"En el verano del 42 continuaron las deportaciones, principalmente los fines de semana, por lo que muchos judíos buscaban refugios donde dormir tales días, para evitar su localización. Con ayuda de Ruth, Paul y sus padres fueron acogidos en una fábrica de artículos de limpieza propiedad de un rumano, Alexandrescu, donde dormían los fines de semana, hasta que la madre de Paul, cansada de la situación, decidió no moverse de casa, porque "no podía uno oponerse a su destino". Un lunes, al regresar a casa, Paul la encontró vacía. Sus padres habían sido deportados a un campo de exterminio.
En julio, Paul se apuntó en un servicio de trabajo para judíos organizado por el gobierno rumano y bajo vigilancia de policías de esta nacionalidad. Trabajaban con picos y palas de sol a sol, se alojaban en un campamento que ellos mismos construyeron, los domingos podían lavar ropa y escribir cartas (con censura, por supuesto) y cada dos meses les enviaban a casa unos días para reponerse y compensar, en lo posible, la deficiente alimentación. En uno de aquellos permisos preguntó alguien a Paul qué hacía en el campo de trabajo: "Schaufeln" (apalear) fue su lacónica respuesta. En un poema de Fadensonnen llama a la pala "pala hermana de leche". Pese a todo, Paul sigue escribiendo poemas, que envía a Ruth en sus cartas de los domingos.
Sus padres, mientras tanto, en manos de la "Organisation Todt", aneja a las SS alemanas, correrán peor suerte. De campo en campo trabajan en ínfimas condiciones en la reparación de carreteras y picando piedra en canteras hasta la extenuación. En tales grupos, los que no aguantan más son liquidados de un tiro y enterrados en cualquier cuneta. En septiembre, muere de esta manera el padre de Paul, de 52 años, aunque débil y envejecido por la situación. La madre hace llegar al hijo por medio de un sacerdote una carta, la única, comunicándole la muerte. Poco después, aquel mismo invierno, murió ella también de un tiro en la nuca.
Testimonios de sobrevivientes hablan de orgías celebradas por los alemanes en aquellos campos con las jóvenes judías, amenizadas por músicos también judíos, a las que aluden sin duda pasajes del famoso poema de Celan "Todesfuge"."
" Leche negra de la madrugada la bebemos de tarde
la bebemos al mediodía de mañana la bebemos
de noche la bebemos y bebemos
abrimos una tumba en el aire -ahí no se yace
incómodo-
Un hombre habita la casa él juega con las serpientes
él escribe él escribe mientras oscurece a Alemania
tu pelo dorado Margarita
lo escribe y sale de la casa y fulguran las estrellas silba
a sus judíos hace abrir una tumba en la tierra
nos manda "tocad ya para el baile".
Leche negra de la madrugada te bebemos de noche
te bebemos de mañana y al mediodía te bebemos
de tarde bebemos y bebemos.
Un hombre habita la casa y juega con las serpientes él escribe
él escribe mientras oscurece a Alemania
tu pelo dorado Margarita
tu pelo ceniciento Sulamita abrimos una tumba en el aire
- ahí no se yace incómodo- Grita
cavad más hondo en la tierra los unos y los otros cantad y tocad
empuña el arma en la cintura la blande tiene ojos
azules cavad más hondo con palas los unos y los otros seguid
tocando para el baile.
Leche negra de la madrugada te bebemos de noche
te bebemos al mediodía y de mañana te bebemos
de tarde bebemos y bebemos
Un hombre habita la casa tu pelo dorado Margarita
tu pelo ceniciento Sulamita juega con las serpientes. Grita
tocad mejor la muerte la muerte es un maestro de Alemania. Grita
tocad más sombríos los violines entonces subís al aire en humo
entonces tenéis una tumba en las nubes
-ahí no se yace incómodo-.
Leche negra de la madrugada te bebemos de noche
te bebemos al mediodía la muerte es un maestro de Alemania
te bebemos de tarde y de mañana te bebemos
y bebemos la muerte es un maestro de Alemania
tiene un ojo azul te acierta con bala de plomo
te acierta justo
un hombre habita la casa tu pelo dorado Margarita
azuza a sus perros contra nosotros nos da
una tumba en el aire
juega con las serpientes y suela con la muerte
es un maestro de Alemania
tu pelo dorado Margarita
tu pelo ceniciento Sulamita. "
JESUS MUNÁRRIZ, en el prólogo a Amapola y memoria, PAUL CELAN, Hiperión, Madrid, 1996, págs. 12 y 13
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