jueves, 21 de mayo de 2015

Vivien Leigh, una locura de mujer



No hace mucho que los británicos reconocieron a Vivien Leigh como la más bella de sus actrices y no seré yo quien entre en discusión por tan evidente cuestión. Vivien, hija de colonos ingleses, nació en la India, la joya de la corona, que le entregó otro diamante más a los ingleses, aunque puede que este sea el más brillante y admirado.  

Vivian Mary Hartley, que era su nombre real, se inició muy tempranamente en el mundo del teatro y el cine, y era aun muy joven cuando se cruzó en su vida el que sería su gran amor, el grandioso Laurence Olivier, con el que formó una de las parejas más talentosas y glamourosas de la historia del cine. Olivier quedó totalmente prendado de esta morenita y hubo de romper su unión con Jill Esmond para casarse con ella. Cuando Laurence fue reclamado por Hollywood, la preciosa Vivian lo acompañó, sin saber que se dirigía hacia el estrellato. 

En Estados Unidos buscaban desesperadamente una protagonista para llevar al cine el libro de Margaret Mitchell "Lo que el viento se llevó". Lo intentaron actrices del peso de Lucille Ball, Carole Lombard, Paulette Goddard, Jean Arthur, Joan Bennett o la gran Bette Davis, por mentar algunas de las más señeras, pero ninguna logró hacerse con el codiciado papel en el casting más concurrido y famoso de la historia del cine. 

Junto a Laurence Olivier
Un buen día Myron, un ayudante de Selznick, reparó en aquella morena inglesita de apenas 26 años y le dijo a Selznick "David, te traigo a Scarlett O'Hara" y bueno ciertamente nos la trajo a todos nosotros, porque desde que se puso en la piel de ese personaje ya forma parte del imaginario popular. Nos juró que jamás volvería a pasar hambre, se vistió con cortinas, rodo por escaleras, sufrió con la halitosis de Clark Gable, hubo de atemperar su acento inglés al sureño, pero la cosa valió la pena y esta actriz que tan solo contaba con algunas actuaciones previas, se convirtió en una inmensa estrella de Hollywood con este papel que la hizo merecedora de su primer Oscar de la Academia. 

Vendrían después películas tan maravillosas como "El puente de Waterloo" o "Lady Hamilton" acrecentándose con ellas su reputación de buena actriz. No se prodigaba mucho en el cine a causa del amor que profesaba al teatro donde trabajaba asiduamente, pero aun así, estaba por llegar un nuevo papel estelar y este no es otro que el de Blanche Dubois en la inmensa película "Un tranvía llamado deseo" donde daba replica a esa ruda y magnifica interpretación que hizo Brando en el papel de Kowalski. 

Con Marlon Brando en "Un tranvia llamado deseo"
Tengo el convencimiento de que cualquier mujer que se decida a emprender el camino de actriz, debería ver a Vivien Leigh en este papel que le valió su segundo Oscar; el recital que da es inmenso, aunque hay quien dice, que Vivien, durante el rodaje de "Un tranvía llamado deseo" sufría frecuentes depresiones nerviosas y que mostraba un comportamiento muy inestable y "simplemente" recondujo todas sus experiencias y demonios personales 
-como si eso fuera fácil- a la hora de dar forma a este verdadero top de la interpretación actoral que es su encarnación de Blanche Dubois.

Esos mismos problemas mentales, posiblemente un trastorno bipolar que nunca fue bien tratado, le llevaron a una relación tempestuosa con Laurence Olivier del que terminó separándose, a pesar de lo cual ella siempre siguió haciéndose llamar "Lady Olivier". Todavía tendría tiempo para buenas películas como "La primavera romana de la Señora Stone" o "El barco de los Locos" en las que aparecía como una señora madura y vencida, reflejando quizás la realidad de una actriz que veía como los problemas de salud que venía sufriendo desde años atrás, se agravaban y terminaban provocándole la muerte a causa de una tuberculosis en 1967, cuando tenía tan solo 53 año. Laurence la lloró sinceramente y según contaba en sus memorias cuando supo de su muerte, acudió a su lado y permaneció largo tiempo junto a ella a solas "pidiéndose perdón por todo el daño que se habían hecho"




"A veces me da miedo la verdad de las líneas que digo. Pero el miedo nunca se debe mostrar"

Vivien Leigh