domingo, 21 de julio de 2013

Franz Kafka.- Carta al padre



"Sólo guardo memoria directa de un episodio de mis primeros años. Quizá también tú lo recuerdes. Una noche no cesaba de lloriquear pidiendo agua. . Estoy seguro de que no lo hacía porque tuviera sed, sino, tal vez, en parte por incomodar y en parte para distraerme. Como tus gritos de amenaza no tenían efecto, me sacaste de la cama, me llevaste a la terraza y allí me dejaste un rato solo, en camisón, ante la puerta cerrada. No diré que estuvo mal hecho -tal vez no hubiera otra forma de restablecer la calma nocturna-, pero, si lo menciono,  es porque resulta típico de tus métodos educativos y de su efecto en mí. Me atrevo a decir que, después de aquello, fui muy obediente durante ese periodo de mi vida, pero quedé herido en lo más profundo. Lo que para mí era natural, el pedir agua sin más ni más, y, como resultado, el extraordinario terror de que me sacases afuera, fueron dos cosas que, al ser yo como era, en el fondo nunca pude relacionar. Incluso al cabo de los años seguía atormentándome la idea de que el hombre gigantesco, mi padre, la máxima autoridad,  venía casi sin motivo, me sacaba de la cama por la noche y me llevaba a la terraza, y que, por tanto, yo no significaba absolutamente nada para él"

Imagen: Kafka de niño

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