ROBERT LOUIS STEVENSON - Literatura de palomitas
LA ISLA DEL TESORO (Fragmento)
“Mi padre era propietario de la hostería del "Almirante Benbow"...se hospedó en nuestro hogar un viejo lobo de mar, cuyo rostro curtido por la intemperie hallábase surcado por la siniestra cicatriz que en él dejara un terrible sablazo.
Persiste en mi mente con toda nitidez -como si fuera ayer- el recuerdo de la llegada de aquel hombre, que se presentó e nuestra hostería, renqueando y seguido de una carretilla en la que llevaba un pesado cofre de marinero.
Era alto, ancho de hombros, fornido y muy moreno. La embreada coleta le caía sobre la espalda, rozando una vieja casaca sucia y verdosa, llena de manchas. Tenía las manos agrietadas, surcadas de cicatrices imborrables, las uñas rotas y sucias.
Pero lo que primero llamó la atención en él, era la huella dejad en su mejilla derecha desde la mandíbula hasta la sien.
Silbando entre dientes anduvo un rato escudriñando la ensenada cercana hasta que de pronto, volviéndose de espaldas al mar, mientras regresaba a la hostería, entonó aquella extraña y antiquísima canción que tantas veces oí cantar después, en sus interminables horas de soledad y de ocio:
"Quince hombres sobre el cofre del muerto, ¡ja, ja, ja!
¡Y una botella de ron!".......”
LA ISLA DEL TESORO (Fragmento)
“Mi padre era propietario de la hostería del "Almirante Benbow"...se hospedó en nuestro hogar un viejo lobo de mar, cuyo rostro curtido por la intemperie hallábase surcado por la siniestra cicatriz que en él dejara un terrible sablazo.
Persiste en mi mente con toda nitidez -como si fuera ayer- el recuerdo de la llegada de aquel hombre, que se presentó e nuestra hostería, renqueando y seguido de una carretilla en la que llevaba un pesado cofre de marinero.
Era alto, ancho de hombros, fornido y muy moreno. La embreada coleta le caía sobre la espalda, rozando una vieja casaca sucia y verdosa, llena de manchas. Tenía las manos agrietadas, surcadas de cicatrices imborrables, las uñas rotas y sucias.
Pero lo que primero llamó la atención en él, era la huella dejad en su mejilla derecha desde la mandíbula hasta la sien.
Silbando entre dientes anduvo un rato escudriñando la ensenada cercana hasta que de pronto, volviéndose de espaldas al mar, mientras regresaba a la hostería, entonó aquella extraña y antiquísima canción que tantas veces oí cantar después, en sus interminables horas de soledad y de ocio:
"Quince hombres sobre el cofre del muerto, ¡ja, ja, ja!
¡Y una botella de ron!".......”
Precursor de Conrad, Graham Green y H.G. Wells entre otros, Robert Louis Stevenson elevó la novela de aventuras hasta convertir muchas de ellas en clásicos de la literatura. Sus obras más famosas son La flecha negra, El extraño caso del doctor Jekyll y míster Hide y La isla del tesoro, a la que pertenece el fragmento.
El cuadro que representa al escritor es de John Singer Sargent.
Esta entrada está tomada de la página del escritor José Manuel Pérez Padilla, que os recomiendo sin reservas que visitéis. Os dejo el enlace: http://www.facebook.com/
jajaja xd xd xd xd xd
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