lunes, 23 de septiembre de 2013

Carta de Leopoldo María Panero a Mercedes Blanco




<<Querida Mercedes: quisiera que las palabras de esta carta sonaran con la misma tensa gravedad de una cantata de Bach, como dolor depurado, como la esencia del dolor. Vine dispuesto a cambiar el mundo, a cambiar al menos mi vida y por tanto mis relaciones con los otros: y ahora todo es mucho peor. Peor sí, peor -ofrezco un título: El peor sentido- y quisiera sólo tenderme a dormir sobre las ruinas de mí mismo. Comprendo sin embargo que ellos me miraran y no vieran nada, porque yo no estoy allí con ellos [...].

>>Te amo, y temo que tu recuerdo se equivoque y olvide. No sé si podré soportar tanto tiempo sin verte. Me decías que tenías miedo de que yo hablara a los petits rien de ti: poco se me ha escapado de un secreto que, aunque yo quisiera divulgarlo, sólo es decible entre nosotros dos.

>>Te amaré siempre, y mi amor no puede ser más absoluto, porque incluye en sí la muerte. Pensar en ti es ya tan doloroso como la misma muerte.

>>Para mí tampoco ¿sabes? el Otro existe: cómo podría curarte de ello, si esa era mi única enfermedad -Nietzsche dijo "la más sola de las soledades", y un esquizofrénico citado por Laing se refirió a ello afirmando is different to be alone than to be lonely. Pero al menos yo a ti -casi me ha costado la locura- te he conocido en la sombra, te he visto, he visto a mi hermana de pie en la sombra. Y si es verdad que estamos solos, podemos aún estarlo más, en un lugar que no existe y donde la soledad no asusta.




>>Pienso en la paz que no nos saben dar las lágrimas.

>>En aquella de la que ni siquiera la desesperación es capaz.

>>En sellar de una vez por todas nuestro secreto.

>>En ti, y en nada más.

>>Te ama en los límites de lo posible, hace tiempo sobrepasados




>>Leopoldo

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