FRIDA KAHLO.- DIARIO
“Porqué le llamo mi Diego? Nunca fue ni será mio. Es de él mismo.”
“Pies para qué los quiero
si tengo alas para volar”
“Hoy Diego me besó
Cada momento, él es mi niño,
mi niño nacido, cada ratito,
diario, de mi misma.”
“Tú también sabes que todo lo que mis ojos ven y que toco conmigo misma, desde todas las distancias, Diego. La caricia de las telas, el color del color, los alambres, los nervios, los lápices, las hojas, el polvo, las células, la guerra y el sol, todo lo que se vive en los minutos de los no-relojes y los no-calendarios y de las no-miradas vacías, es él. Tú lo sentiste, por eso dejaste que me trajera el barco desde el Havre, donde tú nunca me dijiste adiós. Te seguiré escribiendo con mis ojos, siempre.” (Carta)
“Mi Diego: Espejo de la noche. Tus ojos espadas verdes dentro de mi carne, ondas entre nuestras manos. Todo tú en el espacio lleno de sonidos –en la sombra y en la luz. (…) Tu eres todas las combinaciones de los números. La vida. Mi deseo es entender la línea la forma la sombra el movimiento. Tu llenas y yo recibo. Tu palabra recorre todo el espacio y llega a mis células que son mis astros y vá a las tuyas que son mi luz. Fantasmas”
“¿Quién diría que las manchas viven y ayudan a vivir? Tinta, sangre, olor. (…)”
“Nadie sabrá jamás como quiero a Diego. No quiero que nada lo hiera, que nada lo moleste y le quite energía que él necesita para vivir. Vivir como a él le dé la gana. Pintar, ver,amar, comer, dormir, sentirse solo, sentirse acompañado, pero nunca quisiera que estuviera triste. Si yo tuviera salud quisiera dársela toda si yo tuviera juventud toda la podría tomar (…)"
“Años.
Esperar con la angustia
guardada, la columna
rota, y la inmensa mirada,
sin andar, en el vasto
sendero…
moviendo mi vida cercada
de acero.
Diego!”
“Espero alegre la salida –y espero no volver jamás- FRIDA “
(Últimas palabras escritas en el diario)
-Palabras de CARLOS FUENTES, del prólogo para el Diario, con las que describe su primer encuentro con Frida:
“Era la entrada de una diosa azteca, quizá Catlicue, la madre envuelta en faldas de serpientes, exhibiendo su propio cuerpo lacerado y sus manos ensangrentadas como otras mujeres exhiben sus broches. Quizá era Tlazolteotl, la diosa tanto de la pureza como de la impureza, el buitre femenino que devora la inmundicia a fin de purificar al mundo. O quizá se trataba de la Madre Tierra española, la Dama de Elche, radicada en el suelo gracias a su pesado casco de piedra, sus arracadas tamaño rueda de molino, los pectorales que devoran sus senos, los anillos que transforman las manos en garras.
¿Un árbol de navidad?
¿Una piñata?
Frida Kahlo era una Cleopatra quebrada que escondía su cuerpo torturado, su pierna seca, su pie baldado, sus corsés ortopédicos, bajo los lujos espectaculares de las campesinas mexicanas, que durante siglos han escondido celosamente las antiguas joyas, protegiéndolas de la pobreza, mostrándolas sólo en las grandes fiestas de las comunidades agrarias. Los encajes, los listones, las rumorosas enaguas, las trenzas, los huipiles, los tocados tehuanos enmarcando como lunas ese rostro de mariposa oscura, dándole alas: Frida Kahlo, diciéndonos a todos los presentes, que el sufrimiento no marchitaría, ni la enfermedad haría rancia, su infinita variedad femenina.”
Frida Kahlo, la popular y controvertida pintora mexicana, reflejó los últimos años de su atormentada vida en un famoso diario, publicado por primera vez en su totalidad en 2002. “Espero una salida feliz y espero no volver jamás” fueron las últimas palabras de la artista en el citado manuscrito.
Nacida en Coyoacán, en 1907, Magdalena Carmen Frida Kahlo y Calderón hizo de la rebeldía una forma de vida desde su más tierna infancia. “Nací con la Revolución”, llegó a afirmar, haciendo alusión al México moderno que siempre deseó..
Su carrera como pintora comenzó cuando conoció a Diego Rivera, prestigioso muralista con quien se casó en 1929. Fue precisamente su marido quien más influyó en las creaciones surrealistas y expresionistas de la autora, no en vano formó parte esencial en la vida que Frida pintó.
Frida Kahlo quedó marcada por la desgracia: enfermedades, operaciones, accidentes, amputaciones… Tanto que acabó sus últimos años deprimida y llena de dolor, lo que la llevó a intentar suicidarse en un par de ocasiones antes de morir en 1954.
El Diario ilustrado de Frida Kahlo refleja los últimos diez años de una vida turbulenta.
Es un documento a veces apasionado, otras sorprendente e íntimo, custodiado bajo llave durante aproximadamente cuarenta años, que revela nuevos rasgos de la compleja personalidad de esta destacada artista mexicana. En 170 páginas, abarca el período que va de 1944 a 1954, y recoge los pensamientos, poemas y sueños de Frida, al tiempo que pone de manifiesto la tormentosa relación que mantuvo con Diego Rivera. Las setenta acuarelas -expresivos esbozos, numerosos autorretratos de gran elegancia y algunos cuadros terminados- proporcionan distintas visiones del proceso creativo de la artista y, al mismo tiempo, muestran con qué frecuencia ésta acudía a su diario para desarrollar las ideas que posteriormente plasmaría en sus lienzos.
Las anotaciones, escritas en letra redonda y clara con tinta de colores brillantes, resultan casi decorativas, añadiendo un gran atractivo visual al texto. La infancia de Frida, su sensibilidad política y su pasión por Diego aparecen realzadas por el ingenio de las frases y el carácter obsesivo de las imágenes.
Si bien no es poco lo que durante estos años se ha publicado sobre esta mujer extraordinaria, el arte y la vida de Frida Kahlo continúan causando admiración en todo el mundo. Este personal documento, editado en un facsímil a todo color, aporta un nuevo enfoque para comprender mejor la original y enérgica visión del mundo de esta mexicana, al tiempo que desvela su enorme coraje ante las más de treinta y cinco operaciones a las que tuvo que someterse para intentar corregir las secuelas de un accidente que sufrió a los dieciocho años
“Hoy Diego me besó
Cada momento, él es mi niño,
mi niño nacido, cada ratito,
diario, de mi misma.”
“Tú también sabes que todo lo que mis ojos ven y que toco conmigo misma, desde todas las distancias, Diego. La caricia de las telas, el color del color, los alambres, los nervios, los lápices, las hojas, el polvo, las células, la guerra y el sol, todo lo que se vive en los minutos de los no-relojes y los no-calendarios y de las no-miradas vacías, es él. Tú lo sentiste, por eso dejaste que me trajera el barco desde el Havre, donde tú nunca me dijiste adiós. Te seguiré escribiendo con mis ojos, siempre.” (Carta)
“Mi Diego: Espejo de la noche. Tus ojos espadas verdes dentro de mi carne, ondas entre nuestras manos. Todo tú en el espacio lleno de sonidos –en la sombra y en la luz. (…) Tu eres todas las combinaciones de los números. La vida. Mi deseo es entender la línea la forma la sombra el movimiento. Tu llenas y yo recibo. Tu palabra recorre todo el espacio y llega a mis células que son mis astros y vá a las tuyas que son mi luz. Fantasmas”
“¿Quién diría que las manchas viven y ayudan a vivir? Tinta, sangre, olor. (…)”
“Nadie sabrá jamás como quiero a Diego. No quiero que nada lo hiera, que nada lo moleste y le quite energía que él necesita para vivir. Vivir como a él le dé la gana. Pintar, ver,amar, comer, dormir, sentirse solo, sentirse acompañado, pero nunca quisiera que estuviera triste. Si yo tuviera salud quisiera dársela toda si yo tuviera juventud toda la podría tomar (…)"
“Años.
Esperar con la angustia
guardada, la columna
rota, y la inmensa mirada,
sin andar, en el vasto
sendero…
moviendo mi vida cercada
de acero.
Diego!”
“Espero alegre la salida –y espero no volver jamás- FRIDA “
(Últimas palabras escritas en el diario)
-Palabras de CARLOS FUENTES, del prólogo para el Diario, con las que describe su primer encuentro con Frida:
“Era la entrada de una diosa azteca, quizá Catlicue, la madre envuelta en faldas de serpientes, exhibiendo su propio cuerpo lacerado y sus manos ensangrentadas como otras mujeres exhiben sus broches. Quizá era Tlazolteotl, la diosa tanto de la pureza como de la impureza, el buitre femenino que devora la inmundicia a fin de purificar al mundo. O quizá se trataba de la Madre Tierra española, la Dama de Elche, radicada en el suelo gracias a su pesado casco de piedra, sus arracadas tamaño rueda de molino, los pectorales que devoran sus senos, los anillos que transforman las manos en garras.
¿Un árbol de navidad?
¿Una piñata?
Frida Kahlo era una Cleopatra quebrada que escondía su cuerpo torturado, su pierna seca, su pie baldado, sus corsés ortopédicos, bajo los lujos espectaculares de las campesinas mexicanas, que durante siglos han escondido celosamente las antiguas joyas, protegiéndolas de la pobreza, mostrándolas sólo en las grandes fiestas de las comunidades agrarias. Los encajes, los listones, las rumorosas enaguas, las trenzas, los huipiles, los tocados tehuanos enmarcando como lunas ese rostro de mariposa oscura, dándole alas: Frida Kahlo, diciéndonos a todos los presentes, que el sufrimiento no marchitaría, ni la enfermedad haría rancia, su infinita variedad femenina.”
Frida Kahlo, la popular y controvertida pintora mexicana, reflejó los últimos años de su atormentada vida en un famoso diario, publicado por primera vez en su totalidad en 2002. “Espero una salida feliz y espero no volver jamás” fueron las últimas palabras de la artista en el citado manuscrito.
Nacida en Coyoacán, en 1907, Magdalena Carmen Frida Kahlo y Calderón hizo de la rebeldía una forma de vida desde su más tierna infancia. “Nací con la Revolución”, llegó a afirmar, haciendo alusión al México moderno que siempre deseó..
Su carrera como pintora comenzó cuando conoció a Diego Rivera, prestigioso muralista con quien se casó en 1929. Fue precisamente su marido quien más influyó en las creaciones surrealistas y expresionistas de la autora, no en vano formó parte esencial en la vida que Frida pintó.
Frida Kahlo quedó marcada por la desgracia: enfermedades, operaciones, accidentes, amputaciones… Tanto que acabó sus últimos años deprimida y llena de dolor, lo que la llevó a intentar suicidarse en un par de ocasiones antes de morir en 1954.
El Diario ilustrado de Frida Kahlo refleja los últimos diez años de una vida turbulenta.
Es un documento a veces apasionado, otras sorprendente e íntimo, custodiado bajo llave durante aproximadamente cuarenta años, que revela nuevos rasgos de la compleja personalidad de esta destacada artista mexicana. En 170 páginas, abarca el período que va de 1944 a 1954, y recoge los pensamientos, poemas y sueños de Frida, al tiempo que pone de manifiesto la tormentosa relación que mantuvo con Diego Rivera. Las setenta acuarelas -expresivos esbozos, numerosos autorretratos de gran elegancia y algunos cuadros terminados- proporcionan distintas visiones del proceso creativo de la artista y, al mismo tiempo, muestran con qué frecuencia ésta acudía a su diario para desarrollar las ideas que posteriormente plasmaría en sus lienzos.
Las anotaciones, escritas en letra redonda y clara con tinta de colores brillantes, resultan casi decorativas, añadiendo un gran atractivo visual al texto. La infancia de Frida, su sensibilidad política y su pasión por Diego aparecen realzadas por el ingenio de las frases y el carácter obsesivo de las imágenes.
Si bien no es poco lo que durante estos años se ha publicado sobre esta mujer extraordinaria, el arte y la vida de Frida Kahlo continúan causando admiración en todo el mundo. Este personal documento, editado en un facsímil a todo color, aporta un nuevo enfoque para comprender mejor la original y enérgica visión del mundo de esta mexicana, al tiempo que desvela su enorme coraje ante las más de treinta y cinco operaciones a las que tuvo que someterse para intentar corregir las secuelas de un accidente que sufrió a los dieciocho años
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