sábado, 11 de marzo de 2017

Mozart y la muerte.--



La muerte visitó a Mozart mucho antes de lo que todos hubiéramos deseado. Falleció con tan solo 35 años, y a pesar de dejarnos una ingente cantidad de música maravillosa, nunca sabremos las delicias que quedaron en su cabeza. En su último año de vida compuso, en condiciones muy difíciles "La flauta mágica" y casi terminó su "Réquiem". ¿Qué habría venido después? Recién cumplidos los treinta años es difícil pensar en la parca, pero con esa edad, cuatro años antes de su fallecimiento, Mozart, precoz para todo, escribía a su padre Leopold la siguiente carta en la que ya mostraba su parecer acerca de la muerte, a la que tildaba curiosamente como "la mejor amiga del hombre":

“Acabo de conocer una noticia que me abruma, y tanto más cuanto tenía razones para suponer, tras vuestra última carta, que gracias a Dios os encontrabais muy bien. Acabo de saber que estáis bastante enfermo. No tengo necesidad de deciros con qué ardiente deseo aguardo noticias vuestras que me consuelen; y cuento con ello, aunque sea mi costumbre imaginar lo peor en cualquier circunstancia. Puesto que la muerte, bien mirado, es el verdadero objetivo final de nuestra vida, me he familiarizado tanto, desde hace algunos años, con esa verdadera y mejor amiga del hombre que su imagen no sólo nada tiene ya de terrorífica para mí, sino que es incluso, por el contrario, apaciguante y consoladora. Y agradezco a Dios que me haya concedido la felicidad de tener la ocasión –ya me comprendéis- de aprender a conocerla como clave de nuestra verdadera felicidad. Nunca me acuesto sin pensar que, tal vez, por joven que sea, al día siguiente no existiré ya. Y sin embargo no hay nadie, entre todos los que me conocen, que pueda decir que soy triste o pesaroso en mi conversación. Doy gracias a Dios todos los días por esta felicidad, y la deseo de todo corazón a cada uno de mis semejantes… deseo, mientras escribo esto, que os encontréis mejor, y lo espero; sin embargo, si, contra todo lo previsto, no estuvierais mejor, os ruego entonces que no me ocultéis, sino que me escribáis o hagáis que me escriban la pura verdad, para que pueda estar en vuestros brazos en cuanto sea humanamente posible. Os conjuro a ello, por todo lo que nos es sagrado.” (Viena 4 de abril de 1787).

En el vídeo podemos ver a Herbert von Karajan dirigiendo el Requiem K626 de Mozart - "Confutatis - Lacrimosa":



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