domingo, 7 de abril de 2013

De amores, pan, cebolla y pirámides

Curiosamente, las maravillosas pirámides de Egipto deben mucho a las bondades de la cebolla. Parece ser que las cebollas egipcias eran dulces y se ingerían crudas, acompañadas de algo de pan, como único desayuno. Los faraones, la tenían como un gran complemento energético y nutritivo, motivo por el cual, pasado el desayuno, también la suministraban en grandes cantidades a los obreros que se encargaban de levantar aquellas interminables estructuras. Tan arraigado está este alimento en Egipto, que incluso hoy se mantiene el consumo de cebolla cruda como principal acompañamiento para el pan. 
Y es que siempre ha sido un alimento socorrido para calmar el hambre de los más desfavorecidos. Así no es de extrañar que se hiciera tan famoso el dicho de "Contigo pan y cebolla" que alude al sacrificio del bienestar por el amor, (los enamorados siempre tan frugales) y asocia el consumo de la cebolla con la pobreza. La profesora Carmen Simón aseguraba que en otros tiempos, se podía identificar rápidamente a un villano por el olor a ajo y cebolla que desprendía. Sin duda la necesidad siempre crea perversas etiquetas.

La frase "Contigo pan y cebolla" hizo fortuna en la literatura y por poner algún ejemplo, mencionaremos a Manuel Eduardo de Gorostiza quien publicó una comedia con este título en 1833 o Benito Pérez Galdós en su libro "Tristana" (1892), donde refleja este dicho en el siguiente párrafo:

"¡Vaya, que a una mujer de tu temple salirle con la monserga de las tijeras y el dedalito, de la echadura de huevos, del amor de la lumbre, y del contigo pan y cebolla! Mucho cuidado, hija mía, mucho cuidado con esas seducciones para costureras y señoritas de medio pelo..."

Otro ejemplo en la literatura lo hayamos en "La forja de un rebelde"(1958) del pacense Arturo Barea:

"Vea usted, Rafael, lo que se ha perdido. No puede uno enamorarse. Eso de contigo pan y cebollas es un cuento. El domingo se viene su mujer y usted a comer a casa. Ya le diré yo a Emilia que prepare algo bueno"

Existe una variante de este refrán que dice así: "Contigo, pan y cebolla, y con la otra, ni olla".

Pero también es cierto que a veces ni siquiera había pan y todo era cebolla, como nos recuerdan aquellas famosas y dolorosas "Nanas de la cebolla" que Miguel Hernández dedicaba desde la cárcel a su esposa e hijo. Imposible olvidarla:

"La cebolla es escarcha / cerrada y pobre. / Escarcha de tus días / y de mis noches. / Hambre y cebolla, / hielo negro y escarcha / grande y redonda".

Pero como todo, la simbología de las cosas depende de quien la mire, y así después de haber ayudado a los más pobres a levantar las pirámides, también estaba presente en las mesas de ofrendas a los difuntos ricos del país del Nilo, donde este bulbo aparece como representación de la vida eterna. Decían que su olor estimulaba la respiración de los muertos y como no, a llorar a sus dolientes.



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