23 de mayo de 1966
Estimado amigo:Espero que le complacerá considerar estas pocas reflexiones a propósito de la lectura que hago de su libro Les mots et les choses…Las palabras Semejanza y Similitud le permiten sugerir con vigor la presencia –absolutamente extraña- del mundo y de nosotros mismos. Sin embargo, creo que estas dos palabras apenas están diferenciadas, y los diccionarios apenas son edificantes en cuanto a lo que las distingue.Me parece que, por ejemplo, los guisantes entre sí tienen relaciones de similitud, a la vez visibles (su color, su forma, su dimensión) e invisibles (su naturaleza, su sabor, su peso). Lo mismo ocurre con lo falso y lo auténtico, etc. Las “cosas” no tienen entre sí semejanzas, tienen o no similitudes.Ser semejante no pertenece más que al pensamiento. Se asemeja en tanto que ve, oye o conoce; se convierte en lo que el mundo le ofrece.
Desde hace algún tiempo se ha concedido una curiosa primacía a “lo invisible” debido a una literatura confusa, cuyo interés desaparece si tenemos en cuenta que lo visible puede ser ocultado, pero que lo que es invisible no oculta nada: puede ser conocido o ignorado, nada más. No hay por qué conceder más importancia a lo invisible que a lo visible, y a la inversa.Lo que no “carece” de importancia es el misterio evocado “de hecho” por lo visible y lo invisible, y que puede ser evocado “en teoría” por el pensamiento que une las “cosas” en el orden que evoca el misterio.Me permito proponer a su atención las reproducciones de los cuadros adjuntos, que he pintado sin preocuparme por una búsqueda original de pintar.(*)
Cordialmente,
René Magritte
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