martes, 22 de enero de 2013

Lorca y el gran amor de Cernuda, Serafín Ferro


Mediados de otoño de 1931. El camarero del Universal toma nota: García Lorca pide un café con coñac. Le gusta frecuentar los locales nocturnos donde se mezclan el bullicio y la pobreza. Un joven, con aspecto de mendigo, se acerca al poeta y le interpela: "Señor García Lorca, ¿por qué no me invita usted a un "pepito"? Hoy todavía no he comido". El poeta acepta el ruego, el joven se presenta -se llama Serafín Fernández Ferro- y le cuenta sus peripecias. Cuando la noche termina le pide ayuda: pasa hambre, quiere trabajar. Está dispuesto a vender su cuerpo.

La oferta sexual no le interesó, pero Lorca quiso facilitar las cosas a un muchacho joven y muy guapo que le pareció positivamente atrevido y de inteligencia natural. Alguien de su entorno, pensó, le podría echar un cable. Le dio algo de dinero y prometió presentarle a sus amigos. Fue así como Serafín, de la mano de un guía privilegiado, entró a formar parte del grupo selecto que se movía en torno al poeta. Para sorpresa de todos, Serafín actuó con toda naturalidad en aquellos círculos elitistas.

Al día siguiente, Lorca se citó con el joven y los dos fueron a Velintonia, 3. Aleixandre, según el relato de Luis Antonio de Villena, también declinó la oferta sexual (no le gustaban los "muchachos venales"). Aquella misma tarde Lorca redactó varias cartas de recomendación para Serafín. Una dirigida a Altolaguirre y Concha Méndez. No sabemos cuándo, pero la pareja de impresores le contrataron como linotipista para el negocio que habían puesto en marcha hacía poco tiempo. Lorca escribió una carta de recomendación más. Tomó una cuartilla, la dobló y después cogió una pluma. En la parte exterior de la hoja anotó el nombre y la dirección del destinatario (Luis Cernuda, Lope de Rueda, 10) y sus iniciales (F.G.L.). En la parte interior de la nota escribió las palabras de presentación; usó tres plumas para conseguirlo:

....Querido Luis: Tengo el gusto de presentarte a Serafín (he estado luchando con tres plumas).
....Espero que lo atiendas en su petición.
....Un abrazo.

Cernuda no podía dar trabajo ni prestar dinero al joven mendigo. ¿Por qué, pues, aquella carta? Lorca, sin duda, vio en el muchacho una posibilidad para sacar al amigo de su estado de depresión permanente. Rafael Martínez Nadal recuerda las palabras que Lorca le comentó a propósito de todo ello: si no lo idealizara demasiado, Serafín sería el compañero ideal para Cernuda.

(...) Lo importante para mi relato es que Serafín fue el gran amor de Luis Cernuda. Los críticos y especialistas han escrito algunas páginas sobre esta relación, pero no han reparado en la importancia fundamental de aquella breve y tormentosa experiencia amorosa. La relación no pudo durar más de medio año, es cierto, pero modificó radicalmente las expectativas vitales de Cernuda.

JORDI AMAT, Luis Cernuda: fuerza de soledad, Espasa, Madrid, 2002, págs. 103-105

Imagen: Cernuda con Serafín Ferro

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