martes, 2 de abril de 2013

Las últimas cartas entre Freud y Jung




Viena, Enero de 1913

Estimado señor presidente
Estimado Doctor.:

... En consecuencia, propongo que abandonemos nuestra amistad enteramente, no pierdo nada con ello pues mí único vínculo emocional con Ud., ha sido durante un largo tiempo, un delgado hilo, debido al prolongado efecto de pasados desacuerdos y Ud. Tiene todo a ganar, en vista del reparo que recientemente hizo en Munich acerca del efecto de una profunda amistad con un hombre que inhibía su libertad científica. Por consiguiente diré: tome su “total libertad” y ahórreme sus supuestas “charlas personales en beneficio del interés general de su ciencia (rama de esfuerzo). Ud. Nunca tendrá motivos para quejarse por falta alguna de cortesía de mi parte. En cuanto a nuestro común entendimiento y la persecución de objetivos científicos concierne, quiero decir: No existe para ello más razón en el futuro que en el pasado.
Por otra parte, espero lo mismo de Ud.
Saludos

Freud


Kusnacht –Zurich, 6 de Enero de 1913

Querido Profesor Freud:

Accedo a su deseo de abandonar nuestra amistad, pero nunca tiraré (por la borda) la mía con su persona. Ud. Mismo es el mejor juez para saber lo que en este momento le significa.

El resto es silencio.

PD: Gracias por aceptar los papeles de Burrows

Sinceramente suyo,

Jung

Imagen: Freud (abajo a la izquierda) y Jung (abajo a la derecha)

Carta de Robert Schumann a Clara Wieck




A Clara Wieck, Leipzig, 1834

Mi querida y reverenciada Clara:
     Existen personas que odian la belleza y sostienen que los cisnes son en realidad gansos de una clase más grande; así se podría decir que igual justificación que la distancia es sólo un primer plano que se ha apartado. Y así parece ser, porque hablo contigo a diario (sí, incluso en voz más baja de lo que lo hago habitualmente), y aún así sé que me comprendes. Al principio tenía diversos planes sobre nuestra correspondencia. Quería, por ejemplo, iniciar una pública contigo en el periódico musical; después quería llenar mi balón de aire (sabes que poseo uno) con ideas para las cartas, y organizar un ascenso con el viento favorable y hacia un destino adecuado...
Quería cazar mariposas para que te llevasen las cartas. Quería enviar mis cartas primero a París, de manera que las abrieras con gran curiosidad, y entonces, más que sorprendida, me creyeras en París. En definitiva, tenía muchos sueños ingeniosos en mi cabeza, de los que hoy sólo me ha despertado el cuerno del postillón [el cartero]. El postillón, mi querida Clara, ha tenido, además, en mí un efecto mágico mayor que el del champán más excelente. Uno parece que no tiene cabeza, uno tiene un corazón deliciosamente ligero, cuando lo oyes tocar el cuerno con tanta alegría en el mundo. Para mí son verdaderos valses de anhelo, estos toques de trompeta, que nos recuerdan algo que no poseemos. Como decía, el postillón me sacó de mis viejos sueños y me llevo a otros nuevos...

Carta A Clara Wieck, Leipzig, 1834, escrita por Robert Schumann.
Del libro "Los Grandes Hombres También Hablan De Amor."

Heman Melville y el origen de Moby Dick

 
HERMAN MELVILLE Y EL ORIGEN DE MOBY DICK
MOBY DICK - 1851- (Fragmento)

"En la misma New Bedford se yergue una capilla de los Balleneros, y pocos son los malhumorados pescadores, con rumbo al océano índico o al Pacífico, que dejan de hacer una visita dominical a ese lugar.

Al regresar de mi primer paseo mañanero, volví a salir para ese especial destino. El cielo había cambiado de un frío soleado y claro, a niebla y aguanieve con viento. Envolviéndome en mi áspero chaquetón, del tejido llamado «piel de oso», luché por abrirme paso contra la terca tempestad. Al entrar, encontré una pequeña y desparramada feligresía de marineros y de mujeres y viudas de marineros. Reinaba un silencio ahogado, sólo roto a veces por los aullidos de la tempestad. Cada silencioso adorador parecía haberse sentado a propósito aparte de los demás, como si cada dolor silencioso fuera insular e incomunicable. El capellán no había llegado todavía; y allí, aquellas calladas islas de hombres y mujeres se habían sentado mirando fijamente varias lápidas de mármol, con bordes negros, incrustadas en la pared a ambos lados del púlpito.

(…) No sabía yo si entre los asistentes había ahora algún pariente de los marineros cuyos nombres aparecían allí; pero son tantos los accidentes de la pesca que no se anotan, y tan claramente llevaban varias mujeres de las presentes el rostro, si no el hábito, de algún dolor incesante, que sentí con seguridad que allí delante de mí estaban reunidos aquellos en cuyos corazones incurables la vista de aquellas desoladas lápidas hacía que sangraran por simpatía las viejas heridas.

¡Ah, vosotros, cuyos muertos yacen sepultados bajo la verde hierba; que, en medio de las flores podéis decir: aquí, aquí yace mi ser amado; vosotros no conocéis la desolación que se cobija en pechos como éstos! ¡Qué amargos vacíos en esos mármoles bordeados de negro que no cubren cenizas! ¡Qué mortales huecos y qué infidelidades forzosas en las líneas que parecen roer toda fe, rehusando resurrecciones a los seres que han perecido sin sitio y sin tumba! Estas lápidas podrían estar lo mismo en la cueva del Elephanta que aquí.

¿En qué censo de criaturas se incluyen los muertos de la humanidad? ¿Por qué dice de ellos un proverbio universal que no contarán historias, aunque contengan más secretos que las Arenas de Goodwin? (…) ¿Por qué los vivos se empeñan tanto en silenciar a los muertos, de tal modo que el rumor de un golpe en una tumba aterroriza a una ciudad entera? Todas estas cosas no carecen de sus significados. Pero la fe, como un chacal, se alimenta entre las tumbas, e incluso de esas dudas mortales extrae su esperanza más vital. Apenas hace falta decir con qué sentimientos, en vísperas de mi viaje a Nantucket, consideré esas lápidas de mármol, y, a la lóbrega luz de aquel día oscurecido y lastimero, leí el destino de los balleneros que habían partido por delante de mí.

Sí, Ismael, ese mismo destino puede ser el tuyo."


Moby Dick fue un verdadero fracaso en su época, un hecho este que unido al esfuerzo creativo que demandó de Herman Melville (EEUU, 1819-1891) hizo que el escritor se viera afectado psicológicamente. A partir de entonces nada fue fácil para Melville que verse al verse acorralado por las deudas, vende todo lo que tiene y decide abandonarlo todo. Falleció en 1891 completamente olvidado, pero su obra prevaleció entre unos pocos aficionados, y a partir de la segunda década del siglo XX su figura fue revalorándose hasta convertirse en uno de los más apreciados escritores no sólo de la literatura norteamericana, sino de la mundial.

Pero centrándonos en Moby Dick, se puede decir que esta famosa obra de 1851 está inspirada en dos casos reales. El primero en el de un cachalote albino que merodeaba la Isla Mocha (Chile), al que a nivel global llamaban Mocha Dick en el siglo XIX. Como Moby-Dick, escapó incontables veces de sus cazadores durante más de cuarenta años, por lo que llevaba varios arpones incrustados en su espalda. Los balleneros contaban que atacaba furiosamente dando resoplidos que formaban una nube a su alrededor; embestía los barcos perforándolos y volcándolos, matando a los marineros que se atrevían a enfrentarlo. Según el marinero que contó la historia publicada en la revista, para lograr matar a Mocha Dick se requirió la unión de distintos barcos balleneros de distintas nacionalidades. Cabe destacar que en Chile, en la cultura indígena mapuche, existe el mito del Trempulcahue, cuatro ballenas que llevan el alma de los mapuches que mueren hasta la isla de Mocha, para embarcarse en su viaje final. En 2005, en la costa de Chile, se filmó a varios de estos cachalotes albinos.

El otro caso que sirve de inspiración a la novela es la epopeya que padeció el ballenero Essex, de Nantucket, Massachusetts. El 20 de noviembre de 1820 el Essex se encontró un cachalote mucho más grande de lo normal, el cual embistió el barco en dos ocasiones y lo hundió, mientras los hombres estaban persiguiendo y arponeando a otros miembros de la manada. Luego del naufragio los veintiún marinos se marcharon en tres pequeños botes balleneros (en este caso, usados como botes salvavidas) con suministros totalmente inadecuados de comida y agua fresca. Lograron arribar a la inhabitada Isla Henderson perteneciente a las Islas Pitcairn, actualmente territorio de la Gran Bretaña, donde padecieron hambre y sed, llegando al canibalismo. 91 días después fueron rescatados y desembarcados en Valparaíso (Chile). Dos de los ocho supervivientes relataron el suceso, del que Melville tuvo sobrado conocimiento.

Es indudable que aparte de estas dos notables influencias, Moby-Dick, está también basada en las experiencias personales de Melville como marinero.

Jesús Franco




" No he hecho algo del tipo 'Lo que el viento se llevó' o 'La guerra de las galaxias'. Yo hago películas para un público modesto, hago las pelis que me gustaría ver a mí."
 



                      JESÚS FRANCO (12 de mayo de 1930  -  2 de abril de 2013)





 
 Jesús Franco Manera fue un director, productor, guionista, compositor y actor español nacido en Madrid el 12 de mayo de 1930 (el propio Franco contradijo esta fecha afirmando en entrevistas que había nacido en 1936). Su cuñado, casado con su hermana Lola, era el filósofo Julian Marías. El escritor Javier Marías es su sobrino. También lo era el fallecido director de cine Ricardo Franco.

Este amante del jazz y del tebeo, estudió piano y acudió al IIEC (Instituto de Investigaciones y Experiencias Cinematográficas). A los dos años abandonó este último centro y se trasladó a París, en donde cultivó su cinefilia acudiendo con asiduidad a la Cinemateca Francesa.

Entre sus principales influencias cinematográficas se encuentran el cine clásico de Hollywood (principalmente Orson Welles, con quien colaboró en “Campanadas a Medianoche”, John Ford, el terror de la Universal y los trabajos americanos de Robert Siodmak), el expresionismo alemán (en especial el Fritz Lang mudo y F. W. Murnau), Luis Buñuel, Jean-Luc Godard y Luis G. Berlanga (quien le dijo que para hacer cine sólo hacía falta tener una cámara y ser libre).

Cineasta independiente, está en contra de subvenciones y concibe su cine como un divertimento. Tanto ha reivindicado algunas películas de Pedro Lazaga como ha abominado de Federico Fellini, de Terence Fisher y de toda la Hammer, de Wim Wenders, de Stanley Kubrick o de las películas con CGI.

En los años 50 debutó como asistente de dirección junto a Juan Antonio Bardem en el rodaje de “Cómicos” (1954), película para la que también escribió algunas partes musicales. Con Bardem volvió a coincidir en “Felices Pascuas” (1954) y en “Muerte De Un Ciclista” (1955).
  

  

Su primer corto fue “Árbol De España” (1957), film con colaboración en el guión de José María Forqué. Dos años después estrenó su largometraje debut, “Tenemos 18 Años” (1959), una comedia protagonizada por Isana Medel, Terele Pávez y Antonio Ozores, quien también aportó algún texto para los diálogos.

En los inicios de los años 60 estrenó films como “Labios Rojos” (1960), con Isana Medel, Ana Castor y Manolo Morán, el musical “La Reina Del Tabarín” (1960), historia de cuplé con el protagonismo de la cantante andaluza Mikaela, y “Vampiresas 1930” (1962), de nuevo con Mikaela encabezando el reparto.

En 1962 estrenó sus primeras películas de terror y dos de sus títulos más reconocidos, “Gritos En La Noche” (1962), en donde introdujo el personaje del doctor Orloff, y “La Mano De Un Hombre Muerto” (1962), ambos films protagonizados por uno de sus actores más habituales, Howard Vernon.

En 1963 estrenó el western “El Llanero” (1963), película co-escrita junto a su esposa en la época, Nicole Guettard, y dirigió a Fernando Fernán Gómez en “Rififí En La Ciudad” (1963). Un año más tarde fue el propio Jesús Franco quien actuó para Fernán Gómez en la memorable “El Extraño Viaje” (1964).

A mediados de la década de los 60 incidió en las historias de carácter criminal, como “El Secreto Del Dr. Orloff” (1964), secuela de “Gritos En La Noche”, o “La Muerte Silba Un Blues” (1964). Más tarde volvió con el personaje de Orloff en “Los Ojos Siniestros Del Doctor Orloff” (1973) y “El Siniestro Doctor Orloff” (1974).

Eddie Constantine, inolvidable en el “Lemmy Contra Alphaville” de Jean-Luc Godard, protagonizó “Cartas Boca Arriba” (1966). El mismo año estrenó “Miss Muerte” (1966). Con la cinta de acción “Lucky El Intrépido” (1967), protagonizada por Ray Danton, Jesús Franco firmó por primera vez con el seudónimo de Jess Franco, uno de los muchos que empleó en su carrera, en ocasiones tomando nombres de músicos de jazz como Clifford Brown, James P. Johnson, Charlie Christian o Dave Tough.
  

El film que incrementó su audiencia internacional fue “Necronomicón” (1968), una de sus mejores películas que contó con la presencia de Janine Reynaud y Jack Taylor (otro nombre asiduo en su filmografía). Reynaud volvió a colaborar con Jesús Franco en “El Caso De Las Dos Bellezas” (1969) y en “Bésame Monstruo” (1969), ambas co-protagonizadas por Rosanna Yanni.

  

Christopher Lee encarnó al Fu Manchú de Sax Rohmer en “Fu Manchú y El Beso De La Muerte” (1968). Más tarde Franco y Lee repitieron personaje en “El Castillo De Fu Manchú” (1969).

A finales de los años 60, Franco adaptó al Marqués de Sade en “Justine” (1969), una película lastrada por el protagonismo inadecuado de Romina Power, impuesta al director por los productores. El mismo año estreno “Venus In Furs” (1969), film conocido también como “Paroxismus”.

Soledad Miranda, una de sus actrices favoritas, fue la protagonista de algunas de sus películas más conocidas de los años 70, “Los Ojos De La Noche” (1970), “El Conde Drácula” (1970), con Christopher Lee en el papel del vampiro creado por Bram Stoker, “Las Vampiras” (1971) o “Eugénie” (1974), adaptación de Sade.

Otros títulos estrenados en los años 70 por el prolífico Jesús Franco, quien rodando en España, Alemania o Francia progresivamente fue introduciendo cada vez más el erotismo en sus historias, fueron “Los Demonios” (1972), “Drácula Contra Frankenstein” (1972), “La Hija De Drácula” (1972), con Britt Nichols y Anne Libert, “El Doctor Mabuse” (1972), “Diario Íntimo De Una Ninfómana” (1973), “Mujer Vampiro” (1973), “La Noche De Las Estrellas Fugaces” (1973), “Cartas De Amor A Un Monja Portuguesa” (1977), adaptación del clásico de Mariana Alcoforado, “Greta”(1977) o “La Mujer Vampiro” (1978). En esta última película la protagonista era Lina Romay, su segunda esposa y una de sus musas como autor que a partir de los años 80 incluso ocupó puesto de dirección y guión con varios seudónimos, entre ellos Lulu Laverne o Candy Coster. Lina falleció el 15 de febrero del año 2012 a causa de un cáncer.
  

Convertido en los 80 en un director de culto internacional dentro de la serie B, Jesús Franco siguió rodando múltiples películas de género, con el sexo en primer plano en títulos tan explícitos como “Una Rajita Para Dos” (1984), “Un Pito Para Tres” (1985) o “El Ojete De Lulú” (1986).

En los años 90 cesó su alto ritmo de producción de decenios previos, y rodó títulos tan poco destacados como “Killer Barbys” (1996), “Carne Fresca” (1998) o “Doctor Wong” (1999).


Algunos de sus últimos trabajos son “Snakewoman” (2005), terror vampírico-erótico con el protagonismo de Carmen Montes que cuenta con Lina Romay como Van Helsing y con Antonio Mayans (otro de sus actores más utilizados) como Nostradamus, o “Paula-Paula” (2010), película erótica directamente editada en vídeo en donde volvía a contar con Carmen Montes como actriz principal.

En el año 2009 fue galardonado con un Goya de honor.

Falleció en Málaga el 2 de abril del año 2013. Tenía, según sus propias declaraciones en cuanto a la fecha de nacimiento, 77 años. Si tomamos como dato 1930 su edad en el momento de su muerte era de 82.

(Fuente: http://www.alohacriticon.com/elcriticon/article7125.html y Wikipedia)





TENEMOS 18  AÑOS
es el primer largometraje como director de Jesús Franco, estrenado en 1959, producido por Luis García Berlanga e interpretado en sus papeles principales por Terele Pávez, Isana Medel y Antonio Ozores.







SUCCUBUS (NECRONOMICÓN),
Jess Franco (1968)


Una película que por su estética, onírismo y erótismo fue alabada por el mismísimo Fritz Lang cuando se proyectó en el festival de Berlín. Tal vez el film más reputado de Jesús Franco, “Succubus” supone un malsano equilibrio entre la sensualidad y la muerte.
La exuberante Lorna trabaja como bailarina en uno de los nightclubs más “in” de Lisboa, el Nov Club. Caranche participa en un espectáculo sadomasoquista que culmina con un asesinato simulado. Sus actuaciones tienen un gran éxito, pero Lorna empieza a dejarse influenciar mentalmente por su personaje, y lentamente ya perdiendo el contacto con asesinatos, Lorna recibe la ayuda de su manager Bill Mulligan. Bill no sabe que busca las causas del comportamiento de Lorna se convertirá en una pesadilla de la que nadie podrá escapar...







LOS DEPREDADORES DE LA NOCHE
es una película francesa de terror, realizada por el cineasta español Jesús Franco. Se filmó en París en 1987.

Ray Charles, What'd I say y en nacimiento del Soul




En estos días en los que mi coche se mueve a ritmo de Ray Charles es buen momento para hablar de "What'd I Say", una de esas canciones cruciales en la historia de la música moderna ya que con ella podemos decir que nace un nuevo estilo musical, nada menos que "el soul", una mezcla entre Rhythm & blues y pop que hará las delicias de muchos y que logrará por fin conquistar las emisoras de radio para la música de color. Evidentemente estos asuntos de los nacimientos de un estilo siempre son complicados y también hay quien cita a Salomon Burke, Sam Cooke o James Brown junto a Ray Charles como padres de la nueva criatura. Ya los traeremos de visita en estos días. Hoy vamos con Ray.

Según contaba el propio Ray Charles en su autobiografía “Brother Ray” la canción nació en un concierto dado en un club nocturno de Milwaukee:


  “Sucedió que estábamos tocando una de las últimas piezas de baile y todavía teníamos que “cubrir” otros 12 minutos antes de que finalizara la sesión. Un concierto típico de esta clase, incluyendo los 30 minutos del intermedio, se prolongaba unas cuatro horas. Era cerca de la una de la madrugada y recuerdo que ya habíamos acabado todo nuestro repertorio. No quedaba nada que se me pudiera ocurrir y entonces le dije a la banda y a “The Raeletts”: ¡¡Escuchen, voy a tratar de jugar un poco, tocando y cantando. Ustedes solamente síganme en lo que yo haga!! Entonces, comencé a tararear algo, unos pequeños compases que estaban flotando dentro de mi cabeza. Me sentí bien y seguí tocando. Una cosa llevó a la otra, y me encontré cantando y pidiéndoles a las chicas que repitieran después de mí…Luego, al poco tiempo, podía sentir como toda la estancia retumbaba y se agitaba ferozmente”.
La canción tuvo éxito y todos los asistentes empezarón a demandarle el disco en el que pudieran volver a escucharla. Los productores tenían serias dudas por su larga duración y por lo atrevido de su letra y bailes. Y es que la sociedad americana, puritana hasta la médula, consideraba muy atrevidos los bailes y contoneos pélvicos de las "Raelettes", que cargaban de sexualidad el tema. Evidentemente la canción terminó grabandose, eso si eliminando algunas frases como aquella de “mueve esa cosa”.

Ray Charles contaba: “La canción se prestaba a ser controvertida, no la digería todo el mundo” (…) “Fue prohibida en varias estaciones de radio. Decían que era muy sugestiva. Bueno, estoy de acuerdo. No debo ser yo quien juzgue mis propias canciones, pero, si no puedes comprender “What’d I Say” (“Qué dije”), entonces, es que algo está mal”

Ray Charles tomó la costumbre de acabar sus actuaciones precisamente con esta canción y así lo explicaba el propio músico: “What’d I say” es mi último número en un escenario porque la canto cuando siento que he llegado al final. Es algo así como mi último aliento. Después, ya no soy nada”. “Lo que quieres hacer es subirle el entusiasmo a la gente. Les comienzas a calentar, y lo haces durante la primera mitad, entonces, sus pies comienzan a moverse. Seguidamente, comienzan a mover sus cabezas y, después, tienen sus bocas abiertas y están gritando y aclamando donde cada uno puede saltar y pasar un muy buen rato. Es una gran sensación cuando puedes tener a tu audiencia envuelta y compenetrada contigo… Cuando canto “What’d I Say” no tienes de qué preocuparte, ¡¡ese es mi final!!; no habrá ninguna repetición, no hay nada. ¡¡He terminado!!”

Tenía 27 años cuando dio carta de nacimiento al "Soul" con este temazo que llego al llegó al nº 6 el Billboard Hot 100 y al nº 1 del afamado Hot R&B Songs. Aun hoy se la sigue considerando como una de las 10 mejores canciones de todos los tiempos. Como no Ray Charles que acostumbraba a celebrar sus éxitos comprándose un Cadillac nuevo, se compró con esta su Cadillac nº 7. Como el decía: “Nada me entusiasmaba como aquel Cadillac de 1960″.
 
 
La versión original
 
 
La versión de la película Ray, en la que se recrea el momento de su creación: