"-Como usted sabe -empezó mientras guardaba en el saco el azúcar y el té-, el dominio de las mujeres que el mundo padece viene de todo esto.
-¿Cómo que el dominio de las mujeres? -dije-. Si los derechos, si las ventajas de los derechos corresponden a los hombres.
-Eso es, sí, sí, eso mismo -me interrumpió Pózdnyshev-. Eso mismo le quiero decir. Lo que yo le digo es que justamente esto explica este extraordinario fenómeno. Pues, por un lado, como es bien sabido, la mujer ha sido relegada al grado más bajo de humillación y, por otro lado, ella nos domina. Ocurre lo mismo que con los judíos; del mismo modo que ellos con su poder sobre el dinero se resarcen de su opresión, pues igual hacen las mujeres. "¿De manera que ustedes quieren que seamos únicamente comerciantes? Muy bien, seremos comerciantes y os dominaremos" - dicen los judíos. "¿De manera que quieren ustedes que sólo seamos un objeto de los sentidos? Muy bien, pues como tal objeto de los sentidos os esclavizaremos", dicen las mujeres. La carencia de derechos en la mujer no estriba en el hecho de que ella no pueda votar o ser un juez (dedicarse a estos menesteres no constituye ningún derecho), sino en ser igual que el hombre en el trato sexual, en tener derecho a disfrutar de los hombres o a abstenerse de su trato según deseen, a escoger a su antojo al hombre que quiera y no ser únicamente ella la elegida. Usted dirá que esto es indecente. De acuerdo. Entonces que el hombre tampoco goce de este derecho. Porque ahora es la mujer la que está privada del derecho que tiene el hombre. Y la cosa es que justamente para resarcirse de este derecho ella actúa sobre los sentidos del hombre y mediante los sentidos lo subyuga, de manera que parece que sea él quien elija, cuando en realidad quien elige es ella. Y, una vez ha dominado este sistema, luego ya abusa de él y así adquiere un poder terrible sobre los hombres.
-¿Y dónde ve usted este gran poder? -pregunté.
-¿El poder, dónde? En todas partes, en todo. Paséese usted por las tiendas de cualquier gran ciudad. Y verá millones; la verdad es que es incalculable el trabajo que los hombres han invertido allí. Pero, fíjese usted, ¿en el noventa por ciento de estas tiendas hay al menos algo de uso masculino? Todo el lujo de la vida es demandado y mantenido por las mujeres. Cuente usted todas las fábricas. Una enorme parte de ellas elabora adornos inútiles, carruajes, muebles, juguetes para las mujeres. Millones de personas, generaciones de esclavos queman su vida en un trabajo extenuante en las fábricas sólo para el capricho de las mujeres. Las mujeres, como unas reinas, esclavizan y explotan al noventa por ciento del género humano. Y todo esto ocurre porque las han humillado y las han privado de los mismos derechos que los hombres."
Del mismo título que una famosa obra de Beethoven, esta obra de León Tolstoi, "La sonata a Kreutzer", fue escrita en 1889 y por supuesto sus palabras se han quedado muy anticuadas para describir la realidad de nuestro mundo, si es que alguna vez encerraron alguna verdad. Pero no deja de ser un texto interesante para descubrir la forma en la que históricamente el hombre ha moldeado el pensamiento a su conveniencia creando a veces argumentos realmente sugerentes. Tolstoi escribió esta obra preso de los celos que experimentaba por el affaire que su mujer Sofía Behrs tuvo con el músico Tanéyev. En la novela la mujer de Pozdnyshev, el protagonista, lo engañará con un violinista con el que suele tocar aquella pieza para violín y piano de Beethoven.
En la foto que podemos ver en cabecera podemos ver a la modelo Capuccine en una foto de Georges Dambier titulada "Aux Café de la Paix" (París - 1952). De la que sigue a continuación no tengo referencias, pero como la duda sobre cual elegir para abrir la entrada no la llegué a solventar del todo, pues ahí quedan las dos.
Las fotos han sido tomadas de las siguientes páginas:
1.- https://es.pinterest.com/pin/482729653784673033/
2.- https://es.pinterest.com/pin/357895501612918101/