“Somos unas extrañas y miserables criaturas, y por poco que reflexionáramos sobre nuestras vidas, no faltarían las ocasiones de asombrarnos y de escandalizarnos a nosotros mismos”
“Créame, las religiones se equivocan a partir del momento en que hacen moral y fulminan con mandamientos. No se necesita a Dios para crear culpables y castigar. Nuestros semejantes bastan, ayudados por nosotros mismos. Usted ha hablado del juicio final. Permítame que me ría respetuosamente. Le estaba esperando a pie firme: he conocido algo mucho peor, que es el juicio de los hombres.”
“Entonces la única utilidad de Dios sería garantizar la inocencia y yo más bien vería a la religión como una gigantesca empresa de lavandería”
“No espere al juicio final. Tiene lugar todos los días”
“¿Sabe usted por qué crucificaron a aquél, ese en quien usted está quizá pensando en este momento?”. “La verdadera razón es que él sabía que no era del todo inocente. Si bien no llevaba el peso de la culpa de que era acusado, otras habría cometido, aunque ignorara cuáles. Además, ¿las ignoraba? Después de todo la culpa ya estaba en sus comienzos; debía haber oído hablar de cierta matanza de inocentes. Los niños de Judea asesinados mientras sus padres le llevaban a él a lugar seguro, ¿por qué habían muerto los otros sino por culpa suya? Claro está que él no lo deseaba. Aquellos soldados ensangrentados, aquellos niños descuartizados le horrorizarían. Pero tal como él era, estoy seguro que no lo pudo olvidar”
“Sabiendo lo que sabía, conociendo todo del hombre(…), confrontado día y noche a su crimen inocente, se hacía demasiado difícil para él mantenerse en pie y continuar. Más valía no defenderse, morir, para no seguir siendo el único con vida y para ir a otra parte, a un lugar donde quizá le apoyarían. No fue apoyado, se quejó y, para rematarlo todo, fue censurado. Sí, creo que fue el tercer evangelista el que empezó a suprimir su queja. “¿Por qué me has abandonado?”. Era un grito sedicioso, ¿no es cierto? ¡ Y por lo tanto, las tijeras!”
“Sí, en este mundo se puede hacer la guerra, imitar el amor, torturar al prójimo, exhibirse en los periódicos, o simplemente hablar mal del vecino haciendo calceta. Pero en ciertos casos, continuar, únicamente continuar, resulta sobrehumano”
“Entonces, ya que todos somos jueces, todos somos culpables los unos ante los otros, todos somos cristos a nuestra mala manera, crucificados uno a uno y sin saberlo. O al menos lo seríamos si no fuera porque yo, Clamence, he encontrado al fin la salida, la única solución, la verdad al fin…”
“Por tanto hay que empezar por extender la condena a todos, sin discriminación, a fin de empezar a diluirla”. “Se acabaron las excusas para todos, nuna más, ése es mi principio de partida. Niego la buena intención, el error apreciable, el paso en falso, la circunstancia atenuante.”
“Estoy del lado de cualquier teoría que niegue la inocencia del hombre, y a favor de cualquier práctica que le trate como a un culpable”
“Cuando todos seamos culpables, entonces viviremos en democracia”