domingo, 31 de marzo de 2013

El origen de "Los huevos de Pascua"

 
 

En estas fechas tan celebradas, las pastelerías decoran sus escaparates con coloridos huevos de chocolate y en España en particular, aparecen repletos de huevos de Pascua coronando las típicas "monas" y otros dulces de esta época.

Prácticamente todos conocemos la tradición de regalar estos huevos de chocolate en la festividad de la Pascua, generalmente rellenos con confites y algunas sorpresas en forma de juguetes, sin embargo no siempre los huevos fueron de chocolate, ni traían sorpresa dentro. Regalar huevos cocidos y decorados es una costumbre que se originó en Europa y Medio Oriente antes del cristianismo. Según parece en el antiguo Egipto y en Persia, los amigos intercambiaban huevos decorados cuando comenzaba la Primavera como símbolo del renacer de la naturaleza.

Remontándonos a la prehistoria, se piensa que el origen de la tradición de comer huevos al finalizar el invierno es una reminiscencia de la Edad de Hielo. Tras el duro invierno, y cuando apenas quedaban provisiones, con la llegada de la primavera, volvían las aves desde el sur (situándonos en el hemisferio norte) y empezaban a poner huevos con los que se alimentaban los seres humanos hasta que podían volver a cazar al llegar el buen tiempo.

Como la Primavera Europea prácticamente coincide con la Pascua, el huevo pasó a ser el signo del renacer de Cristo; la resurrección. En la Edad Media, la Iglesia prohibió el consumo de huevos durante la cuaresma por considerarlo equivalente a la carne, y por ello la gente los cocía y los pintaba para diferenciarlos de los frescos y poder consumirlos el día de Pascua de Resurrección. De esta manera se universalizó el uso de los huevos de Pascua (que en un principio eran de tortuga) con este sentido, y era la costumbre intercambiarlos ya decorados con vivos colores, resultando a veces verdaderas obras de arte, práctica esta que al parecer, era principalmente elaborada por clases altas o de recursos. Aunque muy pronto los pasteleros de la época, comenzaron a elaborarlos utilizando distintos ingredientes como el azúcar y luego el chocolate.

Pero sin duda los huevos de Pascua más singulares y considerados como obras maestras del arte de la joyería, son los creados por Carl Fabergé entre los años 1885 y 1917. En la foto se puede ver una de sus creaciones. Se trata de una colección de 69 huevos joya destinados principalmente a los zares de Rusia y posteriormente a otros miembros de la aristocracia y la élite industrial y financiera. La fiesta más importante del calendario de la iglesia ortodoxa rusa es la Pascua y la celebran dando tres besos y el intercambio de huevos decorados. Según cuentan, tan enamorado estaba el zar Alejandro III de su esposa la emperatriz María Fyodorevna, que encargó un huevo de Pascua al orfebre más célebre del lugar. El huevo recordaba a la patria de la emperatriz, Dinamarca, ya que el joyero se había inspirado en un huevo de pascua que se encontraba en las colecciones reales danesas y tanto agradó a la zarina que el zar ordenó que Peter Carl Gustavovich Fabergé fabricara un huevo de Pascua cada año para su amada, estipulando solamente que el huevo fuese único y que encerrase una sorpresa. Condición que cumplió con creces.

En Medio Oriente todavía se siguen intercambiando huevos carmesí, para recordar la sangre de Cristo. Los armenios los vacían y los decoran con imágenes de Cristo y de la Virgen. Y en Polonia y en Ucrania hacen verdaderas obras de arte con cera fundida sobre su cáscara. En algunos países europeos, los huevos se decoran el Jueves Santo y se rompen el Domingo de Pascua y Resurrección ya que la cáscara, representa la tumba en la que Jesús estuvo sepultado. También existe un juego donde se hacen rodar los huevos por el pasto tratando de no romperlos y está relacionado con rodar la piedra que cubría la tumba de Jesús.

En cuanto al origen de la decoración de los huevos, lo podemos encontrar en la jarra de vino etrusca de Tragliatella (aproximadamente 700 a.C.), en el que aparecen el Rey Sagrado y su sucesor escapando de un laberinto. La escena tiene lugar durante las fiestas de la fertilidad y es el día de la muerte ritual del Rey. La Diosa Luna ha salido a su encuentro con intención de matarlo ofreciéndole una manzana envenenada (¿sería esta la inspiración que encontraron para el cuento de Blancanieves?) pero el Rey lo sabe y le muestra a modo de contra hechizo un huevo de Pascua, el huevo de la resurrección. Es más, al parecer, un huevo sagrado etrusco hecho de traquita negra pulimentada con una flecha en relieve a su alrededor y que fue encontrado en Perusa (Italia), es este mismo huevo sagrado.

El comercio actual, se ha encargado de incorporar los huevos de chocolate, y los huevos de plástico que se rellenan de dulces, y que según la leyenda, son escondidos por el conejo de Pascua para que los niños los busquen y se los coman felices al encontrarlos.

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