lunes, 12 de noviembre de 2012

Sarah Berhardt: La actriz, su método y otras rarezas

Retratada por Félix Nadar en 1864
 Para no pocos, la actriz francesa Sarah Bernhardt (1844-1923) ha sido durante mucho tiempo "la mejor actriz que los tiempos han conocido", y cuando menos hemos de reconocer que su nombre todavía continúa en el imaginario de todos, como un eco de algo que en realidad no hemos visto, pero que asumimos como cierto.

Aunque hizo algunas películas  en los primeros años del cine, su fama se debe principalmente al teatro, en cuyas tablas fue, por ejemplo, la primera actriz en representar tanto el papel de Hamlet como el de Ofelia, algo que hizo en más de una ocasión. Su vida es desde luego interesantísima y por dar algunas pinceladas diremos que fue la protectora de Alphonse Mucha, el cartelista checo, a quien encumbró con su decidido apoyo.
 
Algunos de los carteles que Alphonse Mucha dedicó a Sarah Bernhardt

 Era una persona comprometida en una época en el que la mujer era un tanto relegada en cuestiones de calado y así, su apoyo a Alfred Dreyfus, aquel militar que motivó el escrito "J'accuse" de Emile Zola, fue tan sólido como el del escritor aunque menos recordado. Se desnudaba ante la cámara de Nadar con el mismo desenfado que años después lo haría Marilyn para Playboy, solo que con varías décadas de antelación y en un entorno mucho menos favorable. A Brigitte Bardot le encantarían los animales, pero no paso de los perros, gatos y las pequeñas focas; la Bernhardt si llegó más lejos y llegó a tener como mascotas a un león, un tigre, un cocodrilo, y un mono, que como no, se llamaba Darwin. Siguiendo con las comparaciones, diremos de que antes de que se diera el boom de Drácula, con el Nosferatu de Fritz Lang o el primer Drácula de Tod Browning encarnado por Bela Lugosi, ella ya dormía de vez en cuando en una ataúd con el que se hizo más de una fotografía, imágenes que fueron muy populares en la época. Ni en eso pudo ser original el pobre Bela Lugosi en su postrera demencia.
Sarah Bernhardt en su famoso ataud
 Curiosamente este talento de la actuación sufrió durante toda su vida de miedo escénico y cuando tenía un estreno importante o se sentía especialmente presionada sufría de ataques de pánico en escena, que le provocaban una voz aguda y una visible agitación que afortunadamente le desaparecía tras unos minutos ante el público. A pesar de ello sus actuaciones era un verdadero acontecimiento. Se recuerda especialmente una escena de "La dama de las Camelias" en la que tenía que leer una carta y en la que toda la carga de la actuación recaía en sus gestos, dado que no tenía parlamento alguno durante la misma. La paleta de recursos que lucía durante la misma era tan apabullante y mereció tantos elogios que pronto fue interrogada por los periodistas sobre su método para conseguir tal despliegue y si en la carta que fingía leer había escrito algún texto que le sirviera de inspiración para mostrar ese semblante tan abatido y doloroso. Sarah lo negó y se limitó a decir:

"Solo pienso en una palabra mientras aparento leer la carta; es una palabra que pronuncio mentalmente durante todo el tiempo que naturalmente duraría la lectura del escrito; a esa palabra le doy todos los matices posibles, desde el más cómico al más dramático, pero sólo se trata de eso de una palabra"
Sarah fotografiada por Nadar en  1868
Y esas palabras no hicieron sino abrir más la curiosidad de todos ¿Cuál sería esa palabra mágica? Los periodistas no pararon de atosigarla con preguntas sobre la palabrita y tras muchas negativas, rodeos y evasivas, confesó:

"Voy a decirles de que palabra se trata; se trata de la palabra de Cambrone, así de sencillo: repito una y otra vez, la palabra merde"

No sé si Stanislawsky con su famoso método tendría en cuenta la palabrita a la hora de aleccionar a sus famosos alumnos, pero ahí queda.

Un día, ya muy mayor, la Reina María de Inglaterra le preguntó a Sarah la razón de que siguiera actuando, ella se limitó a contestar:

«Señora, ojalá muera en escena. ¡Es mi campo de batalla!».


 

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