George Mallory es el segundo por la izquierda de los que están de pie |
Uno de los grandes mitos del montañismo es sin duda la figura de George Mallory, que perdió la vida en su intento de ser el primero en alcanzar la cima del Everest, persistiendo aun la incógnita de si a pesar del equipamiento deficiente, logró hacer cumbre o no. Hoy su cuerpo descansa, blanco como la nieve, en una de las laderas del Everest y su cámara, donde podría encontrarse respuesta a uno de los grandes enigmas del montañismo, sigue siendo uno de los tesoros que con más ahincó se buscan en la montaña más alta del planeta.
Mallory acometió en dos ocasiones, en 1921 y en 1924, la ascensión de aquella montaña prácticamente imposible de escalar en aquella época, tan difícil en su último tramo que Hillary no lo consiguió hasta 1953. Para la gran mayoría de la opinión pública el intentó de este alpinista era un riesgo seguro para la vida y no comprendían su fijación en tal empresa, por lo que en cierta ocasión le preguntaron por la razón de tener que escalarla, y el se limitó a contestar con una escueta pero maravillosa respuesta que se ha convertido en la enseña romántica de cualquier montañista: "Porque está ahí".
Petrarca ¿Mirando la cima del Mont Ventoux? |
Pero una vez más y como muestra de que en esta vida todo ha ocurrido ya, nos encontramos con una figura harto singular, el poeta renacentista Francesco Petrarca, que también tiene algo que aportar en la paternidad del "leit motiv" más famoso del mundo de la escalada. El caso es que Petrarca, por puro placer, se aventuró el 26 de abril de 1336 a dar cima al famoso Mont Ventoux, una cima ciertamente mediocre con sus 1.148 metros si se los compara con los 8.848 del Everest, pero a la que se enfrentaba nuestro poeta, en compañía de su hermano y dos sirvientes, en una época en la que nadie se le ocurría pegarse tal aperreo para contemplar las vistas. Hoy curiosamente es una de las cimas más famosas con las que castigan a los ciclistas para mayor épica del "Tour de Francia".
Petrarca dejó constancia de las impresiones de su escalada al Monte Ventoso, en una famosa carta que con el tiempo se convirtió en el documento que le avalaría como el primer alpinista de la historia, cuando menos el primero del que tenemos conocimiento, pero lo curioso es que extrañados por tan singular hazaña alguien de su entorno le preguntó por la razón de haberse aventurado a tal empresa y él, casi con idénticas palabras a las que utilizó Mallory seiscientos años después, dijo: "Porque la montaña estaba ahí".
Es más, en su famosa carta, añadía: "La dureza de la subida hasta la cima es tan ardua como la búsqueda de la felicidad".
Y claro ya no sabemos, a quien atribuir la dichosa fracesita, a quien habría que atribuir la inspiración que para miles de amantes de la montaña supuso esa constatación de su pulsión interna de ir cada vez más arriba y además tener a mano una frase lapidaria para contestar a los supuestamente cuerdos que siempre le criticaran.... No he llegado a saber si Mallory sabía ya de las palabras de Petrarca, pero la coincidencia es al menos una constatación de que los seres humanos no hacemos otra cosa que repetirnos. ¿Petrarca? ¿Mallory? Decidan ustedes mismos. Yo tengo predilección por los perdedores.
Mallory disfrutando de las vistas |
Excelente entrada, desconocía lo de Petrarca.
ResponderEliminarEsta historia también me hace pensar en aquellos que intentaron llegar a los polos (los que lo lograron y los que no), a la luna, y a otras cosas no tan accesibles... como bien lo dice Petrarca, la felicidad. ¿Lo habrá logrado Mallory?
Saludos!
Gracias por tu comentario, Frodo! En estos días intentaré contar una anécdota sobre Robert Scott, el gran perdedor frente a Amundsen en la conquista del Polo Sur.
ResponderEliminarExcelente! Lo esperaré.
EliminarHace un tiempo, con un seguidor de mi blog estuvimos hablando de las expediciones de Nansen otro de los perdedores, aunque del Polo Norte.