Dashiell Hammett (Sant Mary’s County, 1894 - Nueva York, 1961) nació en el seno de una familia de campesinos, trabajó como detective privado en Baltimore y participó en la Primera Guerra Mundial, lo que le dejó secuelas en su salud durante el resto de su vida. Su pasión por la literatura despertó a principios de los años veinte, llegando a alcanzar la fama durante la Gran Depresión.
Pero fue su paso por la agencia privada Pinkerton, donde trabajó como detective, lo que marcó el contenido de toda su producción literaria. La anécdota es que una noche, mientras seguía a un individuo por las calles de San Francisco, un hombre que a su vez le seguía a él, le golpeó, en medio de un callejón oscuro, con un ladrillo en la cabeza y le amenazó de muerte; y eso fue lo que cambió su trayectoria vital. Moría el detective —que dejó la profesión para dedicarse a la más relajada vida de profesor— y nacía el escritor.
Novelista influyente y admirado entre los años 1929 y 1934, Hammett acabó dejando a un lado su profesión para dedicarse al activismo político, militando en movimientos antifascistas y afiliándose en 1937 al Partido Comunista de los Estados Unidos, lo que le empujó a participar en la Segunda Guerra Mundial.
Investigado hasta sus últimos días por su bestia negra, el FBI, Dashiell Hammett, que curiosamente nunca llegó a entrar en combate en ninguna de las dos guerras mundiales en las que sirvió, descansa en un cementerio castrense, en Arlington, donde fue enterrado al morir, en las más absoluta ruina, de cáncer de pulmón. El pasado año 2011 se cumplieron 50 años de su fallecimiento
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