domingo, 18 de noviembre de 2012

Párrafos de "Mortal y rosa" de Francisco Umbral



Francisco Umbral (1932-2007) en realidad se llamaba Francisco Pérez Martínez y era un escritor realmente controvertido, que no a todos lograba convencer con sus obras. Mostraba su más afilado ingenio en sus columnas periodiscticas que podían condensar en pocas lineas más aciertos e ideas que no pocos libros. Pero entre su obra literaria hay una que sobresale claramente y esa es "Mortal y rosa", una obra dedicada a la perdida de su hijo que rezuma amor, poesia y delicadeza en cada una de sus páginas. Os dejo unos párrafos de la misma:

"Sólo encontré una verdad en la vida, hijo, y eras tú. Sólo encontré una verdad en la vida y la he perdido. Vivo de llorarte en la noche con lágrimas que queman la oscuridad. Soldadito rubio que mandaba en el mundo, te perdí para siempre. Tus ojos cuajaban el azul del cielo. Tu pelo doraba la calidad del día. Lo que queda después de ti, hijo, es un universo fluctuante, sin consistencia, como dicen que es Júpiter, una vaguedad nauseabunda de veranos e inviernos, una promiscuidad de sol y sexo, de tiempo y muerte, a través de todo lo cual vago solamente porque desconozco el gesto que hay que hacer para morirse. Si no, haría ese gesto y nada más."

 "Qué estúpida la plenitud del día. ¿A quién engaña este cielo azul, este mediodía con risas? ¿Para quién se ha urdido esta inmensa mentira de meses soleados y campos verdes? ¿Por qué este vano rodeo de la muerte por las costas de la primavera? El sol es sórdido y el día resplandece de puro inútil, alumbra de puro vacío, y en el cabeceo del mundo bajo un viento banal sólo veo la obcecación vegetal de la vida, su torpeza de planta ciega. El universo se rige siempre por la persistencia, nunca por la inteligencia. No tiene otra ley que la persistencia. Sólo el tedio mueve las nubes en el cielo y las olas en el mar"

  "Es el paisaje quien viaja. Un pescador, una mujer por un camino, un niño en el barro. Toda una vida vista en un momento. Los montes pasan como música, los bosques cantan como orfeones, los cielos viajan como rías. Pero si nos paramos, si echo pie a tierra, el mundo es inmenso, quieto, solemne. Pasamos de un tiempo a otro tiempo. La eternidad se hace lentísima. Ya no hay música ni coros ni viaje. Sólo la perpetuidad oscura de un cielo devorado por los altos bosques y las crudas montañas. Ahora ya no soy el señor fugaz de vidas y haciendas, sino que desaparezco: soy la mirada ciudadana y cansada que no puede coger en su red débil el pez inmenso y coleteante del mundo."

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