Muerto de miedo
Confieso mi terror al deterioro,
al cáncer, al olvido, a la vejez,
duelos que se maquillan por decoro,
dicen que por la boca muere el pez.
Me flaquean las piernas frente al toro
de la yihad y aunque, más de una vez,
he presumido de bajarme al moro,
me declaro culpable, señor juez.
Mientras las musas no me den la espalda
brindaré bajo un pliegue de tu falda
por Dylan, por Brassens, por José Alfredo.
Y seguiré cantando y blasfemando
contra todos los dioses, celebrando
las ganas de vivir, muerto de miedo
Y es que ahora que uno ya no puede olvidarse las gafas, más a menudo de lo que desearía se sorprende preguntando qué diantres es lo que le han dicho, a su mal entender, con un volumen tan bajito, ahora que la ciática no es solo territorio de alguna señora mayor que se queja de la misma, a tu lado, mientras compra tres kilos de pimientos en la tienda, ahora y no antes, toma plenamente sentido este poema de Sabina, ese terror al deterioro, a la enfermedad, al olvido, a la vejez.... Muerto de miedo y rabiosamente enfadado con la que empieza a ser cuesta abajo. ¡Qué diantres, lo mejor está por venir!!!!