lunes, 1 de abril de 2013
Carta de Miguel de Unamuno al director de ABC
Pocos días antes de su muerte, Miguel de Unamuno escribe esta carta al director del diario ABC de Sevilla, Juan Carretero Luca de Tena, en respuesta a una información publicada en la edición del día anterior. La indignación del antiguo rector es evidente así como su reafirmación en las ideas expresadas durante el incidente del paraninfo de la universidad el 12 de octubre de ese mismo año.
Salamanca 11/12/1936
"Aunque conozco de antaño, señor mío, su característica mala fe, esta vez quiero decírselo. En el número de ese ABC sevillano de ayer, día 10, leo un suelto que dice: "Carta de Miguel de Unamuno a todos los centros docentes extranjeros." Pues bien, eso es mentira y usted lo sabe. Primero, hace tiempo que no soy rector de la Universidad de Salamanca desde que esta gente me sustituyó.
Esta carta, acordada en el claustro, no es mía sino de la universidad. No la redacté yo. Luego la puso en latín macarrónico un cura cerril.
Y ahora debo decirle que por muchas que hayan sido las atrocidades de los mandos rojos, los hunos, son mayores las de los blancos, los hotros. Asesinatos sin justificación. A dos catedráticos, a uno en Valladolid y a otro en Granada por si eran. masones. Y a García Lorca.
Da asco ser ahora español desterrado en España.
Y todo esto lo dirige esa mala bestia ponzoñosa y rencorosa que es el general Mola.
Yo dije que lo que había que salvar en España era la civilización occidental cristiana, pero los métodos no son civilizados sino militarizados, no occidentales sino africanos, ni cristianos, sino católicos a la española tradicionalista, es decir anticristianos.
Esto procede de una enfermedad mental colectiva, de una verdadera parálisis general progresiva espiritual, no sin base de la otra, de la corporal. Sobre todo ahí, en esa corrompida Andalucía -de una parte y de otra- este estallido de repugnantes pasiones, resentimientos, envidias. Odio a la inteligencia, se manifiesta en invertidos, sifilíticos, y eunucos masturbadores.
No es este el Movimiento al que yo, cándido de mí, me adherí creyendo que el pobre general Franco era otra cosa de lo que es. Se engañó y nos engañó. [...]
Entre los hunos -los rojos- y los hotros -blancos (color del pus)- están desangrando, ensangrentando, arruinando, envenenando y -lo que para mí es peor- entonteciendo a España. En la España que proclama como caudillo a Franco -personalmente un buen hombre víctima y juguete de la jauría de hienas- cabrá todo menos franqueza. Ni amor a la verdad. Pero ustedes, los de ABC, podrán seguir envenenando con mentiras, insidias, calumnias.
Les escribo esta carta desde mi casa donde estoy hace días encarcelado disfrazadamente. Me retienen en rehén no sé de qué ni para qué. Pero si me han de asesinar, como a los otros, será aquí, en mi casa.
Y no quiero seguir. Aun me queda por decir.
MIGUEL DE UNAMUNO
Salamanca, 11-XII-36"
"Beau" Brummell: El arbitro de la elegancia
Lord Byron decía de Brummell:
"Hay tres grandes hombres de nuestra época: yo mismo, Napoleón, y Brummell. Pero de los tres, el más grande de todos es Brummell "
Tras heredar una fortuna, George Bryant Brummell (1778-1840) se lanzó a cultivar su pasión por el buen vestir y asi empezó una brillante carrera como árbitro de la moda y el buen gusto en los inicios del siglo XIX. La nobleza, los poderosos y las mujeres bellas se rendían ante sus dictados. Era un dandy, un exhibicionista ingenioso y verdaderamente original, que no dudó un solo instante de su buen gusto por las ropas, ni del deseo de imponer ese gusto a los demás, ni de dejar de gastar parte de su fortuna en su ropa.
Recibió el apodo de “Beau Brummell” o lo que es lo mismo "el bello Brummell" y su sofisticado trato y su porte le ayudaron a potenciar sus dotes innatas de seductor. En una ocasión alguien le preguntó cómo se las apañaba para tener tanto éxito con las mujeres y en un alarde de ingenio y picardía le contestó: un seductor innato.
« Es fácil. Trato a las verduleras como duquesas y a las duquesas como verduleras, y me va tan ricamente.»
En una época en que se echaba de menos, abogó por la higiene personal sin falta y se bañaba diariamente. Sus dictados de moda se extienden hasta el día de hoy y así a Brummell se le atribuye la creación del traje moderno de caballero vestido con corbata o algún tipo de pañuelo anudado al cuello; también el haberlo puesto de moda. Este traje se viste ahora en casi todo el mundo en ocasiones formales y de negocios.
Nada más lejos de su mente que las ropas con líneas y colores chillones. Aspiraba al difícil y quizás imposible arte de pasar notoriamente desapercibido («conspicuosly inconspicuous») tanto es asi que afirmaba:
"La elegancia no es un atuendo, es una filosofía", "Si alguien se vuelve para mirar tu traje, es que no vas bien vestido, o vas demasiado rígido, o demasiado apretado o demasiado a la moda".
Ser dandy era para él una profesión a tiempo completo y por tanto nunca trabajó, de modo que no es de extrañar que después de unos años la fortuna de Brummell no fuera capaz de soportar tan desenfrenado tren de vida. Con treinta y ocho años perdió tanto su fortuna como el favor de su amigo de juventud el rey Jorge IV (otro dandy en su juventud) que lo expulsó de la corte. Los acreedores comenzaron a acosar su casa y Brummell no salía de la misma sino de noche, ya que de día ésta se encontraba rodeada de una turbamulta de zapateros, joyeros, sastres, hacedores de botas y comerciantes de vinos.
A los treinta y ocho años y para evitar la prisión, huyó a Calais. Allí trató de vestir con un mínimo decoro pero su ruina era ya completa. En Francia fue al fin a la cárcel. Algunos amigos trataron de rescatarlo y le asignaron una pequeña renta mensual que le servía para pagar la habitación en una pensión. Se trasladó a Caen. Incapaz de vivir sino como un príncipe, dejó de vestirse, bañarse y afeitarse. De noche, en el mísero cuarto de la pensión, organizaba simulacros de las grandes cenas que había vivido. Después de dos apoplejías de origen sifilítico, Beau Brummell murió en el asilo de caridad pública del Bon Saveur en Caen.
A pesar de este inesperado final, el impacto de Beau Brummell sigue siendo fuente de inspiración para la industria del cine, la música y la moda, y en 2002 fue inmortalizado con una estatua de bronce en la londinense Jermyn Street (la que aparece en la foto), una zona que debió conocer bien en vida. Christopher Fenwick quien encargó la estatua de Brummell dijo:
"Beau Brummell es un icono, simplemente. Todo el mundo sabe su nombre. Suyo es el espíritu de esta glamourosa parte de la ciudad"
"Hay tres grandes hombres de nuestra época: yo mismo, Napoleón, y Brummell. Pero de los tres, el más grande de todos es Brummell "
Tras heredar una fortuna, George Bryant Brummell (1778-1840) se lanzó a cultivar su pasión por el buen vestir y asi empezó una brillante carrera como árbitro de la moda y el buen gusto en los inicios del siglo XIX. La nobleza, los poderosos y las mujeres bellas se rendían ante sus dictados. Era un dandy, un exhibicionista ingenioso y verdaderamente original, que no dudó un solo instante de su buen gusto por las ropas, ni del deseo de imponer ese gusto a los demás, ni de dejar de gastar parte de su fortuna en su ropa.
Recibió el apodo de “Beau Brummell” o lo que es lo mismo "el bello Brummell" y su sofisticado trato y su porte le ayudaron a potenciar sus dotes innatas de seductor. En una ocasión alguien le preguntó cómo se las apañaba para tener tanto éxito con las mujeres y en un alarde de ingenio y picardía le contestó: un seductor innato.
« Es fácil. Trato a las verduleras como duquesas y a las duquesas como verduleras, y me va tan ricamente.»
En una época en que se echaba de menos, abogó por la higiene personal sin falta y se bañaba diariamente. Sus dictados de moda se extienden hasta el día de hoy y así a Brummell se le atribuye la creación del traje moderno de caballero vestido con corbata o algún tipo de pañuelo anudado al cuello; también el haberlo puesto de moda. Este traje se viste ahora en casi todo el mundo en ocasiones formales y de negocios.
Nada más lejos de su mente que las ropas con líneas y colores chillones. Aspiraba al difícil y quizás imposible arte de pasar notoriamente desapercibido («conspicuosly inconspicuous») tanto es asi que afirmaba:
"La elegancia no es un atuendo, es una filosofía", "Si alguien se vuelve para mirar tu traje, es que no vas bien vestido, o vas demasiado rígido, o demasiado apretado o demasiado a la moda".
Ser dandy era para él una profesión a tiempo completo y por tanto nunca trabajó, de modo que no es de extrañar que después de unos años la fortuna de Brummell no fuera capaz de soportar tan desenfrenado tren de vida. Con treinta y ocho años perdió tanto su fortuna como el favor de su amigo de juventud el rey Jorge IV (otro dandy en su juventud) que lo expulsó de la corte. Los acreedores comenzaron a acosar su casa y Brummell no salía de la misma sino de noche, ya que de día ésta se encontraba rodeada de una turbamulta de zapateros, joyeros, sastres, hacedores de botas y comerciantes de vinos.
A los treinta y ocho años y para evitar la prisión, huyó a Calais. Allí trató de vestir con un mínimo decoro pero su ruina era ya completa. En Francia fue al fin a la cárcel. Algunos amigos trataron de rescatarlo y le asignaron una pequeña renta mensual que le servía para pagar la habitación en una pensión. Se trasladó a Caen. Incapaz de vivir sino como un príncipe, dejó de vestirse, bañarse y afeitarse. De noche, en el mísero cuarto de la pensión, organizaba simulacros de las grandes cenas que había vivido. Después de dos apoplejías de origen sifilítico, Beau Brummell murió en el asilo de caridad pública del Bon Saveur en Caen.
A pesar de este inesperado final, el impacto de Beau Brummell sigue siendo fuente de inspiración para la industria del cine, la música y la moda, y en 2002 fue inmortalizado con una estatua de bronce en la londinense Jermyn Street (la que aparece en la foto), una zona que debió conocer bien en vida. Christopher Fenwick quien encargó la estatua de Brummell dijo:
"Beau Brummell es un icono, simplemente. Todo el mundo sabe su nombre. Suyo es el espíritu de esta glamourosa parte de la ciudad"
Ray Bradbury.- Farenheit 451
"Tranquilidad, Montag. Dale a la gente concursos que puedan ganar recordando la letra de las canciones más populares, o los nombres de las capitales de Estado, o cuánto maíz produjo Iowa el año pasado. Atibórralos de datos no combustibles, lánzales encima tantos «hechos» que se sientan abrumados, pero totalmente al día en cuanto a información. Entonces, tendrán la sensación de que piensan, tendrán la impresión de que se mueven sin moverse. Y serán felices, porque los hechos de esta naturaleza no cambian. No les des ninguna materia delicada como Filosofía o Sociología para que empiecen a atar cabos. Por ese camino se encuentra la melancolía".
Django desencadenado.- curiosidades
-Ennio Morricone ha coincidido con Tarantino en varios proyectos del director: 'Django desencadenado', 'Malditos bastardos' y las dos entregas de 'Kill Bill'. Después de la última colaboración, el músico ha roto con él. De hecho, en Django se utilizó un tema ya escrito. "Me comentó que quería volver a trabajar conmigo en 'Django', pero no me había dado tiempo suficiente. Así que utilizó una canción que ya tenía escrita", explica Morricone. Además ha declarado que no quiere volver a trabajar con el director Quentin Tarantino por su "incoherencia" a la hora de colocar la música en sus films. Y para no prestarse a confusiones, afirma que Django no le ha gustado por su extremada violencia, por "demasiada sangre"
-En un primer momento se pensó para interpretar al protagonista (Django) al actor Will Smith, sin embargo al final declino la oferta y se optó por otro actor igualmente reconocido como Jamie Foxx. A Will Smith no le convencía del todo el objetivo principal del protagonista del film que se centra más en la búsqueda del amor de su vida más que en la de terminar con la esclavitud. También Kevin Costner rechazó formar parte de la película, en su caso por problemas de agenda; en su lugar está Kurt Russell.
-El personaje interpretado en Django por el gran Christoph Waltz se hace llamar ¨Dr. King Schultz¨. Este apellido debe resultar familiar a cualquier conocedor de la obra de Tarantino. En Kill Bill Vol.2 había un episodio titulado ¨La solitaria tumba de Paula Schultz¨ . Por la fecha de nacimiento de Paula Schutz que puede verse en la película (1827) y sabiendo que Django se ambienta en 1858, no cabe duda que existe algún tipo de relación en la mente del director
-Tarantino tiene dos cameos en esta pelicula: el primero es cuando se dirigen hacia Candyland. El segundo es cuando llevan a Django a las minas, teniendo un final muy explosivo.
-El homenaje a la obra del director Sergio Corbucci (1926-1990) es constante en el cine de Tarantino. Este cineasta italiano de serie B fue el autor de una película bélica titulada Aquel maldito tren blindado (que, en su versión estadounidense, llevó el título de Inglorious Bastards) y de un western rodado en Manzanares el Real y Colmenar Viejo (Madrid), protagonizado por Franco Nero y titulado Django (1966). Las referencias de Quentin a esta fuente de inspiración van más allá del título de la película: los créditos iniciales de Django desencadenado usan el tema compuesto por Luis Bacalov para el filme de Corbucci, así como su misma tipografía en los rótulos, y Franco Nero se marca un pequeño y elegante cameo. Por supuesto, el intérprete romañés no necesita que le digan que la ¨d¨ es muda.
Además, para componer un personaje para su actor fetiche Christoph Waltz vuelve a mirar directamente al cine de Corbucci. Es un cazador de recompensas, como Klaus Kinski en El gran silencio, también dirigida por el italiano. Kinski, que también apareció en otros clásicos del spaghetti western, como Por un puñado de dólares, perseguía en dicho filme a Jean-Louis Trintignant.
-Hay otro homenaje en el personaje del doctor Schultz: la profesión de este pistolero tan culto y bienhablado es un guiño al personaje de Bob Hope en Rostro pálido, cuyo protagonista es un sacamuelas convertido en forajido.
-Durante los años de la esclavitud, los estados del Sur de EE UU prohibían a los negros montar a caballo, no sólo porque esto les daría facilidades para huir, sino también porque, desde esa posición podían permitirse mirar a los blancos desde arriba. Tarantino aprovecha esto para una de las primeras escenas de la película y además rinde tributo a Sillas de montar calientes, especialmente al momento en el que los habitantes de Rock Ridge descubren que su nuevo sheriff es un poquito más moreno de lo que pensaban.
-El traje de raso azul que Django escoge como su primer atuendo de hombre libre tiene también su historia cinéfila : para crearlo, la diseñadora de vestuario Sharen Davis se basó en The Blue Boy, un cuadro del pintor Thomas Gainsborough fechado alrededor de 1770. Dado que la obra inspiró el primer filme de F. W. Murnau (actualmente perdido), podemos sospechar que Tarantino, siendo como es de rebuscado, tuvo algo que ver en la elección de la referencia.
Una vez que Django cambia su atuendo azul por ropas más adecuadas, Tarantino nos tiene reservado otro guiño: el traje lucido por Jamie Foxx es muy similar al que llevaba Michael Landon interpretando al pequeño Joe en la serie Bonanza.
-Seguramente, las ¨peleas de mandingos¨, el ¨deporte¨ favorito de Calvin Candie (Leonardo DiCaprio) nunca existieron en la realidad: los esclavos eran caros, y hacerles luchar hasta morir no compensaba. Ahora bien: en el cine sí que existieron. Nos referimos a Mandingo, la película que Richard Fleischer dirigió en 1975 y en la cual un terrateniente sureño (Perry King) entrena como boxeador a su esclavo Ken Norton. Criticado durante décadas como una parodia racista, el filme se ha visto reivindicado por espectadores (Tarantino entre ellos) que lo incluyen en la categoría ¨es tan malo que mola¨.
- La escena del Klu Klux Klan, liderado por Don Johnson, en la que discuten sobre esas caperuzas tejidas a mano, esconde dos guiños. El primero es El nacimiento de una nación, filme de D. W. Griffith en la que los miembros del Klan protagonizan una épica cabalgata. El segundo, más cariñoso, tiene por objeto el Django original de Sergio Corbucci: resulta que, en dicha película, el pistolero Nero lucha contra el Klu Klux Klan cuyos miembros lucen unas capuchas con aberturas para los ojos muy, muy pequeñas. Tanto, que los fans del spaghetti western aún discuten sobre cómo podían ver con ellas puestas.
-Muchos han visto en la escena de las pistolas diminutas escondidas en las mangas de Schultz un homenaje a Taxi Driver, pero parece que es otra película la que se esconde en estas imágenes: la referencia va destinada a Sartana, un pistolero protagonista de varios spaghetti westerns que se valía de gadgets y máquinas de todo tipo para acabar con los malos, incluyendo los famosos resortes en las muñecas. Por cierto, en la saga también hubo lugar para un Django desafía a Sartana...
-Siendo Candyman un lugar donde ocurren tantas atrocidades, el nombre de la plantación de Leonardo DiCaprio no puede ser más irónico: significa ¨País de los dulces¨ . Ahora bien, la cosa cobra un nuevo cariz si consideramos que Tarantino colecciona juegos de mesa, porque Candyland es el nombre de un pasatiempo de tablero lanzado en 1945 y famosísimo en el mundo anglosajón. Por otra parte, si recordamos que el personaje de Christoph Waltz es dentista, y que las golosinas provocan caries...
-Una de las escenas más desagradables del filme es cuando el personaje de DiCaprio destroza el cráneo de un esclavo muerto para afirmar sus teorías de superioridad racial. Pues bien: aunque parezca un desbarre de Tarantino, estupideces muy similares se escribieron (y fueron tomadas muy en serio) en la realidad. Hablamos de la frenología, una pseudociencia que afirmaba determinar el carácter y aptitudes de un individuo midiendo las proporciones de su cabeza. Se ve que tanto al director como a DiCaprio esta historia les fascina, y que se prestaron libros al respecto antes de comenzar el rodaje. Después, ya en el plató, los ánimos se caldearon y...
- King Schultz se sorprende del nombre de la amada de Djanjo (¨¿Me estás diciendo que tu mujer se llama Broomhilda Von Shaft?¨) , y desde luego no es casual. Según ha dejado caer el director, entre los futuros descendientes de su héroe y su heroína se encontrará John Shaft, el detective negro y cabreado al que Richard Roundtree encarnó en Las noches rojas de Harlem y Shaft en África.