domingo, 4 de noviembre de 2012

Virginia Woolf.- Las Olas



"Señor, ¡cuán indeciblemente asquerosa es la vida! Qué sucias jugadas nos hace. Un momento somos libres, y en el momento siguiente somos esto. Aquí estamos, una vez más entre migas de pan y servilletas manchadas. Este cuchillo ya se congela de grasa. El desorden, la sordidez y la corrupción nos rodean. Nos hemos llevado a la boca cuerpos de pájaros muertos. Es con esas grasientas migas, babeadas en las servilletas, con estos menudos cadáveres, con lo que tenemos que construirnos...Una vez más, yo que me creía inmune, yo que había dicho: ‘Me he liberado de esto’, me doy cuenta de que la ola me ha revolcado, me ha puesto cabeza abajo, ha esparcido todas mis posesiones, obligándome a recoger, a reunir, a amontonar, a hacer acopio de fuerzas, levantar-me y hacer frente al rival. Es raro que nosotros,capaces de tanto sufrimiento, tengamos que infligir tanto dolor. Miras, comes, sonríes, te aburres, te deleitas, te irritas... Esto es cuanto sé. Bendita soledad. Ahora estoy solo. Esa persona casi desconocida se ha ido, a tomar un tren,a tomar un taxi, a un lugar, al lado de alguien a quien no conozco. El rostro que me miraba se ha ido. La presión ha desaparecido. Aquí que-dan las vacías tazas de café. Aquí están las sillas puestas patas arriba, sin que nadie se siente en ellas. Aquí están, vacías, las mesas alas que nadie vendrá a sentarse esta noche.Bendita sea la soledad. Dejadme. Dejad queme quite y arroje lejos este velo del ser, esta nube que cambia al más leve soplo del aliento, noche y día…He visto cómo el cielo cambiaba.He visto cómo las nubes cubrían las estrellas,cómo liberaban las estrellas, cómo volvían a cubrirlas. Ahora ya no observo el cambio delas estrellas. Ahora nadie me ve y he dejado de cambiar. Bendita sea la soledad que ha quitado 
 la presión de los ojos, la invitación del cuerpo, y toda necesidad de mentiras y frases. Mi libro, repleto de frases, ha caído al suelo.Está debajo de la mesa, para que la mujer de la limpieza lo barra, cuando venga al alba en busca de trocitos de papel, billetes de tranvía, y aquí y allá una nota en un papel estrujado, en forma de pelota, entre los desperdicios que deben ser barridos. ¿Cuál es la frase para la luna? ¿Y la frase para el amor? ¿Qué nombre hay que dar a la muerte? No lo sé…Necesito una lechuza, un grito. Cuando la tormenta cruza el pantano y pasa sobre mí, donde nadie me ve, no necesito palabras. Nada claro necesito. …Y también en mí se alza la ola. Se hincha,arquea el lomo. Una vez más tengo conciencia de un nuevo deseo, de algo que surge en el fondo de mí, como el altivo caballo cuando el jinete pica espuelas y después lo refrena con la brida.¿Qué enemigo percibimos ahora avanzando hacia nosotros, tú, sobre quien ahora cabalgo,mientras pisoteamos en este pavimento? Es la muerte. La muerte es el enemigo. Es la muerte contra lo que cabalgo, lanza en ristre y melena al viento, como Percival el caballero… ¡Contra ti me lanzaré, entero e invicto, oh Muerte!
Las olas rompían en la playa."

Virginia Woolf (1931)fragmentos de Las olas

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