Fellini siempre me ha llamado mucho la atención en un sentido, este hombre, adorador de las carnosidades, de la abundancia en la mujer, de los grandes pechos y traseros que tan bien han quedado reflejados en películas como Amarcord, resulta que se casa y hace protagonista de algunas de sus mejores películas, a todo lo contrario de esas Venus que adoraba, a una muchachita pequeñísima, escurridísima de carnes, pero de cara simpática y gestos chaplinescos, a un duendecillo llamado Giulietta Masina. Curiosamente en “La Strada” (carretera en italiano), cuando Zampanó (Anthony Quinn) y Gelsomina (Giuletta Masina) ¿podrían encontrarse mejores nombres para unos personajes circenses? comen por primera vez juntos en una especie de venta, Zampanó no puede resistirse a la rotunda carnosidad de una morena, que no tiene mayores atributos que una obesidad contenida aun en los limites de las formas de una mujer, olvidándose por completo de Gelsomina ¿podría ser aquí Zampanó un alter ego de Fellini o al menos de sus sueños?. Recuerdo que en “Las noches de Cabiria” una de las prostitutas que acompañaban a Cabiria, era también una mujer de esta índole, de carnosidades fellinianas. Parece que de algún modo, indirecto, introducía estos guiños a sus obsesiones en estas películas, aún cuando la protagonista fuera su esposa, la discreta Giuletta.
Giulietta Masina es maravillosa, podría hacer la película entera sin hablar y decirlo todo con sus gestos, que si bien a veces son excesivos nunca pierden su encanto y seducción. Ya le dice en la película uno de los protagonistas, el loco al que da vida Richard Basehart: - ¿Pero tú que eres una mujer o un repollo?- No, Giulietta Masina no tiene atractivos de mujer si lo que buscamos es voluptuosidad, erotismo o carnosidad, pero tiene una mirada y unos ojos realmente fascinantes y expresivos como pocos, un alma que le rebosa por ellos y una gestualidad que crea complicidad y ternura. Es difícil no querer a Gelsomina o a Cabiria, con su ingenuidad, con su vitalidad, con sus historias tan desdichadas. Giulietta Masina dejó el cine pronto, aunque tuvo alguna reaparición. Cuando visitaba a su marido en los estudios de Cinecittá, los trabajadores rompían a aplaudir y el rodaje quedaba detenido hasta que por arte de magia aparecía un ramo de flores que le era entregado y ella tomaba asiento para ver el rodaje. Se ganó el cariño de todos. Cuando murió su marido, sólo le sobrevivió cuatro meses. Era tierna hasta para morir.
Giulietta Masina es maravillosa, podría hacer la película entera sin hablar y decirlo todo con sus gestos, que si bien a veces son excesivos nunca pierden su encanto y seducción. Ya le dice en la película uno de los protagonistas, el loco al que da vida Richard Basehart: - ¿Pero tú que eres una mujer o un repollo?- No, Giulietta Masina no tiene atractivos de mujer si lo que buscamos es voluptuosidad, erotismo o carnosidad, pero tiene una mirada y unos ojos realmente fascinantes y expresivos como pocos, un alma que le rebosa por ellos y una gestualidad que crea complicidad y ternura. Es difícil no querer a Gelsomina o a Cabiria, con su ingenuidad, con su vitalidad, con sus historias tan desdichadas. Giulietta Masina dejó el cine pronto, aunque tuvo alguna reaparición. Cuando visitaba a su marido en los estudios de Cinecittá, los trabajadores rompían a aplaudir y el rodaje quedaba detenido hasta que por arte de magia aparecía un ramo de flores que le era entregado y ella tomaba asiento para ver el rodaje. Se ganó el cariño de todos. Cuando murió su marido, sólo le sobrevivió cuatro meses. Era tierna hasta para morir.
Anthony Quinn hace un papel apoteósico, brutal y en su deshumanización muy humano, pues es esta la naturaleza de muchos seres, refleja a la perfección a determinado tipo de personas, que en la necesidad, en la lucha por sobrevivir, no ven más allá de si mismos y ni tan siquiera atienden a sus sentimientos, sólo tienen una pulsión irrefrenable para subsistir en la cuasi-animalidad, para salir adelante como sea. Curiosamente Anthony Quinn contó en su autobiografía que el personaje de Zampanó se acercaba mucho a su propio carácter. En la película, termina por parecer Zampanó, con su número circense repetido hasta la saciedad en los más ínfimos detalles, un animal enjaulado que repite sistemáticamente el mismo movimiento una y otra vez en la jaula, teniendo una única meta, seguir adelante, aunque sea malviviendo. El final lo dotará de un atisbo de conciencia que humanizará definitivamente el personaje.
La fotografía en blanco y negro resulta maravillosa, y refleja de forma magistral un ambiente que recuerda terriblemente a nuestra España de los cincuenta. ¡Son tan pocas y a la vez tantas las cosas que nos acercan y separan de Italia!
En definitiva ¿quién podrá olvidar el rostro pintado de Gelsomina o la brutalidad de Zampanó después de ver la película? Una delicia.
Título Original: La strada
Año: 1954
Duración: 103 min.
País: Italia
Director: Federico Fellini
Reparto: Giulietta Masina, Anthony Quinn, Richard Basehart, Aldo Silvani, Marcella Rovere
Productora: Ponti de Laurentiis
Premios:
1954: Venecia: León de Plata
1956: Oscar: Mejor película de habla no inglesa. 2 nominaciones
Guión: Tullio Pinelli & Federico Fellini
Música: Nino Rota
Fotografía: Otello Martelli (B&W)
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