viernes, 9 de septiembre de 2016

Faulkner vs Hemingway: Mujeres y alcohol



"Escribiré a Hemingway. Pobre tipo, tener que casarse tres veces para descubrir que el matrimonio es un error, y que la única manera de obtener de ello la paz es (si se está lo bastante loco para casarse) conservar la primera y mantenerse alejado de ella lo más que se pueda, con la esperanza de sobrevivirla algún día. Entonces al menos estará uno a salvo de casarse con cualquier otra; lo cual sucederá inevitablemente si alguna vez se divorcia. Al parecer, el hombre puede curarse con medicinas, bebida, juego, mordiéndose las uñas y escarbándose la nariz, pero no casándose."

Eso  contaba William Faulkner,  Nóbel de literatura gracias a libros como  "El ruido y la furia", "Santuario" o "Luz de Agosto" del otro Nóbel Ernest Hemingway en una carta escrita a Malcolm Cowley fechada el 20 de septiembre de 1945 y recogida en el libro "Cartas escogidas" (W. Faulkner - Alfaguara - 2012).

Si bien estilísticamente, él y Hemingway se pueden considerar estilos opuestos, tenían, aparte del talento y el Nóbel, un gran punto en común, su desmedido amor a la bebida, uno de esos elementos sanadores que se mencionaban más arriba. Faulkner bebía para escribir, le estimulaba, pero cuando terminaba una obra se entregaba en brazos del alcohol apasionadamente llegando a veces a la inconsciencia e incluso a lesionarse. Le gustaba especialmente el Jack Daniels que solía tomar con azúcar, hielo y hojas de menta machacadas en lo que puede denominarse una variante del "Mint Julep". La receta del combinado aun se puede ver en su casa de Rowan Oak acompañada del vaso de metal en el que solía beberlo.  Como decía en "El ruido y la furia": "El alcohol te enseña a confundir el fin con los medios". 

Hemingway, a quien se le atribuye la frase: "Escribe borracho, corrige sobrio", era sin lugar a dudas otro elemento de cuidado. A pesar de hacer famosos los mojitos y los daiquiris con aquello de "Mi mojito en la bodeguita y mi daiquiri en el Floridita" no solía abusar de ellos por su diabetes, y si que era más amigo de la absenta, la fortísima "Hada verde" que el solía tomar como parte de un cóctel al que llamó como uno de sus libros: "Muerte en la tarde". Un lingotazo que elaboraba con champan y cuya receta él mismo explicaba: “Pon un dedo de absenta en una copa de champán. Añade champán helado hasta que coja una consistencia irisada y lechosa. Bebe de tres a cinco copas lentamente”. Si no fuera porque la absenta no es demasiado fácil de conseguir ya me veo a más de uno haciendo probaturas etílicas con los consejos del amigo.

En una carta que   que escribió en 1935 a su traductor Ivan Kashkin decía: “¿Usted no bebe? Me he dado cuenta de que siempre habla con desprecio de la botella. Bebo desde que tenía quince años y pocas cosas me han dado más placer. Cuando se trabaja duro todo el día pensando con la cabeza, sabiendo que hay que trabajar de nuevo al día siguiente, ¿qué otra cosa puede cambiar las ideas y hacer que se ejecuten en un plano diferentetan bien como el whisky?”

Supongo que un encuentro entre Faulkner y Hemingway debería de ser épico. Quien sabe si se produciría; de hecho Hemingway le dijo en una carta fechada en 1932 a Faulkner: “Oye, viejo, tú y yo deberíamos jugar a las vencidas un día de estos. A menos que tengas miedo, claro.”   

Aunque  Hemingway bebió alcohol siempre no fue hasta después de un accidente de avión en África que empezó a consumirlo compulsivamente para calmar los dolores y secuelas del mismo, lo que no ayudó precisamente a controlar sus desequilibrios emocionales latentes.

En cuanto a las mujeres, de Hemingway ya nos contaba Faulkner su tendencia a ponerse en el altar; lugar que visitó hasta en tres ocasiones. Faulkner en cambio no se hizo del todo caso a sí mismo y se casó, eso sí, solo una sola vez, en lo que por supuesto se le supone un arrebato de locura, y aunque no sabemos si logró mantenerse alejado de su esposa tal y como aconsejaba, lo que si está claro es que no logro sobrevivirla y esta le acompañó durante toda su vida hasta la muerte del escritor. 

El maravilloso discurso que Faulkner pronunció en la recogida de su Nobel estaba espléndidamente regado en alcohol. Si desean leer los avatares del discurso, una parte del mismo y alguna anécdota más de Faulkner os recomiendo estas otras entradas de este mismo blog: 


"Vidas cruzadas: Hawks, Hemingway y Faulkner"

Las fotografías han sido tomadas de las siguientes páginas por orden de aparición:
https://es.pinterest.com/pin/170010954660683465/
https://redaccion.lamula.pe/2014/01/01/el-alcohol-y-los-escritores-i/christianelguera/
http://www.lavanguardia.com/comer/tendencias/20160805/403686706442/coctel-hemingway-death-in-the-afternoon.html

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