sábado, 13 de octubre de 2012

Galileo y Kepler.- Cartas

Galileo Galilei

GALILEO A KEPLER, PADUA

4 de Agosto de 1597


Su libro, altamente instruido caballero, que me envió con Paulus Amberger, me llegó no hace días, sino hace horas, y como Paulus me acaba de informar de su regreso a Alemania, me sentiría verdad ingrato si no le expresara mi agradecimiento por su carta. Le agradezco especialmente haberme considerado digno de tal prueba de su amistad... Hasta ahora sólo he leído la introducción, pero ya he colegido de ello en alguna medida sus intenciones y me felicito de la buena fortuna de haber encontrado tal hombre como compañero en la exploración de la verdad. Pues es deplorable que haya pocos que busquen la verdad y que no persigan un método erróneo de filosofar. Mas no es éste el lugar para lamentar la miseria de nuestro siglo, sino para regocijarme con usted sobre tan bellas ideas que demuestran la verdad... Yo, ciertamente, me Debería a dirigirme al público con mis modos de pensar si hubiera más personas con su mente. Como no es éste el caso, me abstengo de hacerlo... Siempre estaré a sus órdenes. Quede con Dios y no deje de darme más buenas nuevas de usted.



Suyo en sincera amistad,
Galileo Galilei
Matemático de la Academia de Padua

 Johannes Kepler

     

KEPLER A GALILEO, GRAZ

13 de octubre de 1597

Recibí su carta del 4 de agosto el 1 de septiembre. Fue un doble placer rara mí. Primero porque hice amistad con usted, el italiano, y segundo, porque estamos de acuerdo en lo concerniente a la cosmografía copernicana. Como me invita amablemente al final de su carta a tener correspondencia con usted, y yo me siento grandemente tentado de hacerlo, no dejaré pasar la ocasión de enviarle una carta con el presente joven noble.

Estoy seguro, si su tiempo se lo ha permitido, de que entre tanto habrá entrado en conocimiento más estrecho de mi libro. Y ha hecho presa de mí un gran deseo de conocer su juicio. Porque ésta es mi forma, urgir a todos aquellos a los que he escrito a que expresen su franca opinión. Créame, la más aguda crítica de un solo hombre inteligente significa mucho más para mí que el aplauso sin razón de las grandes masas.

Sin embargo, habría deseado que usted, que tiene tan profunda captación de todo, eligiera otra forma de llegar a sus fines prácticos. Por la fuerza de su ejemplo personal, nos aconseja, de manera hábilmente velada, salir del camino de la ignorancia general y advierte contra exponernos a los furiosos ataques de la multitud académica. (En esto está siguiendo la guía de Platón y Pitágoras, nuestros verdaderos maestros.).

Pero después del comienzo de tan tremenda empresa, como se ha hecho en nuestro tiempo, y promovida por tantos matemáticos cultos, y después de que la declaración de que la Tierra se mueve ya no puede considerarse algo nuevo, no sería acaso mejor tirar del carretón a su destino con un esfuerzo unido... Porque no son sólo ustedes los italianos quienes no creen que se muevan, a menos que lo sientan, pues a nosotros en Alemania, tampoco, en modo alguno, nos es popular esta teoría. No obstante, hay formas con las que nos protegemos contra estas dificultades...

Anímese. Galilea, y aparezca en público. Si no me equivoco, hay sólo unos pocos, entre los matemáticos distinguidos de Europa, que disentirán de nosotros. Tan grande es el poder de la verdad. Si Italia le parece poco conveniente para su publicación, y si ha de esperar dificultades allí, tal vez Alemania le ofrezca mayor libertad. Pero basta de esto. Por favor, déjeme saber, al menos privadamente, si no desea usted hacer públicamente lo que ha descubierto en favor de Copérnico.

Tim Burton.- Declaraciones, cine y arte



"En este negocio, la gente olvida que hacer cine es un arte."

"La locura de algunas personas es la realidad de otras."


"Cuando alguien me pregunta qué es lo que me da más miedo —dijo una vez— jamás diría una película de monstruos. Diría: mi madre. Me daba terror. Ella y algunos parientes".

«Claro, cuando era niño nadie quería jugar conmigo. Y ahora me vengo con mis películas.»( Ante una pregunta sobre "Sweeney Todd" y su afán de venganza.)

« (Beetlejuice) es la única de todas mis películas que me ha dado esa sensación de "¡que se joda todo el mundo!" El público no necesitaba cierto tipo de cosas; yo podía hacer lo que me viniera en gana y eso era estupendo.»

"En Hollywood piensan que la animación tradicional no funcionará más, que los ordenadores son la única opción. Olvidan que piensan así porque Pixar hace buenas películas. Entonces todos intentan copiar a Pixar. Se está confiando demasiado en la tecnología y nada en los artistas. El hecho de que Disney haya cerrado su división de animación tradicional me asusta.» ( Al cerrar Disney su división de animación tradicional.)

" Me gustan los cuentos fantásticos porque puedes encontrar infinidad de verdades en un historia de apariencia surrealista."

" Me encantan las películas de terror de la Hammer."

" La animación stop-motion genera un material que me parece muy emocional, tienes la sensación palpable de que es algo hecho a mano."

"Mi papá murió hace poco y eso me hizo pensar acerca de muchas cosas que son difíciles de poner en palabras —explica—. Es una relación rara la que los padres tienen con sus hijos. Es única y diferente a todo otro tipo de relaciones. Así que cuando me llegó el guión de El gran pez, sentí que representaba todas esas cosas que no podés explicar. Es rara la forma que tienen padres e hijos de entenderse…”…Hice un intento de cerrar cosas con él, pero fue im posible. No teníamos mucha relación, pero no porque hubiera odio ni nada de eso. Era una dinámica que es muy específica entre padres e hijos, porque los hombres generalmente no hablan tanto. A mí me pasó y a otros también. Entre hijas y madres es diferente: no se callan. Esa búsqueda por tratar de entenderlo siempre me interesó.”

“Mi papá tenía dientes falsos y cuando era chico y había luna llena se los sacaba y bromeaba que era un hombre lobo. No era un contador de historias verbales, como Ed. La verdad es que no éramos muy comunicativos, pero es innegable que uno es de donde uno viene. Por más diferentes que fueran a mí, son parte de lo que soy.”

“..el nacimiento es la cosa más extraña, sorprendente y rara que me pasó en la vida. Lo curioso es que lo más natural del mundo parece lo más antinatural. Es muy bizarro. Una experiencia surrealista.””… Ver salir esa especie de cabeza de alfiler azul en medio de una cosa roja es como una escena de una película de monstruos.”

“Trato de que todo (mi cine) sea personal. Pero ésta,(Big Fish), Eduardo Manostijeras y Ed Wood son mis películas más personales. Es el cierre de la trilogía de "Edwards" (Nota: los protagonistas de Manostijeras, Big Fish y Ed Wood se llaman Edward). El extraño mundo de Jack fue muy significativa también. Pero te sientes cerca de todas tus películas, aún cuando es una gran producción de Hollywood. Siempre trato de hacerlas tan personales como puedo”

“uno busca lo que no tiene en la vida. Si creces es un ambiente suburbano, cuadrado y aislado, te interesan cosas más oscuras como una reacción contra eso. Buscas algo distinto, sea vía el rock o el cine. Cuando voy a California ahora me siento como un vampiro. No soporto todo ese sol...”

“Hay mucha gente que tiene una mente literal, pero yo no soy así. Para mí, la vida es muy extraña. ¿Sabes cuántas veces me pasan cosas y pienso que si las pongo en una película nadie las va a creer? Y sin embargo son reales. Lo que es real y lo que no es real, especialmente cuando vas a los recuerdos y a las historias de la infancia, es muy difuso. Eso me encanta de esta historia, que lo real y lo no real se mezclan. Eso tiene sentido para mí. Por eso me gustó hacer Ed Wood, porque todos tenían una opinión distinta de él. Es como Rashomon. Todos recuerdan las cosas de manera diferente.”

“(Fellini) me encanta. Cuando ves sus filmes, sientes su pasión. Es alguien interesado en la vida. Hay algo espiritual en todas sus películas.”



El cine de Burton posee claramente unas bases expresionistas con un toque gótico. Este director estadounidense ha sabido trasladar hábilmente y con éxito a nuestros tiempos la estética expresionista de principios de siglo. Ya en sus primeros cortometrajes se pueden observar claras similitudes con el movimiento cinematográfico expresionista. Los temas, el tratamiento de los escenarios, la estética, los personajes, todo hace una clara referencia a este estilo. Pero la carrera cinematográfica de Burton ha evolucionado como director y con ello su cine. A lo largo de este artículo se analizaran las similitudes entre las obras y las más significativas de Burton [Vincent (1982), Edward Scissorhands (1990), Nightmare Before Christmas (1993) y Corpse Bride (2005)] y el cine expresionista alemán.

Timothy William Burton nació el 25 de Agosto de 1958 en Burbank, California, y empezó en el mundo del cine contratado por la gran empresa Disney. Allí comenzó como dibujante colaborando varios proyectos como The Fox and The Hound (1981) o The Black Caudron (1985). Pero Burton no acababa de encajar y sus bocetos eran rechazados por parecer poco alegres y algo tétricos. Hasta que por fin, Disney le permitió rodar dos cortos que a le permitieron por fin hacer lo que a él realmente le gustaba. Resultado de este experimento surgieron dos cortometrajes: Vincent (1982) y Frankenweenie (1992).
Gracias a estos cortos consiguió varios premios y obtuvo reconocimiento. Lo que le permitió realizar su primer largometraje Pee-Wee’s Big Adventure (1985). A esta le seguiría un éxito inesperado, la extraña comedia de fantasmas Beetlejuice (1988), película que fue una grata sorpresa para todos, ya que llegó a ser una de las más taquilleras del año. Y gracias a ella la Warner le permitió filmar la adaptación al cine del cómic de Batman (1989), película que proporcionó muchos beneficios y además sorprendió por su cuidada estética gótica y la atmósfera oscura que luego caracterizaría al director.
Pero no será hasta 1990 con Edward Scissorhands cuando Burton será reconocido realmente como un director de prestigio y calidad. Aunque reacio a las segundas partes, no pudo evitar dirigir la segunda del superhéroe Batman titulada Batman Returns (1992).
Mas tarde, Burton volvió a sus orígenes y se embarcó, es vez como productor, en Tim Burton’s Nighmare Before Christmas (1993), un proyecto realizado con la técnica de animación stop-motion que como resultado dio una gran película de animación mezclada con el género musical ganadora de numerosos premios y que ha llegado a convertirse en una película de culto para sus seguidores.
Los principales temas que Burton aborda en sus obras son la figura del hombre contra el mundo (Ed Wood, Edward Scissorhands…), los mundos fantásticos (Tim Burton’s Nighmare Before Christmas), las dobles personalidades (Batman), las diferentes realidades y la imaginación (Big Fish, Charlie and the Chocolate Factory), el lado oscuro o la lucha entre el bien y el mal (Sweeney Todd) y la muerte (Beetlejuice, Corpse Bride). Estas temáticas recuerdan bastante a las presentes en el cine expresionista alemán, tales como la muerte (Nosferatu, Murnau 1922), el desdoblamiento demoníaco (El Gabinete del Dr. Caligari, Wiene 1919) y los mundos fantásticos o las diferentes realidades (Metropolis, Fritz Lang 1927).

En definitiva, pese a que las temáticas sean diferentes entre sí, tienen un denominador común y este es el escapar del mundo real y crear nuevos mundos mediante personajes originales, extraños y complejos que deben luchar contra la norma establecida. Como querían hacer los cineastas expresionistas, ya que en la época en la que surgió este movimiento la sociedad estaba con una sensación de incertidumbre y miedo que los cineastas quisieron representar mediante temas fantásticos pero a la vez oscuros e inquietantes.

Tim Burton ha inspirado sus obras más relevantes principalmente en dos películas expresionistas: Das Cabinet des Dr. Caligari (El Gabinete del Dr. Caligari, Robert Wiene, 1919), Nosferatu (F.W. Murnau, 1922). En menor medida de Der Golem (El Golem, Paul Wegener, 1920), Metropolis (F. Lang, 1927) y Der Müde Tod (Las Tres Luces, F. Lang, 1921).


(Semblanza y análisis tomadas de un estudio sobre las influencias del cine expresionista sobre Tim Burton, realizado por Paloma Espinós Escuder. Muy recomendable para los amantes del cine de este autor.)
 
Imágenes de la obra plástica de Tim Burton

La Filmografía completa de Tim Burton en imágenes

El Corto "Vincent" completo

El corto "Frankenweenie" completo

Álbum de imágenes de "Eduardo Manostijeras"



El Pianista (Roman Polanski)


EL PIANISTA (ROMAN POLANSKI, 2002)

Ante la pregunta de cuál es su película más perfecta, de cuál elegiría si tuviera que ser enterrado entre rollos de su propio material filmado, Polanski respondió sin dudarlo: El Pianista.
Y es que una de las máximas del arte es: “habla sobre lo que conoces”, y aquí es aplicada hasta sus últimas consecuencias. Años antes de este proyecto, Steven Spielberg le h
abía ofrecido la dirección de una película que él, en un principio, sólo iba a dirigir, y que iba a titularse ‘La lista de Schindler’. Pero el cineata polaco declinó la oferta alegando que los sucesos que se describían en esa historia, situados en el guetto de Cracovia, le tocaban demasiado cerca. Allí había vivido él, a los 9 años, precisamente durante el exterminio judío, y de allí habían llevado a su madre a morir a Auschwitz. Pero de alguna forma, Polanski sabía que tarde o temprano tendría que contar esa historia.

Eso sí, no quería que fuera una especie de autobiografía, sino un acercamiento a aquellos dolorosos recuerdos sin la losa que representa el resentimiento por el recuerdo de los seres queridos. Quería hacerse justicia a sí mismo sin caer en la manipulación y lo tendencioso. Esa oportunidad le llegó cuando leyó las memorias de uno de los más afamados pianistas europeos del siglo XX. Su extraordinaria epopeya de varios años de supervivencia en las condiciones más duras imaginables excitó la imaginación de Polanski hasta decidir que esa sería la película con la que enfrentarse a sus viejos fantasmas.

Lo primero que hizo fue contratar a un hombre al que apenas conocía, pero del que admiraba su trabajo, el escritor y dramaturgo Ronald Harwood. Juntos (aunque Polanski no figure en los créditos, siempre trabaja en el guión) construyeron un guión que es un diamante sin la menor arista, una crónica descarnada de un mundo derruido (moral y físicamente), yendo de la mano de Szpilman. Y con ese guión bajo el brazo se dispuso a seguir con crudeza y verdad al actor elegido, Adrien Brody, de quien sabía que no iba a intentar alardes interpretativos, sino sólo realismo.
La estrategia narrativa seguida por Polanski de modo ascético es la del realismo y la sobriedad absolutos, y se entrega a ello sin el menor divismo, sin ningún interés por demostrarle nada a nadie, y sin otro deseo que el de hacer una gran película sobre un tema que a él le dolía en lo más profundo. Habiendo él visto algunos horrores del guetto de Cracovia, decide entregarse a fondo en una historia sucedida en el de Varsovia, ciudad que además él también conoció de niño. Y, como en sus mejores películas, cuenta la historia de una degradación progresiva. De una horca que se va cerrando implacable.

Así sucedía en ‘La semilla del diablo’, donde poco a poco la intriga se cernía en torno a Rosemary, y también en ‘Tess’, y por supuesto en ‘El pianista’, relato en el que observamos durante su primera parte cómo la familia va perdiendo derechos y dignidad de vida, hasta caer en el horror más hondo y más tenebroso que ha provocado el hombre sobre el hombre en ese nauseabundo siglo XX. Tanto en esa primera mitad como en la segunda, en la que ya Szpilman se queda solo, Polanski va incrustando, aquí y allá, recuerdos de su niñez, detalles horripilantes, que suenan a certeros y auténticos, y que aportan una dimensión conmovedora y crudísima a una película cuya oscuridad resulta inolvidable.





Sin embargo, es notable que Polanski lo cuenta todo sin ánimo de revancha, sin cargar las tintas ni hacer un relato maniqueísta. hay nazis malos y buenos, y también hay judíos malos y buenos. Nadie se salva. Todos son culpables de tanta muerte y tanto sufrimiento. La elegancia y la contención del director son dignas de todo elogio. Pero Polanski no estaba solo. A su lado se hallaban su compositor preferido en los últimos tiempos Wojciech Kilar (que saltó a la fama internacionalmente con la impresionante música para ‘Bram Stoker’s Dracula’), el diseñador de producción Allan Starski (que ya había ganado el Oscar, precisamente, por ‘La lista de Schindler’), o el director de fotografía Pawel Edelman, que firma aquí el que de lejos es su mejor trabajo, todo un alarde de iluminación siempre justificada, y de una belleza que daría para otro artículo.



Con ellos, y con Brody en estado de gracia, Polanski nos narra en la segunda parte, esa en que el artista se queda solo, su propia historia, la de un superviviente, que gracias precisamente a ese sentido de la supervivencia pudo legarnos cuatro obras maestras (‘El pianista’, ‘Tess’, ‘Chinatown’ y ‘La semilla del diablo’) y varias películas maravillosas. Las últimas imágenes, con el triunfo de la vida sobre la muerte, viendo tocar pletórico a Szpilman, son la verdadera venganza de Polanski frente a la locura y el fanatismo. El director reivindica su grandísimo talento con un acto de sinceridad y redención, en una superproducción (Alemania, Francia, Polonia, Reino Unido y Holanda colaboraron en ella) realmente europea, que muestra hasta qué punto en este continente podemos competir en calidad de producción con los americanos.

Escena de la película en la que el protagonista interpreta la Balada de Chopin:





Carta de Charles Baudelaire a Richard Wagner




Viernes, 17 de febrero de 1860.

Señor:

Siempre he imaginado que, por acostumbrado que esté a la gloria un gran artista, no habría de ser insensible a una felicitación sincera cuando esta felicitación fuera como un grito de agradecimiento y que, en definitiva, este grito podría tener un valor de un género singular viniendo de un francés; es decir, de hombre poco hecho al entusiasmo y nacido en un país donde apenas se presta más atención a la poesía y a la pintura que a la música. Ante todo, quiero decirle que le debo el mayor gozo musical que jamás haya experimentado. A mi edad apenas atrae ya escribir a los hombres célebres y habría dudado mucho en testimoniarle por carta mi admiración si mis ojos no se tropezaran cada día con artículos indignos, ridículos, en los que se hacen todos los esfuerzos posibles por difamar su genio. No es usted, señor, el primer hombre con ocasión del cual haya tenido yo que sufrir y avergonzarme de mi país. Por fin, la indignación me ha empujado a testimoniarle mi reconocimiento; me he dicho a mí mismo: quiero distinguirme de todos esos imbéciles.

La primera vez que fui a los Italianos a escuchar sus obras, lo hice bastante mal dispuesto e incluso -lo confesaré- lleno de malos prejuicios; más tengo excusa: me han embaucado tantas veces...; he escuchado tanta música de charlatanes precedidos de bombo y platillo... Usted me venció inmediatamente. Lo que experimenté es indescriptible y, si me hace el favor de contener la risa, intentaré transmitírselo. Al principio me pareció que conocía aquella música, y, al reflexionar más tarde, comprendí de dónde provenía este espejismo; me parecía que aquella música era la mía y la reconocía como todo hombre reconoce las cosas que esté destinado a amar. Para cualquiera que no sea hombre de talento, esta frase sería inmensamente ridícula y más escrita por un hombre que, como yo, no sabe música y cuya toda educación se limita a haber escuchado (con gran placer, es cierto), algunos bellos fragmentos de Weber y Beethoven.

El carácter que, a continuación, me chocó principalmente en su música, fue su grandeza, aquello representaba algo grande e impulsaba a la grandeza. Después he vuelto a encontrar por doquier sus obras, la solemnidad de los sonidos grandiosos, de los aspectos grandiosos de la naturaleza, y la solemnidad de las pasiones grandiosas del hombre. Y uno se siente al instante arrebatado y subyugado. Entre los fragmentos más extraños y que me aportaron una sensación musical nueva, está el dedicado a pintar el éxtasis religioso. El efecto producido por la Entrada de los invitados y por la Fiesta nupcial es inmenso. Sentí toda la majestuosidad de una vida más amplia que la nuestra. Aún algo más: experimenté con frecuencia un sentimiento de una naturaleza harto singular, el orgullo y el gozo de comprender, de dejarme penetrar e invadir, voluptuosidad realmente sensual, que se asemeja a la de ascender a los aires o rodar por la mar. Y la música, al mismo tiempo, respiraba orgullo por la vida. Por regla general, estas profundas armonías me parecían semejantes a esos excitantes que aceleran el pulso de la imaginación. También experimenté, en fin (y le suplico que no se ría) sensaciones que derivan, probablemente, del talante de mi espíritu y de mis más frecuentes preocupaciones. Por todas partes hay algo de arrebatado y de arrebatador, algo que aspira a ascender más arriba, algo de excesivo y de superlativo. Por ejemplo, y sirviéndome de un símil tomado de la pintura, supongo ante mis ojos una vasta extensión de un rojo sombrío. Si este rojo representa la pasión, veo a ésta acercarse gradualmente, a través de todas las transiciones del rojo y el rosa, hasta la incandescencia de la hoguera. Se diría que es difícil, imposible incluso, convertirse en algo más ardiente, y, sin embargo, una última onda viene a trazar un surco más blanco aún sobre el blanco que le sirve de fondo. Este será, si usted me lo concede, el grito supremo del alma elevada a su paroxismo.



Había empezado a escribir unas meditaciones sobre los fragmentos de Tannhäuser y de Lohengrin que escuchamos; más hube de reconocer la imposibilidad de decirlo todo.

De modo que podría continuar esta carta interminablemente. Si ha podido usted leerme, se lo agradezco. No me queda nada que agregar sino unas pocas palabras. Desde el día en que escuché su música me digo sin cesar, sobre todo en los momentos bajos: Si, al menos, pudiera escuchar esta tarde un poco de Wagner... Existen, sin duda, otros hombres en la misma situación. En definitiva, debería sentirse satisfecho con el público, cuyo instinto ha resultado bien superior a la mala ciencia de los periodistas. ¿Por qué no da unos cuantos conciertos más añadiendo fragmentos nuevos? Nos ha hecho conocer el aperitivo de unos gozos desconocidos; ¿tiene usted derecho a privarnos del resto?... Una vez más, señor, le doy las gracias; usted me ha restituido a mí mismo y a la grandeza, y, además, en momentos bajos.

Charles Baudelaire