domingo, 14 de octubre de 2012

Pablo Picasso.- Los periodos azul y rosa

Pablo Picasso.- La vida

La estancia de Picasso en Cataluña durante su juventud fue determinante en su carrera artística. La instalación junto con su familia en Barcelona significó para un joven Picasso de sólo trece años la puerta hacia una modernidad desconocida en el resto del estado. Aunque realizó algunas estancias fuera, residió permanenmente en Barcelona entre los años 1895 y 1904. Sus primeros pasos fueron como alumno de Bellas Artes (1895-1898) hasta que el año 1899 empezó a introducirse en los cenáculos culturales de la ciudad, entre ellos Els Quatre Gats, donde celebró su primera exposición personal en febrero de 1900. En Barcelona recibió por primera vez la influencia de los movimientos artísticos europeos a la vez que advirtió que su carrera artística podía seguir adelante más allá del academicismo.

Aunque su integración se produjo en pleno modernismo, se alineó pronto con la generación postmodernista y, pocos años después de su instalación en Francia, adoptó el referente del cubismo. Este vertiginoso camino recorrido desde el modernismo a la vanguardia no fue inédito en el arte catalán. En diferente medida, conspicuos representantes de la vanguardia internacional se formaron en el modernismo. Son los casos de Juli González, Joaquim Torres i García o Pau Gargallo.

La época azul se puede considerar el primer periodo artístico netamente personal de Picasso. En septiembre de 1900 realiza el primer viaje a París con su amigo y pintor Carles Casagemas. En junio de 1901, durante la segunda estancia en esta ciudad, inaugura su primera exposición en Francia, en la galería Vollard. Esta exposición presenta una gama cromática viva y estridente y una temática más bien mundana y desenfadada con referentes como Toulouse-Lautrec o Degas. Durante la otoño-invierno de 1901, repentinamente, tonalidades azuladas empiezan a señorear por su obra hasta devenir hegemónicas. Esta monocromía se veía matizada por marrones, carmines, verdes o amarillos pero siempre subalternos del azul. Este cambio resultó uno de los más excepcionales de su carrera artística.

A pesar de haberse iniciado en Francia, la época azul se desarrolló básicamente en Cataluña y una parte de la producción se encuentra en el Museu Picasso de Barcelona. La época azul no es ajena al arte catalán del momento en la medida que diversos artistas también se interesaban coetáneamente por temáticas sociales y de denuncia que escondían al mismo tiempo una profunda reflexión sobre la condición humana. Éste es el caso de Isidre Nonell, Joaquim Mir o Carles Mani, entre otros. Por lo tanto, la génesis de la época azul es inseparable de la atmósfera artística del momento.

A pesar de las diversas teorías que se han urdido sobre la aparición del azul, Picasso sólo arguyó el suicidio de su amigo Casagemas: ‘Fue pensando en Casagemas cuando empecé a pintarlo todo en azul.’ Entre las primeras manifestaciones habría que citar precisamente los retratos evocadores de su amigo de cuerpo presente. Paralelamente Picasso realizó algunos retratos femeninos de las reclusas de la prisión parisina de Saint-Lazare, mayoritariamente prostitutas que sufrían enfermedades venéreas.

Al principio la producción azul no tuvo salida comercial y tardó en imponerse. Eso acabó de deteriorar la relación de Picasso con su marchante catalán Pere Mañach y determinó su vuelta a Barcelona a principios del año 1902. En Barcelona, Picasso comparte estudio en la calle Conde del Asalto 10 (ahora Nou de la Rambla) con Josep Rocarol y Àngel Fernández de Soto. En Barcelona, el azul se convierte en más intenso y surgen nuevas temáticas. Esta producción se conocerá internacionalmente como ‘los azules de Barcelona’. La individualización de la figura humana, la investigación volumétrica y el cierre del espacio pictórico determinaron el interés de Picasso por la escultura. A principios de 1902, asesorado por el escultor barcelonés Emili Fontbona, realizará su primera escultura, ‘Mujer sentada’, transposición escultórica de la producción pictórica coetánea.

En este momento destacan temáticas como las figuras aisladas o las maternidades. En algunas obras, Picasso descuida el rostro del modelo en favor de tipo en la línea planteada por Nonell en la exposición que presentó en enero de aquel año en la Sala Parés. Entre las maternidades hay que destacar ‘La flor del Mal’ (Pola Museum of Art, Japón), quizás la más completa porque combina paisaje, figura humana y un marcado simbolismo.

Picasso vuelve a Barcelona después de una breve tercera estancia en París (octubre de 1902-enero de 1903) y se instala en su antiguo estudio de la Riera de Sant Joan 17 con Àngel Fernández de Soto, desde donde pintará las terrazas vecinas en óleos como ‘Terrazas de Barcelona’ (Museu Picasso, Barcelona). Más adelante, avanzado 1903, utilizará puntualmente el estudio del artista y amigo Sebastià Junyent en la calle Bonavista 22. El último estudio barcelonés, ya durante el año 1904, lo tendrá en la calle Comerç 28.

A partir de 1903, en su obra se combinan influencias de la pintura española manierista y del románico catalán pero también del arte egipcio y el grecorromano. Se acentúa el tono trágico y místico de unes composiciones que, en ocasiones, exhalan un cierto regusto a retablo a causa de su gran formato y por estar ejecutadas sobre madera. Entre éstas cabe destacar ‘El viejo judío’, ‘El viejo guitarrista’ o ‘El ciego’. Paralelamente a toda esta producción más grave, Picasso realiza numerosas obras eróticas, normalmente en formato más reducido.


Ese mismo año, Picasso realiza la obra maestra del periodo azul, ‘La Vida’ (Cleveland Museum of Art), un compendio simbólico-expresionista de los temas principales de la época azul –la vida, la muerte, la pareja, la sexualidad y la soledad– que tiene nuevamente como protagonista al amigo Casagemas. Entre 1903 y 1904 Picasso ejecuta una serie de retratos azules de algunos amigos catalanes como Jaume Sabartés, Àngel Fernández de Soto o Sebastià Junyent, entre otros. Un de los últimos azules barceloneses es el óleo ‘La Celestina’ (Musée Picasso, París), la alcahueta de un burdel barcelonés.

La época rosa se inicia el año 1904, poco después del establecimiento de Picasso en París, donde se cierra la época azul. Los inicios del periodo rosa vienen determinados por circunstancias personales: el conocimiento de Fernande, su primera pareja estable, y la toma de contacto con André Salmon y Guillaume Apollinaire. El tránsito del azul al rosa no es estricto sino que se produce de manera gradual y algunas de las obras presentarán elementos iconográficos y temáticos comunes. La denominación ‘rosa’, más que referirse a una correspondencia cromática exacta como la azul, implica básicamente una suavización de las tonalidades y, sobre todo, un giro temático con la aparición de personajes relacionados con el mundo del circo. A pesar de ello se mantendrán temáticas como las figuras solitarias y las maternidades, estableciendo una linealidad discursiva de fondo con la época azul en torno a la condición humana marginal o liminar.


El proberbial discurso autobiográfico picassiano lo llevará a consolidar al arlequín como su ‘alter ego’, reanudando así la idea baudeleriana del artista como payaso. La obra maestra del periodo rosa es ‘La familia del saltimbanqui’ (National Gallery of Art, Washington), donde el personaje de la izquierda de la composición es el mismo Picasso transformado en el arlequín. Esta temática se cerrará simbólicamente entre finales de 1905 y principios de 1906 con la serie de ‘La muerte del arlequín’. Una de las mejores obras de este periodo es el ‘Retrato de la señora Canals’ (Museu Picasso, Barcelona), esposa del pintor Ricard Canals, que había iniciado a Picasso en la técnica del grabado y con quien mantenía contacto en París junto con artistas catalanes como Ramon Pichot o Manolo Hugué, entre otros. Al principio del año 1906 va desapareciendo esta temática ‘sentimental’ –en expresión de Picasso– y deriva hacia soluciones menos narrativas. Desde la óptica conceptual, su obra pierde potencial poético en favor de la forma y desde el punto de vista cromático los rosados se convierten en ocres. Las formas se simplifican y se acercan a las propuestas primitivistas de artistas como Gauguin o Puvis de Chavannes.

Durante el verano de 1906, Picasso vuelve a Cataluña después de su marcha en abril de 1904. Lo hace con su compañera Fernande y se instalan en Gósol (Lleida) entre los meses de mayo y agosto. Allí Picasso reanuda ese giro iniciado en París y la producción de Gósol presentará dos líneas: una más naturalista centrada en la vida y el paisaje locales y otra evocadora de una cierta iconografía clásica. Este clasicismo abiertamente mediterráneo acercará puntualmente a Picasso a las propuestas novecentistas que progresivamente se imponen en Cataluña e incluso copiará en un carnet de mano –‘Carnet Català’– un poema mediterraneizante de Joan Maragall. En este mismo carnet esboza unas simplificaciones de rostros que ya anuncian la inminente eclosión de la máscara en su obra. Unas esculturas primitivizantes de boj como ‘Mujer con los brazos alzados’ y óleos como ‘Tres desnudos’ y ‘El Harén’ (Cleveland Museum of Art) anticiparán claramente la que una parte de la historiografía –con notables excepciones– considera la obra iniciática del cubismo. ‘Las señoritas de la calle de Aviñón’ fue ejecutada en 1907 pero los primeros esbozos fechan de finales de 1906. A causa de estas aportaciones, se le reconoce a Gósol un papel central en el advenimiento del cubismo. El camino recorrido por Picasso entre el modernismo y el cubismo había tenido el territorio catalán como protagonista. En lo sucesivo, a pesar de la distancia física, escogerá nuevamente este paisaje para las provechosas estancias cubistas de los años 1909 (Horta de Sant Joan), 1910 (Cadaqués) y 1911, 1912 y 1913 (Ceret). Estas estancias catalanas marcarán en buena medida la consolidación del movimiento pictórico más determinante del siglo XX.




1 comentario:

  1. corrígeme si no estoy en lo correcto, pero creo haber escuchado en alguna parte que CASAGEMAS se suicido porque su prometida se negó a casarse con él, y que después ella tuvo un idilio con Picasso en Francia, lo que deja al artista sintiéndose muy, muy culpable.
    Me encanta Picasso, un excelso artista, me gusta por estos cambios en su arte hasta el ultimo de sus día. sinceramente pienso que se debe estar en otro estado mental para retratar reclusas en la cárcel de París, y que ademas tienen una que otra enfermedad venérea, notable.

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