miércoles, 19 de diciembre de 2012

Charles Baudelaire.- Carta a su madre


 (6 de mayo de 1861)

Estamos tú y yo destinados a amarnos, a vivir por nosotros, a terminar nuestras vidas tan honesta y pacíficamente como sea posible. Y aún así, en esta terrible situación que vivo, estoy seguro de que uno de los dos asesinará al otro, o mejor todavía, nos mataremos al mismo tiempo. Después de tu muerte, sin importar que yo haya sido la causa, debería suicidarme. Tu muerte, de la que hablas con tanta resignación, en ningún sentido mejoraría mi situación; el consejo judiciario continuaría (¿por qué habría de no hacerlo?), nada sería pagado, y, para agrandar mi pena, aun así experimentaría la horrible sensación de soledad. Para mí mi propio suicidio sería absurdo, ¿no? ‘¿Quieres abandonar a tu pobre madre?’, dices. De verdad, aunque no tuviera el derecho de hacerlo, pienso que todo el sufrimiento que he pasado por casi treinta años lo justifica. ‘¿Y Dios?’, dirás. Deseo con todo mi corazón (y con una sinceridad que sólo yo conozco) creer que un Ser exterior e invisible conduce mi destino; pero ¿cómo creerlo?

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.