lunes, 1 de julio de 2013

Señora de rojo sobre fondo gris (fragmentos) - Miguel Delibes

 

“Amaba el libro, pero el libro espontáneamente elegido. Ella entendía que el vicio o la virtud de leer dependían del primer libro. Aquel que llegaba a interesarse por un libro se convertía inevitablemente en esclavo de la lectura. Un libro te remitía a otro libro, un autor a otro autor, porque en contra de lo que solía decirse, los libros nunca te resolvían problemas sino que te los creaban, de modo que la curiosidad del lector nunca quedaba satisfecha. Y, al apelar a otros títulos, iniciabas una cadena que ya no podía concluir sino con la muerte. Sentía avidez por la letra impresa. Y me la contagió. Fue ella la que me aproximó a los libros, a ciertos libros y autores. En realidad, me abrió las puertas de ese mundo.”

“Ninguno de los dos era sincero pero lo fingíamos y ambos aceptábamos, de antemano, la situación. Pero las más de las veces, callábamos. Nos bastaba con mirarnos y sabernos. Nada nos importaban los silencios. Estábamos juntos y era suficiente. Cuando ella se fue todavía lo vi más claro: aquellas sobremesas sin palabras, aquellas miradas sin proyecto, sin esperar grandes cosas de la vida eran sencillamente la felicidad. Yo buscaba en la cabeza temas de conversación que pudieran interesarla, pero me sucedía lo mismo que ante el lienzo en blanco: no se me ocurría nada. A mayor empeño, mayor ofuscación. Se lo expliqué una mañana que, como de costumbre, caminábamos cogidos de la mano: ¿Qué vamos a decirnos? Me siento feliz así, respondió ella.”

"En la vida has ido conociendo algunas cosas pero has fallado en lo esencial, es decir, has fracasado. Esa idea te deprime y entonces es cuando buscas apresuradamente un remedio para poder arrastrar con dignidad el futuro. Ahora no tendré a nadie a mano cuando me asalte el miedo."

"Señora de rojo sobre fondo gris" es una novela del escritor español Miguel Delibes publicada en 1991, una bellísima narración que nos cuenta de un prestigioso pintor, que sumido en una grave crisis creativa, va hilando ante su hija sus recuerdos más íntimos en un monólogo que es a la vez homenaje y exorcismo. Su relato se centra en dos acontecimientos: la detención de su hija y su yerno por motivos políticos y, fundamentalmente, la enfermedad y muerte de su mujer, Ana, a los cuarenta y ocho años de edad tras una operación. Ana contagiaba una sensación de belleza y plenitud que cobró su verdadero alcance sobre el fondo gris de lo cotidiano y los sinsabores de la enfermedad. Historia de un amor en carrera desenfrenada hacia la muerte y sobrecogedora semblanza de un personaje femenino. El pintor va contando a su hija la relación que tuvo con su mujer, su musa y como ha perdido la inspiración desde que ella falta, no logrando poder pintar nada nuevo.

El nombre del libro viene del nombre de un cuadro. Ana tenía simpatía por un viejo pintor, García Elvira, al que atendía tras haberse quedado viudo. García Elvira es el que la retrata: "fue en esa etapa cuando le pintó el famoso retrato con el vestido rojo. [...] eludió el fondo; únicamente una mancha gris azulada, muy oscura, en contraste con el rojo del vestido". Entonces es el narrador el que hace ver sus celos por el pintor, que intenta seducir a su mujer, y por su obra, pues no podía soportar que hubiese sido otro el que la captó en todo su esplendor.

"Señora de rojo sobre fondo gris" es una profunda lección de humanismo y madurez artística que solo Miguel Delibes podía ofrecernos

Esta entrada está tomada de la página del escritor José Manuel Pérez Padilla, que os recomendamos sin reservas que visitéis. Os dejo el enlace: http://www.facebook.com/PerezPadilla.Novelas?ref=ts&fref=ts

Virginia Woolf.- Flush



"Ni una sola de sus innumerables sensaciones se sometió nunca a la deformidad de las palabras."

"Es horrible figurarse cómo pueden los opresores de todas las clases manejar a su antojo a los débiles y tímidos, cuyos secretos han descubierto, tirándoles de las cuerdas del corazón."

"A Flush sólo le conmovía lo humano. Por lo visto, la belleza había de cristalizar – para que él la percibiese – en un polvillo verde o violeta que alguna jeringa sobrenatural le insuflase por los conductos nasales, y después, en vez de manifestar con palabras el efecto que le había producido, lo hacía en un éxtasis mudo. Lo que mistress Browning veía, él lo olía; ella escribía; él, en cambio, olfateaba."



"Los más grandes poetas del mundo no han olido más que rosas, por una parte, y estiércol por otra."


"Tenía ese matiz especial marrón oscuro que reluce al sol -como el oro-. Sus ojos eran unos ojos color avellana. Las largas orejas le enmarcaban la cabeza como una capota, sus piececitos estaban endoselados con mechones y la cola era ancha.”

“¿Qué es eso de uno mismo? ¿Lo que ve la gente? ¿Lo que uno es? Flush reflexionó también sobre esto, e incapaz de resolver el problema de la realidad, se estrecho más contra Mis Barret y la besó expresivamente. Aquello, por lo menos, sí era real”.

“…pudo deducir Flush, antes de terminar el verano, que no existe igualdad entre los perros: unos son de clase alta, y otros, de baja clase. ¿A cuál pertenecía él, pues? En cuanto llegó a casa, se examinó cuidadosamente en el espejo. ¡Gracias a Dios, era un perro de muy buena cuna! Su cabeza era de líneas suaves; sus ojos, prominentes pero no saltones, y sus patas, forradas de pelo largo y fino.”

“Flush no era un perro cualquiera: animoso y, al mismo tiempo, reflexivo; canino, sí, pero a la vez extremadamente sensible a las emociones humanas.”

“Conocía Florencia como jamás la conocó ningún ser humano, como no la conocieron ni Ruiskin ni George Eliot. La conocía como sólo la pueden conocer los mudos. Ni una sola palabra de sus innumerables sensaciones se sometió nunca a la deformidad de las palabras”.

Jean-Paul.- Desde lo alto del edificio del mundo, Cristo, muerto, proclama que Dios no existe



"...y todos los muertos gritaron: "¡Cristo! ¿No hay ningún Dios?" Cristo respondió: "¡Ninguno!"....

Cristo siguió: "He recorrido los mundos, he cabalgado los soles y he volado con las vías lácteas por los desiertos del cielo; pero no existe Dios alguno. He bajado incluso allí donde el ser proyecta sus sombras y he mirado en el abismo y he llamado: "Padre, ¿Dónde estás?" Pero no he oído más que la eterna tormenta que nadie gobierna, y el destelleante arco iris de los seres se alzaba sobre el abismo, sin un sol que lo creara, y se diluía gota a gota. Y cuando mi mirada se alzó hacia el mundo infinito en busca del ojo divino, el mundo me miró fijamente con una órbita vacía y rota; y la eternidad yacía en el caos, y lo roía y se masticaba a sí misma. Gritad una vez más, notas discordantes, destruid las sombras; ¡porque Él no está!

...y dijo: "¡Nada inmóvil y muda! ¡ Fría y eterna necesidad! ¡Alocada suerte! ¿Conocéis aquellos que domináis? ¿Cuándo me abatiréis a mí y al edificio? ... ¡Qué solo está cada uno  en la inmensa tumba del universo! A mi lado no estoy más que yo... ¡Ay! si cada Yo es padre y creador de sí mismo ¿por qué no puede ser también su propio ángel exterminador?...¿Sigue siendo un hombre el que está  a mi lado? ¡Infeliz! Su breve vida es un suspiro de la naturaleza, o tan solo el eco de un suspiro -un espejo cóncavo proyecta sus rayos en las nubes de polvo, nubes de la ceniza de los muertos que aletean sobre la tierra. Así nacéis vosotras, obnubiladas, vacilantes figuras. Mira abajo, en el abismo, por donde pasan nubes de ceniza -nieblas llenas de mundos surgen del mar de los muertos, el futuro es una niebla que surge, y el presente, una bruma que cae ¿Reconoces tu tierra?"

Imagen: William Blake