sábado, 3 de noviembre de 2012
Un perro llamado Canelo
Canelo era el único amigo de su dueño. Cuando este enfermó y se vio sometido a diálisis diaria, el perro Canelo le acompañaba hasta la puerta del gaditano Hospital Puerta del Mar, conocido como “La Residencia”. "Espérame aquí, chaval " le decía; y Canelo esperaba, matando las largas horas de la diálisis pensando quizá en el momento en que se abriría la puerta y Dueño saldría por ella. Pero un mal día Dueño no salió: su vida se enganchó entre tubos y agujas, y hubo de quedarse ingresado en el hospital
Durante varias semanas, Canelo esperó y esperó. Las enfermeras le llevaban agua y comida, atenciones que al principio rechazaba, hasta que las fuerzas le fallaban. Le prepararon una cama de cartones a cubierto, adivinando que el perro no iba a marcharse. Y así fue. Su Dueño murió, y Canelo decidió que allí se quedaba. Y se quedó.
Intentaron buscarle un hogar, pero fue en vano. El perro Canelo no quiso más hogar que aquel que le hacía sentirse a un paso de su dueño. Los laceros de la perrera municipal cogieron un día a Canelo, porque hubo uno que lo denunció, diciendo que había atacado a su perro. Se movieron los trabajadores de la Residencia y los amantes de los animales pidiendo el indulto de Canelo. Los vecinos de la Avenida le adoptaron colectivamente, y Canelo fue el perro de todos. Nunca le faltó comida, ni agua, ni una mantita en invierno, ni las caricias que no podía ya prodigarle el amo. El pueblo gaditano llegó a conseguir que el teniente de alcalde de Sanidad, José Blas Fernández, firmara un decreto perdonándole la vida.
AGADEN se encargó del tema sanitario, por lo que Canelo fue, hasta su muerte, un perro sano, vacunado y con todos los papeles en regla. Así durante doce años vagabundeó por los alrededores del hospital haciendo de su callejón su hogar, a la espera siempre de que regresara su dueño y con la seguridad absoluta de que no le había abandonado. Doce años, hasta que un día, un 9 de diciembre de 2002, un coche lo atropelló.
La triste historia de este perro triste obtuvo resonancia nacional e internacional. De él se ocuparon numerosos medios de comunicación, y apareció en los noticieros de todo el mundo. La BBC le dedicó un documental tierno y conmovedor. Según la prensa de la época, en vida de Canelo, "desde Estados Unidos llegó una caseta de can para que fuera su vivienda, pero las ordenanzas municipales prohibían su instalación a las puertas del hospital".
Para rendir homenaje a la lealtad y fidelidad hechas carne Cádiz le dedicó el callejón en que pasó su vida. Lo llamaron "El perro de Cádiz" y "El perro de todos". Incluso, alguien lo definió como canis viator gardirense, es decir, "perro callejero gaditano".
Y ese perro tiene calle propia y una rememorativa placa de bronce en la que se lo ve echado, esperando. En la placa puede leerse: “A Canelo, que durante 12 años esperó a las puertas del hospital a su amo fallecido. El pueblo de Cádiz como homenaje a su fidelidad. -Mayo de 2003".
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Muéstrame un sólo ser humano que muestre esa nobleza, y creeré que la Humanidad merece ser salvada.
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