"Constituía un placer especial ver las cosas consumidas, ver los objetos ennegrecidos y cambiados. Con la punta de bronce del soplete en sus puños, con aquella gigantesca serpiente escupiendo su petróleo venenoso sobre el mundo, la sangre latía en la cabeza y sus manos eran las de un fantástico director tocando todas las sinfonías del fuego y de las llamas para destruir los guiñapos y ruinas de la Historia. Con su casco simbólico en que aparecía grabado el número 451 bien plantado sobre su impasible cabeza y sus ojos convertidos en una llama anaranjada ante el pensamiento de lo que iba a ocurrir, encendió el deflagrador y la casa quedo rodeada por un fuego devorador que inflamó el cielo del atardecer con colores rojos, amarillos y negros. El hombre avanzó entre un enjambre de luciérnagas. Quería, por encima de todo, como en el antiguo juego, empujar a un malvavisco hacia la hoguera, en tanto que los libros, semejantes a palomas aleteantes, morían en el porche y el jardín de la casa; en tanto que los libros se elevaban convertidos en torbellinos incandescentes y eran aventados por un aire que el incendio ennegrecía."
"No somos nada. Algún día, la carga que llevamos con nosotros puede ayudar a alguien. Pero incluso cuando teníamos los libros en la mano, mucho tiempo atrás, no utilizamos lo que sacábamos de ellos. Proseguimos impertérritos insultando a los muertos. Proseguimos escupiendo sobre las tumbas de todos los pobres que habían muerto antes que nosotros. Durante la próxima semana, el próximo mes y el próximo año vamos a conocer a mucha gente solitaria. Y cuando nos pregunten lo que hacemos, podemos decir: «Estamos recordando.» Ahí es donde venceremos a la larga. Y, algún día, recordaremos tanto, que construiremos la mayor pala mecánica de la Historia, con la que excavaremos la sepultura mayor de todos los tiempos, donde meteremos la guerra y la enterraremos. Vamos, ahora. Ante todo, deberemos construir una fábrica de espejos, y durante el próximo año, sólo fabricaremos espejos y nos miraremos prolongadamente en ellos."
"La mayoría de nosotros no podemos andar corriendo por ahí, hablando con todo el mundo, ni conocer todas las ciudades del mundo, pues carecemos de tiempo, de dinero o de amigos. Lo que usted anda buscando, Montag, está en el mundo, pero el único medio para que una persona corriente vea el noventa y nueve por ciento de ello está en un libro. No pida garantías. Y no espere ser salvado por alguna cosa, persona, máquina o biblioteca. Realice su propia labor salvadora, y si se ahoga, muera, por lo menos, sabiendo que se dirigía hacia la playa."
"Se vio en los ojos de ella, suspendido en dos brillantes gotas de agua, oscuro y diminuto, pero con mucho detalle; las líneas alrededor de su boca, todo en su sitio, como si los ojos de la muchacha fuesen dos milagrosos pedacitos de ámbar violeta que pudiesen capturarle y conservarle intacto. El rostro de la joven, vuelto ahora hacia él, era un frágil cristal de leche con una luz suave y constante en su interior. No era la luz histérica de la electricidad, sino... ¿Qué? Sino la agradable, extraña y parpadeante luz de una vela. "
Son fragmentos de la novela del estadounidense Ray Bradbury "Fahrenheit 451", un ejemplo perfecto de la novela distopica, de un futuro no precisamente halagüeño. La trama gira en torno a un bombero llamado Montag que junto a su cuadrilla se encarga de quemar todos los libros por orden del Gobierno. Todo cambia cuando conoce a Clarisse que le hará dudar de todas sus creencias y sobre el orden establecido, llegando a conocer con el tiempo a los singulares "hombres libro" que memorizan palabra por palabra los libros que el afanosamente se dedicaba a quemar, a fin de que no se perdieran en el olvido.
El título, Fahrenheit 451, hace referencia a la temperatura a la que se quema el papel (233 grados Centigrados). El libro data de 953 y nace con el claro objetivo de criticar la censura de libros que provocó el "Macarthismo" en EEUU, así como recordar la quema de libros en 1933 en la Alemania Nazi y el lanzamiento de las bombas nucleares sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki. Curiosamente el libro se publicó por primera vez por entregas en la revista Playboy.
Truffaut nos regaló una hermosa adaptación al cine en 1966 que tomaba el mismo nombre de la novela y de la que vemos un fotograma acompañando al texto.
Esta entrada está tomada de la página del escritor José Manuel Pérez Padilla, que os recomendamos sin reservas que visitéis. Os dejo el enlace: http://www.facebook.com/PerezPadilla.Novelas?ref=ts&fref=ts
"No somos nada. Algún día, la carga que llevamos con nosotros puede ayudar a alguien. Pero incluso cuando teníamos los libros en la mano, mucho tiempo atrás, no utilizamos lo que sacábamos de ellos. Proseguimos impertérritos insultando a los muertos. Proseguimos escupiendo sobre las tumbas de todos los pobres que habían muerto antes que nosotros. Durante la próxima semana, el próximo mes y el próximo año vamos a conocer a mucha gente solitaria. Y cuando nos pregunten lo que hacemos, podemos decir: «Estamos recordando.» Ahí es donde venceremos a la larga. Y, algún día, recordaremos tanto, que construiremos la mayor pala mecánica de la Historia, con la que excavaremos la sepultura mayor de todos los tiempos, donde meteremos la guerra y la enterraremos. Vamos, ahora. Ante todo, deberemos construir una fábrica de espejos, y durante el próximo año, sólo fabricaremos espejos y nos miraremos prolongadamente en ellos."
"La mayoría de nosotros no podemos andar corriendo por ahí, hablando con todo el mundo, ni conocer todas las ciudades del mundo, pues carecemos de tiempo, de dinero o de amigos. Lo que usted anda buscando, Montag, está en el mundo, pero el único medio para que una persona corriente vea el noventa y nueve por ciento de ello está en un libro. No pida garantías. Y no espere ser salvado por alguna cosa, persona, máquina o biblioteca. Realice su propia labor salvadora, y si se ahoga, muera, por lo menos, sabiendo que se dirigía hacia la playa."
"Se vio en los ojos de ella, suspendido en dos brillantes gotas de agua, oscuro y diminuto, pero con mucho detalle; las líneas alrededor de su boca, todo en su sitio, como si los ojos de la muchacha fuesen dos milagrosos pedacitos de ámbar violeta que pudiesen capturarle y conservarle intacto. El rostro de la joven, vuelto ahora hacia él, era un frágil cristal de leche con una luz suave y constante en su interior. No era la luz histérica de la electricidad, sino... ¿Qué? Sino la agradable, extraña y parpadeante luz de una vela. "
Son fragmentos de la novela del estadounidense Ray Bradbury "Fahrenheit 451", un ejemplo perfecto de la novela distopica, de un futuro no precisamente halagüeño. La trama gira en torno a un bombero llamado Montag que junto a su cuadrilla se encarga de quemar todos los libros por orden del Gobierno. Todo cambia cuando conoce a Clarisse que le hará dudar de todas sus creencias y sobre el orden establecido, llegando a conocer con el tiempo a los singulares "hombres libro" que memorizan palabra por palabra los libros que el afanosamente se dedicaba a quemar, a fin de que no se perdieran en el olvido.
El título, Fahrenheit 451, hace referencia a la temperatura a la que se quema el papel (233 grados Centigrados). El libro data de 953 y nace con el claro objetivo de criticar la censura de libros que provocó el "Macarthismo" en EEUU, así como recordar la quema de libros en 1933 en la Alemania Nazi y el lanzamiento de las bombas nucleares sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki. Curiosamente el libro se publicó por primera vez por entregas en la revista Playboy.
Truffaut nos regaló una hermosa adaptación al cine en 1966 que tomaba el mismo nombre de la novela y de la que vemos un fotograma acompañando al texto.
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