jueves, 24 de enero de 2013

Poema "Retrato a la intemperie" - Carmen Rubio López

 
 
CARMEN RUBIO LÓPEZ (España)
RETRATO A LA INTEMPERIE

Caminaba, bajo un paraguas rojo,
dando pequeños brincos, como hacen los gorriones,
para evitar los charcos.
Esa teladearaña que el abandono teje,
campaba entre sus ropas.

Sus ojos coincidían con el regreso
del agua a los cristales.
Igual que si habitara
el espacio que deja un cuerpo de hace poco,
de puntillas, se erguía
buscando en la mirada de cualquier paseante,
un signo de que aún podían conocerla.

Casi notaba el roce de los que no ven nunca,
de los que, ya hace mucho, perdieron en asombro.
¡Pero existían cosas,
el olor de la lluvia -por ejemplo-
o el temblor de aquel perro desahuciado
que nació más al norte de lo que había previsto,
por las que aún valía la pena interesarse!

Del talle o ademán de languidez colgaban
sus últimos suicidios. A intervalos,
apartaba un mechón de su mejilla.
¿Dónde encontrar ahora su alameda de junio,
su corazón de blonda, su credencial, su origen,
sus señas, su destino...?

Expuesta al centelléo de los escaparates,
de una ciudad que borra el vuelo de los pájaros,
dejaba, sin saber, su transparencia
a merced de ese tacto lúbrico de la noche.

En la calle que duerme frente al mar, se detuvo.
Dejó su par de guantes junto al agua,
el bolso de olvidar.
Un golpe de marea le desnudó la nuca
y se deshizo en viento,
lo mismo que esas islas a las que nadie nombra.

La gente iba pasando.
Se oyó una voz: "El cielo tiene color de nieve".
Bajo el paraguas rojo,
sus zapatos de ayer aún conservaban
un aire de domingo.


Este poema nos lo ofrece su escritora y amiga, Carmen Rubio López, para disfrute de todos. El poema fue Premio "José Gerardo Manrique de Lara" en la Asociación de Escritores y Artistas Españoles de Madrid. Gracias Carmen! (Paco Pizca)

No puedo ofrecer datos sobre autor y título de la fotografía 
 

Fragmento de "La melancolía de la Revolución"



SANTIAGO SÁNCHEZ GONZÁLEZ Y BEATRIZ S. SANZ
LA MELANCOLÍA DE LA REVOLUCIÓN (Fragmento)

“En el fondo todos hemos meditado alguna vez sobre la problemática de esta obra, aunque no la conociésemos a fondo. Las ideas sobre la belleza, la fealdad física, “la belleza interior”, la capacidad de sacrificio por amor, son nubes que en determinados momentos han cruzado por las mentes de casi todo el mundo. Cuantas veces un hombre o una mujer han tenido que ocultar sus sentimientos y frustrarlos, porque pensaban que el otro era más atractivo y por lo tanto no iba a reparar en nosotros o nos iba a despachar con fingida cortesía.

Cuantas veces alguien hablando por teléfono ha temido que cuando preparaba una cita y le decían que tenía una voz muy dulce, quien se sentía embelesado por nuestras palabras luego nos encontrase, no ya feos, sino simplemente vulgares, gente corriente, como una mayoría, uno más.

Y desde esa óptica la película cobraba una actualidad. Los tiempos que vivimos son contradictorios. De una parte una legión de psicólogos nos dice que lo importante es ser uno mismo, que lo que realmente importa es nuestro interior, ahí está la verdadera grandeza de una persona. Pero luego, la televisión, los otros medios se pasan el día insistiendo sobre gente cuya única cualidad es su atractivo físico: con él se hacen un lugar en la sociedad, acceden a donde la cultura –mejor– la incultura nunca les habría podido llevar. Y en un momento determinado, sólo por sus ojos, por las proporciones de su cuerpo, alcanzan la admiración de los demás. Sobran y hemos hecho en otras páginas de este mismo texto alusiones a lo mismo. Cualquiera tiene en mente ejemplos para traer a colación.

Puede alguien explicarnos por qué la mayoría de los presentadores y presentadoras de televisión no tienen sesenta años, sino que suelen ser personajes jóvenes –en mayor o menor grado– y de buen ver. Algunos de ellos son manifiestamente torpes a la hora de comentar, de hablar, pero ahí están.”
[...]
“La belleza interior, la grandeza de espíritu, no es juzgada por la estética, de ella se ocupan la Ética o la religión, pero entran en un terreno todavía más íntimo, más oculto, menos mensurable de forma objetiva. La prueba: lean las necrológicas de los periódicos. Todos los fallecidos fueron muy buenos, muy amables, grandes trabajadores, etc., en ningún caso se hace mención a su físico. Que Caravaggio fuese un rufián nos importa poco para alabar su maestría con el claroscuro.”

En la imagen vemos un fotograma del "Cyrano de Bergerac" interpretado por Depardieu, la obra que inspiraba el fragmento literario de hoy.