sábado, 15 de junio de 2013

Con la casa a cuestas


De todos es sabido el esfuerzo diario de las mujeres por mantener sus hogares en orden y a salvo. Una curiosa muestra de ello es lo sucedido en 1440 en la ciudad bávara de Weinsberg cuando se encontraba sitiada por las tropas de emperador Conrado III (1093-1152). La ciudad ofrecía una resistencia desmedida que se prolongaba ya demasiado tiempo, motivo por el cual se llegó incluso dejar a la ciudad sin suministro de agua desviando el curso de un rio. Los sitiados intentaron proseguir la defensa de la ciudad, pero llegó un momento en que las reservas de agua se acabaron y no quedaba otra salida que negociar una salida honrosa al conflicto, por tal motivo acordaron rendirse a los sitiadores si eran tratados de forma benevolente. Conrado III accedió a dicha petición y prometió respetar la vida de las mujeres de la ciudad, permitiendo que marcharan con todo aquello que pudieran llevar consigo.
 
Al día siguiente la sorpresa fue mayúscula cuando las tropas sitiadoras vieron abrirse las puertas de la ciudad y un largo cortejo de mujeres empezó a desfilar ante sus ojos, pero no iban cargadas de alguna silla, ropas o cacerolas, cada una de ellas llevaba a sus espaldas a su marido, a su padre o a su hijo que eran por descontado sus posesiones más valoradas y las que pretendían salvar de la segura venganza de los sitiadores para con los varones de la ciudad que con su resistencia tantos quebraderos de cabeza les había procurado.

El emperador Conrado III quedó tan sorprendido por tal muestra de afecto y lucha por la vida que decidió perdonar la vida a todos los habitantes de la ciudad.

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