jueves, 19 de junio de 2014

Felipe VI, Rolls Royce y "El espíritu del éxtasis"



Hubo un tiempo en el que era habitual el colocar sobre el capó de los coches símbolos de cada una de las marcas en forma de pequeñas figuritas, y realmente todavía quedan algunas marcas que los mantienen. Pero si hay una que sobresale por encima de todas, es la figurita llamada "El espíritu del éxtasis" que adorna el morro de los Rolls-Royce, el sumun del lujo y la elegancia en cuanto a coches se refiere. La cosa viene de antiguo, fue en 1911, cuando Henry Royce decidió adornar el vehículo con una figura oficial de la casa y encargó a Charles Sykes el diseño de la pequeña escultura que después fue conocida como "La dama voladora" o "El espíritu del éxtasis". La figurita encontró inspiración en la secretaria de Sykes, una tal Eleanor Thornton, en la que Sykes idealizo la imagen de la Victoria de Samotracia. ¡Y es que las secretarias inspiran tanto!!!! 

Hoy que Felipe VI ha sido proclamado Rey, lo hemos podido ver pasear por las calles de Madrid en un Rolls Royce, modelo Phantom IV descubierto, que guarda una curiosa anécdota. La alada damisela que preside los Rolls Royce es un símbolo de lujo, de estatus y de poder en general, pero cuando se está en determinadas cotas de poder, es necesario también un toque distintivo, un plus, así que cuando los Rolls-Royce son construidos para la realeza y los Jefes de Estado, como ocurre con el exclusivo Phantom IV (solo se construyeron dieciocho entre 1950 y 1956), se decidió que la figurita en vez de permanecer en la postura habitual, se pusiera de rodillas, en señal de respeto a sus insignes ocupantes y propietarios. Las cosas…. hasta la "Victoria" tuvo que rendirse y hacer la protocolaria genuflexión. Arriba en la foto la vemos arrodillada a la izquierda y en la postura estandar a la derecha.

Enrique Jardiel Poncela: Un genio del humor



"Con frecuencia me he rebajado yo para elevar al rango de amigo a tipos indeseables. Y llego a tomar cariño a seres que me consta que no me estiman. Y amparo al que se que es traidor y que va a difamarme a mis espaladas (…) Me consta que, quien no transige con todo esto, se ve obligado a vivir perpetuamente solo"

Son palabras del genial escritor madrileño Enrique Jardiel Poncela (1901-1952), un escritor de estilo peculiarísimo que nos regaló obras rebosantes de humor, y cercanas al teatro del absurdo como "Cuatro corazones con freno y marcha atrás", "Carlo Monte en Monte Carlo", "Eloísa está debajo de un Almendro" o "Los ladrones somos gente honrada"; obras que hace años eran fáciles de disfrutar en alguna de las dos únicas cadenas de televisión que teníamos y que ahora son desconocidas por los más jóvenes.  Jardiel tenía una habilidad pasmosa para crear situaciones grotescas o ridículas que llenaba de viveza gracias a las ironías, equívocos, diálogos centelleantes y sorpresas que imponía a unos personajes que se movían con agilidad entre lo sublime y lo absurdo. No quiere decir esto que abusara del chiste fácil, sino que ejercía un dominio absoluto de la construcción dramática, y dosificaba a la perfección los efectos y los tiempos de sorpresa e  intriga, y aderezaba todo con un humor muy especial que podría calificarse de intelectual, siempre agudo y mordaz. Curiosamente sus obras, a pesar del envoltorio de grato divertimento que presentaban, no dejaban de ser una crítica mordaz de la sociedad que le había tocado vivir, y de la que se encontraba ciertamente desencantado. En sus últimos años se sumaron algunos fracasos incomprensibles, lo que le sumió en una profunda crisis. Falleció con tan solo cincuenta años, arruinado y abandonado por muchos de sus amigos.  En su lápida figura una frase suya como epitafio: "Si queréis los mayores elogios, moríos"

Ya leíamos arriba su capacidad de adaptación social, aunque tiene alguna otra cita que parece contradecirla:

"Odio a los fatuos y si las leyes no existieran dedicaría las tardes de los domingos a asesinar a tiros de pistola a todos los fatuos que conozco. También asesinaría a los que ahuecan la voz para hablar y a los que hablan alto sin ahuecar la voz. Y a algunos que ni ahuecan la voz ni hablan alto. En resumen: asesinaría bastante gente".

Jardiel Poncela era un trabajador incansable, que además de sus participaciones en no pocos periódicos, era capaz de simultanear géneros tan diversos como la novela, el ensayo, los guiones cinematográficos y por supuesto el teatro a un ritmo apabullante, siendo raros los años en los que no hay más de una nueva obra de teatro suya, además de un guión o una novela. El mismo hablaba de su día a día:

"Suelo emplear tres horas en comidas, abrir cartas y decir que no estoy en casa a las visitas; dos en charlar con los amigos; una en leer diarios y revistas; tres en leer libros; una en jugar con el perro y en compras femeninas; ocho o nueve o diez en dormir, dos en visitas y una en contestar correspondencia. De suerte que -calculando que permanezco en el café escribiendo ocho o nueve horas- el día tiene para mi treinta y una horas, lo que no me explico como puede suceder. Pero he vuelto a sumar y la cuenta es exacta."

Evidentemente, para alguien que se esforzaba tanto, era inconcebible que las nuevas generaciones buscaran el éxito sin esfuerzo:

"La ambición sin media está en pleno éxito. Ya todo el mundo quiere ser rico y poderoso; y fumarse unos puros de sesenta centímetros, provisto de una sortija de platino y conducir un vehículo de cinco metros y medio, provisto de bar americano; y tener una querida de un metro setenta y cinco provista de tres muslos. Ya el ideal es hacerse famoso en una sola noche. Y llegar a ser un escritor genial sin escribir una sola línea. Y conseguir millones apretando un botón eléctrico. Y en suma vivir sin luchar, conseguir el resultado máximo con el resultado mínimo"

Las citas han sido tomadas del libro "Eladio Jardiel Poncela - La ajetreada vida de un maestro del humor"  (Espasa 2001) - Enrique Gallud Jardiel. Y no me resisto a dejaros una selección de citas de este gran escritor:

"Al llevar al lado una mujer linda los amigos hallados en la calle tienen siempre más cosas que decir que cuando vamos solos".

"El "etcétera" es el descanso de los sabios y la excusa de los ignorantes".

"El pudor es un sólido que sólo se disuelve en alcohol o en dinero".

"El que no se atreve a ser inteligente, se hace político".

"El vicio es lo que más arruga".

"La enfermedad que obliga a pasar más horas en la cama es una amante bonita".

"La experiencia es una enfermedad que no se contagia".

"La Historia es la mentira encuadernada".

"Los cobardes prefieren la paz a la victoria".

"Los muertos, por mal que lo hayan hecho, siempre salen en hombros".

"La Historia y la Filosofía se diferencian en que la Historia cuenta cosas que no conoce nadie con palabras que sabe todo el mundo, en tanto que la Filosofía cuenta cosas que sabe todo el mundo con palabras que no conoce nadie".

"La muerte tiene una sola cosa agradable: las viudas".

"En la vida humana sólo unos pocos sueños se cumplen, la gran mayoría de los sueños se roncan".

"Hay dos sistemas de lograr la felicidad: uno, hacerse el idiota; otro, serlo."

"Aconsejar amistosamente es querer que hagan los demás lo que no haríamos jamás nosotros mismos".

"Al hombre le falta justamente la experiencia que le sobra a la mujer".

"Alguien ha dicho que la luna está tan pálida porque hace exclusivamente vida de noche".

"Al teatro voy a darle un padre llamado humorismo y una madre llamada poesía, de los cuales sólo puede nacer el humorismo auténtico".

"Con una mujer sensual se puede ir lejos sin salir de una habitación, con una mujer coqueta, aunque se vaya a todas partes, no se va ningún lado".

"El amor es como las cajas de cerillas, que desde el primer momento sabemos que se nos tiene que acabar, y se nos acaba cuando menos lo esperamos".

"El amor es un punto de acuerdo entre un hombre y una mujer que están en desacuerdo en todo lo demás".

"El hombre rara vez es sincero cuando afirma haber obtenido los favores de una mujer; la mujer rara vez es sincera cuando niega haber concedido sus favores a un hombre".

"El caballo cachondo es como un cojo con muleta.

"La amistad, como el diluvio universal, es un fenómeno del que todo el mundo habla, pero que nadie ha visto con sus ojos".

"La mujer y el libro que han de influir en una vida, llegan a las manos sin buscarlos".

"La principal virtud del trabajo es la de hacer olvidar que se vive".

"La sinceridad es el pasaporte de la mala educación".

"La sociedad es un organismo podrido que se conserva bajo el hielo de la hipocresía".

"Lo vulgar es el ronquido, lo inverosímil, el sueño. La humanidad ronca, pero el artista está en la obligación de hacerla soñar o no es artista".

"No hay mejor fragata que un libro para llevarnos a tierras lejanas".

"No se sabe nada de la muerte: en el "más allá" hay censura gubernativa".

"Para ser moral basta proponértelo; para ser inmoral hay que poseer condiciones especiales".

"Patrimonio es un conjunto de bienes; matrimonio es un conjunto de males".

"Se es más esclavo de los débiles que de los fuertes".

"Si el hombre supiera divertirse no sentiría la necesidad de trabajar".

"Si queréis los mayores elogios, moríos".

"Todos los que no tienen nada que decir hablan a gritos".

"Un buen amigo os dirá siempre la verdad: salvo en el caso de que la verdad sea agradable".

"El hombre se hace feminista cuando no sabe ya cómo agradar a las mujeres. La mujer se hace feminista cuando ya no sabe cómo agradar a los hombres".

“Viajar es imprescindible y la sed de viaje, un síntoma neto de inteligencia”.



"Cuatro corazones con freno y marcha atrás" (Estudio 1)