Todos nos hemos emocionado con la película de "La bella y la bestia" y hemos sufrido por aquel ser que se encontraba atrapado por una maldición en un cuerpo de animal. La historia nos fue contada por Gabrielle-Suzanne Barbot de Villenueve en su cuento de hadas titulado "La belle et la bëte" (1720), cuya versión más larga fue luego reescrita y publicada en 1756 por Jeanne-Marie Leprince de Beaumont, convirtiéndose esta en la versión más conocida. Hay quien dice que la historia podría encontrar inspiración en el cuento "Cupido y Psique" recogido en "El asno de oro" de Apuleyo, pero no son pocos los que mantienen que la historia tiene como inspiración a un ser real, Pedro Gonzalez, un tinerfeño que llegó a ser conocido como el "Salvaje Gentilhombre de Tenerife" o "El Hombre Lobo Canario"
En 1537, poco despues de ser ocupadas las Islas Canarias por la Corona Española, nacía en Tenerife, Pedro González (con el tiempo conocido como Petrus Gonsalvus), hijo de menceyes guanches y afectado por una rara enfermedad llamada hipertricosis que hacía que su cuerpo estuviera recubierto de pelo, incluido su rostro. En aquel tiempo aquello constituía toda una atracción y pronto, cuando tan solo contaba con 10 años se le dio el destino de servir como presente regio y así por orden de Carlos V fue trasladado de Canarias a Bruselas para que sirviera de regalo a su tía, por entonces gobernadora de los Países Bajos. Parece que en el camino, el barco pudo ser atacado por corsarios franceses y el pobre niño fue llevado entonces a la corte de Enrique II, Rey de Francia.
"La bella" Catherine |
En Francia, donde estaba de moda el mito del "Hombre salvaje", causó sensación y el Rey lo tenía por un presente extraordinariamente valioso en aquella época en que a los poderosos les gustaba alardear de aquello que era sumamente extraño. El rey que sabía español pudo comunicarse con Petrus Gonsalvus y al saber de su talante afable e instruido, lo tomó bajo su directa protección, le instruyó en humanidades y le enseñó idiomas reservados a las clases altas como el latín, le concedió el honor de usar el Don ante su nombre dado su origen noble entre los guanches y además le otorgó el puesto de "sommelier de panneterie bouche du roy" (servicio de boca del rey), puesto reservado para los nobles de mayor rango y con un sueldo de 240 libras anuales. Creando todavía más contraste entre los exquisitos modales y conversación del joven y su perturbadora presencia.
Para las personalidades que se acercaban a la corte parisina era toda una atracción y asi Giulo Alvarotto enviado diplomático del rey de Italia en la corte francesa en esas fechas, lo describía así:
"Su cara y su cuerpo esta recubierta por una fina capa de pelo, de unos cinco dedos de largo (9 cm.) y de color rubio oscuro, mas fina que la de una "marta cibellina" y de olor bueno, si bien la cubierta de pelo no es muy espesa, pudiéndose apreciar bien los rasgos de su cara".
Al fallecer en un torneo Enrique II, Pedro González paso a depender de su esposa, la reina Catalina de Medicis, supongo que pensando que no es bueno que un hombre esté solo lo caso con una joven y bellísima parisina, al parecer dama de la Reina, Catherine (La bella) con la que tuvo nada menos que seis hijos, cuatro de los cuales heredaron la enfermedad de su padre.
Pedro González murió en Capodimonte en 1618 a la muy avanzada edad para aquella época de 80 años, no sin antes haber pasado el y toda su familia por la corte de Flandes, al ser regalados a Margarita de Austria, gobernadora de Flandes y duquesa de Parma, y posteriormente fueron heredados por el hijo de ésta, Alejandro Farnesio.
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