíritu universal.
Entre todas las especies
Soy una especie sin par;
Entre los cuatro elementos,
El fuego ardiente y voraz;
Entre los astros radiantes,
El eterno luminar;
Entre los montes, el cano
Himalaya colosal;
Entre las sierpes, aquella
Que enroscada al mundo está;
Entre los ríos, el Ganges;
Entra las aguas, la mar,
Y entre todas las palabras
La divina, la verdad.
II
Cuando ni cielo ni tierra,
Ni ser ni no ser había;
Cuando ni el agua ni el fuego,
Ni la muerte ni la vida,
Ni el placer ni los dolores
Eran verdad ni mentira,
Dios sólo consigo mismo
Y sin alentar vivía.
-¿Quién soy yo?-se preguntaba-
Y en la extensión infinita,
Oscura, callada y sola,
Nadie a su voz respondía.
Y girando en torno suyo
Atribulado la vista,
Sintió miedo al ver que solo
A si mismo se veía.
¡Por eso es miedoso el hombre
Si en la soledad se mira!
Pensó entonces, y se dijo:
-¿Por qué el terror me domina
Si fuera de mí no hay nada?-
Y del espanto se libra;
Pero, en vez de miedo, entonces
Sintió tristeza infinita.
¡Por eso el hombre está triste
Si en la soledad se mira!
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