"Había una vez un Principito que tenía una preciosa corona. Un brujo malo y envidioso lo encerró en una torre, de donde no podía salir. El niño se encaramaba a lo alto de la torre y daba cabezazos contra los barrotes para que le oyeran y vinieran a liberarle. No le soltaron nunca y murió allí en la torre, pero el ruido que hacía con la corona y que abarcaba kilómetros y kilómetros era un sonido tan hermoso, que desde todos los lugares los hombres se paraban a escucharlo, tendiendo las manos hacia el viento o intentando recogerlo en sus brazos, tal era su belleza..."
Imagen: Basquiat, por Dimitri Kasterine
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